¿Quién es Rayco Ancor?

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Por PSJM
En un ambiente mediático sacudido por la aparición del lumpen proletariat show, con personajes abyectos como John Cobra, el Batu, o Belén Esteban, sale a la luz una obra literaria que no dejará indiferente a ningún lector. Lo que hay y otros cuentos (Ediciones Idea), del enigmático Rayco Ancor, dibuja con la mayor fidelidad la brutalidad y barbarie de nuestro tiempo, el nihilismo capitalista.


Los cuentos de Rayco Ancor, tienen la extensión de píldoras televisivas, anuncios del extrarradio, fogonazos brutalmente irónicos, intensidades sensacionales que se ajustan al tiempo puntillista de la modernidad líquida descrita por Zygmunt Bauman1. Un realismo descarnado y absolutamente contemporáneo.
Como apunta Slavoj Zizek, «la pasión ‘posmoderna’ por la apariencia termina en un retorno violento a la pasión por lo Real»2. El bioespectáculo de Belén Esteban, operada y divorciada en prime time, constante en su ‘presentación’ de una vida encadenada a los índices de audiencia, quizá sea uno de los síntomas más claros de una sociedad que se vuelca en lo real, donde lo simbólico y la representación dejan paso a la más cruda realidad3. «Tales imágenes evocan el cuerpo del revés, lo de dentro fuera, al sujeto literalmente abyecto, expulsado […] como si no hubiera escena que mostrar, marco de la representación para contenerla, pantalla.»4 El retorno a lo real, que Hal Foster teoriza, parte de los conceptos de lo ‘Real’ (Lacan) y lo ‘abyecto’ (Kristeva). Con John Cobra, el Batu o la Esteban, lo Real, lo abyecto, el Ello, se identifican con el estrato más bajo de la escala social.
La socióloga Beverley Skeggs sugiere que todas estas maniobras culturales tienen que ver con la valorización (económica y simbólica) de lo moral. «Algunos modos por los cuales el valor moral es identificado con la clase obrera incluyen: como exceso, como basura, como entretenimiento, como auténtico, como falto de gusto, como no-moderno, retrógrado, como escapista, como peligroso, como rebelde, sin vergüenza y siempre masivo. […] La atribución de bajeza moral tiene una historia muy larga en la representación de la clase obrera, pero está siendo adaptada de nuevos modos. […] En su habilidad para mercantilizar sus propias contradicciones el capitalismo es capaz de comercializar lo que una vez fue [y sigue siendo] abyecto. Se trata de un proceso de apropiación y re-valorización, por el cual una cultura previamente abyecta e inmoral es usada para abrir nuevos mercados.»5 En Lo que hay y otros cuentos, Rayco Ancor despliega una estrategia literaria espejo de estas convulsiones postmodernas.
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La cultura yuppy de los 80 nos dejó una buena colección de literatura semi-underground centrada en la dramática y violenta banalidad de los pijos. A mediados de esa década, Bret Easton Ellis actualizó, con Menos que cero, la confusión adolescente del mítico El guadián entre el centeno de J. D. Salinger, aderezando las situaciones con drogas, violencia y superficialidad. Más tarde y en castellano, Mañas publicó una copia casi perfecta de Ellis, con sus Historias del Kronen. Lo que hay y otros cuentos incide también en esa democratización de la droga y la agresividad juvenil, sin embargo aquí estamos ante una obra verdaderamente original, que nada tiene que ver con las novelas citadas. Como Las once mil vergas de Apollinaire, Rayco Ancor presenta un libro de pornografía intelectual, mas toma como protagonistas a los jóvenes habitantes del polígono, representantes de una clase obrera sin conciencia de clase, obsesionados por ser ‘normales’, que son incultos, homófobos, machistas y racistas. Exhibiendo una incorrección política insultante, estos cuentos, escritos en primera persona, más que monólogos son diálogos sin respuesta. El personaje narrador, siempre uno distinto, se dirige invariablemente a un colega, un interlocutor que se encuentra, intuimos, al otro lado del teléfono, o frente al ordenador, leyendo un e-mail. El estilo popular y directo, sólo aparentemente descuidado, de Rayco Ancor, se instala de lleno en la era de la comunicación y las redes sociales.
La tensión entre lo global y lo local traspasa como un cuchillo todo el volumen. Rayco Ancor recoge el testigo de la literatura popular canaria para, con una inteligente vuelta de tuerca, resituarla en la actualidad. El habla de los personajes, que se expresan en el cerrado dialecto de los barrios canarios, es, sin embargo, fácilmente ‘entendible’ para un peninsular. Y aunque el lector canario pueda identificar más claramente los estereotipos locales (nada ‘planos’ y en la mayoría de los casos víctimas de risibles creencias contradictorias) a bien seguro esta es una obra que excede lo local. No obstante, el autor sabe sacar buen partido de la dulce fonética canaria, regalándonos un cuento como «La cabeza», donde parece reproducir el desafío ultramacarra que hizo famoso al Batu. Sin embargo aquí, una estudiada métrica fonética, convierte este vergonzoso episodio en un texto de gran calidad estética. Piruetas por el estilo gobiernan todo el libro. En «Ideología», por ejemplo, una elaborada prosa discursiva, que imita a la perfección los hachazos que el habla del poligonero asesta al diccionario y a la sintaxis, explica sin fisuras la teoría de los Aparatos Ideológicos del Estado propuesta por Althusser. O en «Aburrimiento» donde un joven, a todas luces carente del más mínimo capital cultural, somete a su hermana menor, y a la amiga de ésta, a un discurso zafio y gañan sobre la ‘enfermedad homosexual’ y las ‘personas normales’, reflejo inequívoco del modo de pensar que Curri Valenzuela y el ala más facha del PP vienen pronunciando.
Más que la sombra de una sonrisa, las historias mínimas de Rayco Ancor, llegan a provocar la carcajada. El lector es colocado en un constante dilema moral ya que las vidas de estos personajes, su crueldad y estupidez, despiertan sentimientos encontrados: repulsión y risa, asco y diversión. El mismo autor parece hacer un guiño a la conveniencia moral de crear un producto de la cultura que se regocije en estos comportamientos indeseables. En «Gym», Rayco Ancor, da un inteligente giro para contar el nacimiento de los coyotes desde el punto de vista de un profesor de Kick Boxing, obsesionado por El Padrino, convertido en maestro involuntario de una gigantesca banda desorganizada de jóvenes criminales que aterrorizó Las Palmas fin de siècle. El Padrino aparece como un hito cinematográfico incuestionable para todos los personajes masculinos del libro. Honor y violencia mitificada en una trilogía de la más alta calidad artística. El dilema ético-estético está servido.6
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A la luz de estas sofisticadas e irónicas estrategias literarias, al lector le asalta constantemente una sospecha: ¿Es realmente Rayco Ancor el personaje que se presenta en la solapa? La editorial da estos datos: «Rayco Ancor nació en Las Palmas de Gran Canaria en 1981. Comenzó estudios de Formación Profesional (Imagen y sonido) en el Instituto Politécnico de Las Palmas de Gran Canaria. Lo que hay y otros cuentos es el resultado de su pasión por la escritura». Es decir, un escritor de barrio, un joven que no ha terminado la FP y que luce, en la foto que corona este texto biográfico, camiseta de tirantes, pelo cortado ‘al cuadrado’ y pendiente, todo muy del estilo del coyote, el matao canario. Resulta difícil creer que un joven que comparte ‘estilo de vida’ con las subjetividades que deambulan por el libro sea capaz de acabar esta obra con una profunda reflexión sobre el pathos de la Retórica de Aristóteles, o que encabece los cuentos con títulos del tipo «Eros vs. Tánatos» o «Arte Contemporáneo»7. De ser real, Rayco Ancor, supondría un caso de superación del ambiente digno de admiración.
Al contrario que John Cobra o el Batu, Rayco Ancor esquiva a los medios de comunicación, no concede entrevistas, no busca la fama. ¿Humildad? Puede ser, pero también podría ser que Rayco Ancor sea un personaje inventado, el heterónimo creado por un audaz escritor canario que introduce, con esta operación, una ficción absoluta en la realidad mediática. Como quiera que sea, estamos ante una obra innegablemente valiosa. Aire fresco para la literatura contemporánea.
NOTAS
1. BAUMAN, Zygmunt, Vida de consumo, Fondo de Cultura Económica, Madrid, 2007.
2. ZIZEK, Slavoj, Bienvenidos al desierto de lo real, Akal, Madrid, 2005, p. 14.
3. «La industria cultural clásica ocupaba el espacio de lo simbólico: la industria cultural global el espacio de lo real. La industria cultural era la maquina de sueños de Hollywood, la industria cultural global es la bruta realidad. La industria cultural global juega con simulaciones, pero éstas escapan de lo simbólico, escapan de la representación, y como intensidades, como hiperrealidad, introducen un ‘real’ en el cual los medios se convierten en cosas.» LASH, Scott y LURY, Celia, Global Culture Industry, Polity, Cambridge, 2007, p. 11-12.
4. FOSTER, Hal, El retorno de lo real, Akal, Madrid, 2001, p. 153. A conclusiones similares llega Baudrillard en su análisis de la transparencia obscena y pornográfica de la postmodernidad. Ver: BAUDRILLARD, Jean, El otro por sí mismo, Anagrama, Barcelona, 1997.
5. SKEGGS, Beverly, «The Re-Branding of Class: Propertising Culture» en Rethinking Class. Culture, Identity & Lifestyle, Fiona Devine, Mike Savage, John Scott & Rosemary Crompton (eds.), Palgrave Macmillan, New York, 2005, p. 49 y 63.
6. «¿Me hablas a mí? ¿Me estás hablando a mí?» de Taxi Driver, podría ser sin duda otro referente para todo macarra que se precie. Encontramos también, en plena moda psicokiller de los 90, un referente literario que se plantea estas cuestiones ético-estéticas en Pop Corn de Ben Elton (Emecé, Barcelona, 1995)
7. Homenajes a Proust, éxtasis batailleanos, personajes de Stendhal, análisis debordianos, tragedias faulknerianas o abismos psicológicos alla Musil, trufan las páginas de esta obra aparentemente ‘popular’.

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