No sé si os interesará este ejemplo de la eterna y manida polémica que se suscita entre artistas y críticos. Como los artistas tenemos escasas ocasiones de acceder a los medios de comunicación masiva, Internet ha de servir, en este caso, para responder a una crítica escrita por Miguel Cereceda en el ABC Cultural de 29 de mayo de 2004 a propósito de la exposición de Joaquín Ivars INFORMATEADOS.
CARTA ABIERTA AL HERMANO LISTO DE MIGUEL CERECEDA
Querido hermano listo de Miguel Cereceda, te escribo a ti porque, visto lo visto, dudo mucho de las capacidades de tu hermano para entender algunas cosas que se producen en el actual mundo del arte y que ya no tienen que ver con el reparto antediluviano de mandobles desde la tribuna pública y desde el poder que confieren los medios de comunicación. Y aunque a uno le interesa y practica sobremanera el procedimiento silencio del que nos habla Virilio, en esta ocasión, como en tantas otras en las que se producen abusos de poder, el silencio es un derecho pero no un deber al que unos hayan de someterse en beneficio de otros. Así que solicito tu ayuda, quizás la cercanía…
Dile a tu hermano que los artistas están tan legitimados, o tan poco, como los gacetilleros a ejercer la crítica cultural que les venga en gana y que esto de las especialidades (zapatero a tus zapatos) hace tiempo que está siendo visto como una de las más restrictivas medidas de control del ser humano. Decía Edgar Morin que mientras la vida cotidiana genera cretinos vulgares la universidad, con su hiperespecialización, genera cretinos de alto nivel, es decir, memos que no quieren que nadie mueva las casillas porque sienten miedo al vacío que se abre bajo sus pies o porque ven acabarse sus patentes de corso.
Explícale a tu hermano que no tenga miedo de que los artistas hablemos y no queramos sentirnos marionetas en manos de críticos y comisarios institucionalizados y mercenarios mucho más ansiosos de dinero, poder y reconocimiento que muchos artistas. Las pataletas que se marcan los críticos en los medios no son sino maneras de llamar la atención de su precaria existencia. Recuérdale que esto ha ocurrido siempre y que el silencio cómplice de algunos creadores no es demasiado bueno para una sociedad que se quiere crítica y no sumisa con el statu quo.
Hazle saber a tu hermano que no siempre que no se entiende nada es culpa del emisor; el ruido ambiente (las incompetencias varias, los intereses, el actualismo, la saturación, etc) y las torpezas, ignorancias, vanidades, prepotencias y empanadas mentales del receptor son a menudo causa de ilegibilidad que sumada a la autoafirmación ególatra de los más necesitados de ella desemboca en la calumnia y en la difamación.
Cuéntale a tu hermano que además de sus errores perceptivos ha tomado, en el caso de la exposición INFORMATEADOS, el todo por la parte (error de colegiales) y que lo que era parte de una obra, una transcripción del vídeo mitin-anti-mitin, es un ejercicio de autoironía y autocrítica (extensiva, por supuesto) que sólo pertenece a la obra del mismo título y no es un texto explicativo de la exposición. No todos los textos que aparezcan en una exposición tienen que ser metaexpositivos. Normalmente, con una dotación neuronal suficiente, uno se da cuenta de dónde están ubicados y saca conclusiones.
Informa a tu hermano de que, entre sus errores perceptivos quizás no vio la hoja de sala que contenía (no un texto explicativo) un texto de reflexión paralelo, pero nunca con la intención de explicar la obra, que por algo es construida y no explicitada verbalmente. Yo nunca explico mis trabajos entre otras cosas por una cuestión de metodología. Explícale a tu hermano que la explicación entra dentro de los terrenos claros y distintos de las metodologías racionalistas, la ciencia por ejemplo, y es difícilmente exportable a los móviles y múltiples terrenos del arte.
Coméntale a tu hermano que sacar a colación obras como las pizarras de Beuys u otras, no puede suponer que ya nadie en el mundo pueda utilizar las pizarras. (Por cierto que llevo varios años utilizando pizarras (como otros) y, por tanto, no soy deudor de la obra de ARCO¬í 04 del tal Kentridge). Dile que las imágenes son como las palabras, herramientas, y que su reutilización, en sí misma, no debe suponer ningún agravio comparativo. Que Nauman utilice payasos en alguna obra no sé si es óbice para tener que rendirles tributo o pagarle derechos a todos los maestros de la risa que en el mundo han sido. Así que si yo utilizo una nariz de payaso ya me contarás. Esto es tan obvio que hasta me ruboriza tener que decirlo. Y quizás, recomiéndale a tu hermano que antes de escribir sandeces se dé dos paseos «atentos» por las exposiciones. Esto le evitará utilizar las obras como espejos de Narciso y quizás pueda, como Alicia, traspasar el umbral de lo obvio y de la idiotez. Sinceramente, dudo que lo consiga.
En fin, hermano listo de Miguel Cereceda, sé que te pido un favor demasiado ominoso y no voy a hacerlo mayor. Tener que explicarle «otras cosas» a un zapatero que sólo quiere saber de zapatos debe ser una tortura; pero no te quejes, supongo que algún día obtendrás recompensa (no en el ulterior desarrollo del receptor pagado de sí mismo que parece un caso perdido), para tu propia autoestima.
Y a propósito de pagos, por último, pregúntale a tu hermano si es que le pagan o es que es así de tonto y petulante. Igual nos tiene engañados y es más listo de lo que parece.
Muchas gracias por tu atención, hoy también dormiremos tranquilos.
Ah! Te recomiendo pasar por la exposición para que valores tu mismo las disfunciones y maledicencias de tu pariente que tan lejos han quedado de la crítica reflexiva, imaginativa, inteligente y juiciosa que necesitamos todos.
Saludos,
Joaquín Ivars
He intentado buscar el artículo de Cereceda en el ABC, pero no doy con el. A ver si alguno más habilidoso lo consigue
Imposible, los listos de ABC lo han quitado, solo guardan los artículos una semana a no ser que sean «grandes acontecimientos». Desde que se impuso el cobro por visitar las ediciones digitales de muchos diarios, estos cada vez son más rácanos con las cosas que dejan abiertas.
Buscando la crítica original de Cereceda, me he dado de bruces con una entrevista que le han hecho unos estudiantes de H¬™ del Arte Sus conclusiones sus topicazos pero entre sus opiniones destaca esta: » En opinión de Miguel Cereceda, lo realmente bonito es la Estética y la Filosofía del Arte, pero esta salida es particularmente buena porque combina la teoría con el dinero y la fama. Así pues, la vanidad y el ego se pueden llenar a la vez que se está haciendo un trabajo serio y riguroso. »
Bueno sin más os dejo con este ejemplo de la cortedad mental y el ansia de «integración» de uno de los críticos más habituales de ABC Cultural:
¿Qué abarca la crítica de arte?
 
Hay tantas críticas como manifestaciones de las Bellas Artes. La crítica no se ciñe sólo a las artes figurativas sino que incluye otras especialidades como el cine, la danza, el teatro, la literatura…También es posible afrontar la crítica de arte no sólo como actividad sino como tema de estudio, proliferando en la actualidad historiadores y teóricos de la crítica. El trabajo de crítico de arte tiene dos ramas principales: la crítica inmediata de exposiciones y obras concretas, que quizás es la más conocida y que abunda en los medios de comunicación, y el trabajo reflexivo que permite al crítico defender determinada concepción estética en trabajos, artículos, catálogos de exposiciones o conferencias. Así pues, » crítico » no sólo es aquel que firma un comentario en el periódico acerca de determinado espectáculo, sino que su labor presenta otras facetas muy ligadas al estudio sistemático de la experiencia estética.
Además de las salidas vinculadas al periodismo y a los medios de divulgación, el crítico tiene la posibilidad de llevar sus ideas a la práctica en la colaboración con las galerías de arte a la hora de elegir las obras y los autores para hacer una exposición. Tanto las galerías privadas como las públicas acostumbran a buscar entre los críticos a los comisarios de las exposiciones.
 
 
– Criterios para una crítica.
La crítica siempre es subjetiva, por definición. Los criterios, por tanto, son muy abiertos. Miguel Cereceda defiende una crítica de contexto discursivo, mostrar la pertinencia de la obra dentro del movimiento y la época a la que pertenece, ver si aporta algo interesante o no. El objetivo es entender la obra, no limitarse a decir si es buena o mala, hay que rechazar el gusto como criterio, si la obra no tiene un fundamento teórico o historiográfico, merecerá una crítica negativa. Sin embargo, la Crítica actual, por lo general, suele tender a la mera descripción. No se critica sino que se describe con epítetos subjetivos que enmascaran el gusto personal del crítico, cuando no se cae en la pretenciosidad de hacer poesía de la crítica, acabando por no comunicar nada con sentido.
En el trabajo como comisario de exposiciones, el crítico tiene la oportunidad de defender sus propuestas artísticas, pero siempre que se pueda articular discursivamente. A la hora de elegir autores para una exposición los criterios son diversos también: se puede elegir un tema provocativo, escribir un texto y mandarlo a varios artistas para que den su respuesta y escoger a los que mejor han sabido plasmar las ideas del texto. Por otro lado, se pueden elegir obras consagradas y sólo habría que ponerse en contacto con los artistas. La crítica ha de estar siempre en la vanguardia y atender especialmente a los artistas vivos y actuales.
 
 
-Estudios necesarios.
 
No hay obligación de haber cursado unos estudios concretos, pues no se exige para colaborar. Se requiere ante todo una gran afición e interés; un poco de Historia del Arte, información acerca de los otros movimientos intelectuales dentro del ámbito de las humanidades…Por ejemplo, el arte contemporáneo se remite mucho a sí mismo y a su historia, así que resultaría imposible entender una obra sin tener un buen conocimiento de la tradición en la que se encuadra. Los idiomas, y en especial el inglés, son realmente imprescindibles, pues buena parte de los trabajos de crítica relevantes se publican en esa lengua, con lo que dominarla, abre muchas puertas a la hora de trabajar.
 
 
-Importancia actual de la crítica de arte.
 
 
La crítica puede ayudar mucho a que se vaya a una determinada exposición o que se lea determinado libro. Hay críticos importantes, como Bonet o Calvo Serraller, que cuando reseñan positivamente a alguien, se le consolida. La relación entre críticos, artistas y galeristas es un juego de muchas influencias. Un galerista siempre quiere vender y de ahí que influya en el artista en busca de una buena crítica que incremente las ventas. Los galeristas saben qué tipo de obra puede gustar a un determinado crítico y juegan con ello. En realidad, es un mundo muy pequeño en el que el crítico tiene un poder bastante respetable y muchos contactos. Cabe reseñar que sólo el 3% de los artistas vive de su trabajo, de ahí que un apoyo de los especialistas pueda servir de mucho a alguien que intenta abrirse un hueco.
 
 
-Función del crítico en un periódico.
Por lo general, el periódico es el que planifica, pero se puede rechazar una propuesta e influír en las decisiones. Los críticos son sólo colaboradores y no trabajadores, aunque en algunos casos formen parte de las plantillas, en especial los coordinadores, que son periodistas y mandan la información de las galerías y se encargan de distribuír a los distintos críticos por las exposiciones a cubrir. El crítico muchas veces trabaja por su cuenta, como un «free-lance». Existe un vínculo moral fuerte entre crítico y periódico, es muy difícil que un crítico colabore en dos periódicos aunque si pueda hacerlo en un periódico y una revista especializada que no constituya una competencia directa.
El crítico tiene una gran libertad en el periódico, si bien el medio te puede limar algunas cosas, pues te dan una extensión fija y si te pasas tienen que cortar por algún lado. En rigor, no se puede hablar de una censura como tal. En este aspecto, los periódicos más conservadores suelen ser los más progresistas. El trabajo en un periódico y en una revista especializada como «Lápiz» o «Pasajes» es muy distinto. En las revistas las críticas pueden ser mucho más extensas, con una bibliografía más meditada y explicar de donde proviene la información que se da, cosa que , evidentemente, resulta imposible en el suplemento de un periódico.
 
 
-Posibilidades económicas.
 
 
El periódico es el que paga por la crítica, en ningún caso la galería, pues sería notoriamente inmoral. Es más, el crítico no critica una obra en la que esté vinculado. Realmente, se puede llegar a vivir de eso. En » El País» por ejemplo se pagan 20000 pesetas por crítica, pudiendo sólo hacer una por semana, pero sobre todo abre caminos de fama y posibilita otras colaboraciones bien remuneradas: textos para un catálogo, fundaciones, conferencias, asesor de galerías. Como en el caso de los artistas es un escaso porcentaje de los críticos los que sacan dinero con ello y además es un círculo relativamente cerrado, pero si se llega, se puede vivir de ese trabajo.
 
 
-Conclusión.
Es un trabajo muy ligado a la afición personal. Cuando algo te gusta, trabajas espontáneamente. Se empieza a publicar cosas en revistas pequeñas y poco a poco se puede ir dando pasos hacia una posición profesional importante. En opinión de Miguel Cereceda, lo realmente bonito es la Estética y la Filosofía del Arte, pero esta salida es particularmente buena porque combina la teoría con el dinero y la fama. Así pues, la vanidad y el ego se pueden llenar a la vez que se está haciendo un trabajo serio y riguroso.
Germano, sería interesante que indicaras los enlaces que apuntan hacia la fuente. Ahora internet ofrece la posibilidad de comprobar la noticia en su contexto original, para el que desee hacerlo. Quzá, también, por una cuestión de «netiqueta».
Saludos.
Lo que me llama la atención es esta cuestión del vínculo «moral» que no es otra cosa que puro mercantilismo y corporativismo. No está bien visto hacer una crítica en un segundo medio por si acaso estuviera en contradicción con alguna del primero.
Hay de agradecerle que la secuencia de influencias y poderes queda tan clarita:
1. El crítico puede consolidar un artista.
2. El galerista quiere vender.
3. La critica en un periódico aporta el renombre necesario para trabajar para el galerista.
sorry 🙁
Yo lo que me pregunto es como sigues leyendo el ABC, a mi cada vez que lo ojeo me entra disenteria.
Esbozo de la pseudocrítica de arte
(sofismas en torno a la pintura)
ENRIQUE CASTAÑOS AL√âS
El diccionario define el término sofisma como la argucia, razón o argumento aparente con que se quiere defender lo que es falso. En este sentido, la pintura de nuestro siglo ofrece numerosos ejemplos en que no sólo el pintor recurre a sofismas (que afectan tanto a la técnica como al contenido y la forma) al realizar su trabajo, pretendiendo así proporcionarle una apariencia de verdad inconcusa que en rigor no tiene, sino también el historiador de arte y el crítico al enjuiciar aquél. Semejante recurso, sin embargo, se ha hecho particularmente visible y ha dado muestras de una desenfrenada incontinencia en lo que respecta al ejercicio y apreciación de la pintura de los últimos quince o veinte años. Amparándose en una equívoca y ambigua ¬´lógica interna del arte moderno¬ª, a la que se entroniza como sacrosanto rasgo distintivo de la contemporaneidad artística, el pintor, el historiador de arte y el crítico otorgan a veces estatuto de validez a productos de dudosa categoría estética, esto es, substraídos a ciertas leyes del arte que son, primordialmente, las de la forma, pero también las de la técnica. El arte deviene moderno cuando alcanza la anhelada autonomía y se convierte en sujeto, lo cual quiere decir, entre otras cosas, que se libera de la postración vicaria en que la realidad y la naturaleza lo habían mantenido hasta entonces, para ser él mismo ya una realidad independiente, que sólo atiende a sus propias reglas y a su íntima naturaleza estética. De igual modo, y en reciprocidad con ello, que los elementos y materiales que lo distinguen frente a otras actividades del espíritu, son elementos y materiales estéticos, que, en el caso de la pintura, se llaman dibujo, color, forma y composición. Por supuesto que estoy de acuerdo con aquella ¬´lógica interna del arte moderno¬ª, en cuanto que el arte es una realidad diferente de la cotidiana que nos rodea, es decir, en cuanto que es una realidad estética, pero con el mismo énfasis reivindico la ¬´lógica interna del arte¬ª, entendiendo por tal no solamente la que se rige por las leyes del discurso estético, que pueden parecer absurdas o contradictorias, sin serlo, desde una perspectiva no estética, sino también, y de manera esencial, la que se subordina, en el caso de la pintura, a las leyes del dibujo, el color, la forma y la composición. El arte puede ser invención, pero nunca capricho o arbitrariedad, no de los temas, donde sí que son lícitos, sino respecto de las leyes que rigen su estructura interna. Si un cuadro, pongamos por caso, no se somete a esas leyes, no es arte. Y la razón de ello estriba en que el arte, al menos el que presenta un carácter físico tangible, es principalmente eso, estructura (podría pensarse que ello no concierne al conceptual tautológico, pero incluso en este caso extremo se hace indispensable hablar de una estructura eidética). La ¬´lógica interna del arte moderno¬ª no puede erigirse en patente de corso para, al cobijo de las sedicentes ¬´obsesiones del artista¬ª, hacer tabula rasa de aquellas leyes. Ya sé que la habilidad o, mejor, la creatividad de un pintor no puede juzgarse a estas alturas del siglo por la ¬´corrección¬ª de las formas que emplea, pero creer, según opinan algunos críticos e historiadores de arte, que el juicio estético debe fundamentarse en lo que aquéllas tengan de ¬´personal e intransferible¬ª, no resuelve, por incompleto, qué debe juzgar el crítico. A diario se nos ofrecen multitud de formas plásticas ¬´personales e intransferibles¬ª (en el fondo todas lo son, pues hasta cuando se pretende copiar a la naturaleza o a otro artista, subsiste una interpretación inalienable) que, sin embargo, son torpes y carecen de pericia. Si se trata de un pintor figurativo, que usa soportes y técnicas tradicionales y, además, extrae sus motivos de la naturaleza, bien sean figuras o paisajes, al margen de la singularidad de sus símbolos y asociaciones, el juicio debe extenderse necesariamente a la dicción pictórica y a las líneas del dibujo, no tomando como modelo, en el supuesto de que ese pintor sea de este tiempo, una caduca ¬´corrección¬ª académica, sino una corrección ínsita también del arte figurativo contemporáneo, esto es, que la pincelada se aplique con destreza y agilidad en el toque y el dibujo posea garbo y soltura, seguridad.
Quizá en todo esto haya tenido su parte de responsabilidad la facilona y, de otro lado, comprensible predilección de algunos críticos e historiadores de arte, por no hablar del gran público, por los iconos vinculados o próximos al movimiento surrealista (también, pero en menor medida, al simbolismo), el menos consistente de todos los de la vanguardia histórica (caso muy dispar es el del expresionismo del periodo de entreguerras, aunque algunos de sus códigos ling√ºísticos se tergiversen y se disfracen en la posmodernidad de un vago e impreciso romanticismo crepuscular), no sólo por la producción de sus protagonistas, quienes, salvo honrosas excepciones, suelen proponernos imágenes demasiado literarias y muy poco estéticas que constituyen la delicia de los escritores que hablan de pintura pero a los que no les interesa el arte, sino porque ha sido pábulo de todo tipo de confusiones sobre cuáles sean los lenguajes de éste, sirviendo a la vez de pretexto, dado que lo único importante es la ¬´originalidad de los motivos y la imaginación del artista¬ª, para hacer pintura de sospechosa calidad formal y técnica, aunque, eso sí, ahíta de un ¬´personalísimo discurso narrativo¬ª y de eso que ahora se llama, sin que nadie sepa muy bien qué significa, ¬´concepto¬ª. Se arrincona, así, el cómo y se enaltece exageradamente el qué. El contenido subyuga y devora con apetito insaciable a la forma. La pintura termina convirtiéndose en dilecta ocupación de psicoanalistas y eruditos autosatisfechos de comprobar sus muchos conocimientos, cuando no en una búsqueda detectivesca cuyo fin es descifrar complejos y ocultos significados.
Esto del significado y del simbolismo escondido de los cuadros, tan grato a determinados críticos e historiadores de arte (quienes por doquier encuentran ejemplos donde acomodar las brillantes conclusiones de la escuela iconológica), aunque también a ciertos pintores neofigurativos, hasta el punto de que al final del catálogo editado a propósito de la reciente exposición de uno de ellos en una galería madrileña se incluye un pormenorizado vocabulario iniciático escrito por el artista y destinado a orientar a los espectadores por entre el intrincado dédalo de una simbología secreta, aquel reino de las alusiones veladas o prácticamente indescifrables, decía, se ha puesto muy de moda a partir de mediados los setenta. La verdadera pintura es pensamiento, pero pensamiento, no simple y necio, sino claro y distinto, como diría el padre de la filosofía moderna. Una pintura, tanto da que sea abstracta como que sea figurativa, necesitada de demasiadas explicaciones del autor, es, dígase lo que se quiera, una pintura obtusa, vocablo éste cuyo origen etimológico es muy preciso: algo romo y sin punta. Estimar, como así lo hago, que la pintura debe defenderse por ella misma y sus solos medios, ni mucho menos significa que reclame el imperio de lo obvio y de lo preestablecido. Dificultad, sí, pero la que enriquece el intelecto y estimula el entendimiento, no la que se refugia en ocurrentes proposiciones y juegos de adivinanzas.
Permítaseme una brevísima consideración postrera. Difícilmente un pintor de nuestros días, que no haya cumplido todavía los cuarenta años y se halle, por tanto, en permanente evolución, puede haber conseguido la ambicionada madurez creadora.
En el último ABC Cultural, el arriba mencionado Cereceda daba un repaso al trabajo pictórico de Imanol Marrodán. Del cual llegaba a decir que su trabajo le gustaría si fuera (o se hiciera el) tonto, o si realmente fuera el hermano tonto del listo Cereceda , tal como le había señalado «un mediocre artista resentido». Por este comentario podemos deducir que este señor no está acostumbrado a que le rebatan sus ideas en sus mismos términos, yo le recomiendo que no se haga mala sangre y que aprenda a encajar las críticas, por humilde que sea su alcance. Tambien indicarle que él mismo hace muestra de resentimiento con esa afirmación . Sr .Cereceda ya que es usted crítico, haga un poco de autocrítica, es bueno para la salud mental.
Encantado mindundi jilipollas,a mi padre ni le tosas, que a ti te toca mucho el culo que mi padre sea mejor que tu,POR QUE SOY EL NIETO DEL HERMANO LISTO DE MIGUEL CERECEDA,¿CUAL DE ELLOS EH? UNA MITAD SON ABOGADOS Y LA OTRA SON,ARTISTAS,ESCRITORES PROFESORES Y NOSEQUE MÁS
SON 10 HEMANOS asi que pueden tomar denuncias y escribo esto para que sepas que eres un jilipollas.
Yo exactamente tengo 12 añitos,mamón.