La premisa de que somos lo que consumimos... concluye en que somos
lo que desechamos. Nuestras basuras trazan nuestra arqueología, son
fuentes valiosísimas de información sobre los misterios de nuestra
vida y cultura. Sobre esto explora el original artista inglés Gavin
Turk (perteneciente, por supuesto, a la Young British Artists).
Al día siguiente de su inauguración, la noticia ocupó
las páginas de algunos periódicos locales. En la desidia del viaje
en metro hacia sus trabajos, los londinenses miraban perplejos la noticia. Una
foto a toda página y a todo color mostraba la pieza Pile: siete bolsas de basura esparcidas por el suelo de la galería. Pero más que escandalizarles la propuesta artística —los londinenses andan casi curados de espanto en cuanto a arte contemporáneo se refiere, sobre todo después de la retransmisión televisiva anual de la Turner
Prize en la Channel 4—, lo hicieron los titulares que informaban del
precio que alcanzaba: 80.000 libras esterlinas. Ésto les resulta ya más
difícil de digerir y es entonces cuando aparece la pregunta de turno: ¿pero
es ésto arte? Los curiosos que nos acercamos hasta la sala pudimos
admirar la perfecta factura de unas hiperrealistas bolsas de basura realizadas
en bronce. Ninguno pudimos sustraernos a la idea de burlar la vigilancia para
poder tocarlas (como sucedería ya con los muñecos
inflables de los Champman también de bronce, en la Turner Prize, o
los muñecos de cera de Duane
Hanson y Ant Noises,
en la Saatchi Gallery).
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[detalle2]
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Si bien resulta completamente imposible detectar movimientos y estilos que definan
el arte actual, sí descubrimos tendencias absolutamente acordes con una
intención de mercado y de estrellato artístico. En estos momentos
parece ser la de las formas hiperrealistas y del tromp l´oeil, que recuperan
para el arte la factura preciosista artesanal de lo perfectamente acabado. A penas
es posible diferenciarlo de lo real si no es a través del tacto y/o una
contemplación exhaustiva. Nada que ver con el ready-made o el object trouvé
de antaño, el arte ahora se procuce y se recrea en la perfección
de la mímesis.
Y nosotros mientras tanto por la galería o el museo ¿contemplamos
o buscamos el arte?
Esto constata una nueva lucha en el seno del mundo del arte entre el parrasianismo y el zeuxismo. ¿No estáis de acuerdo?
Esto merecería una explicación ¿no?
Efectivamente Aitor, ese comentario del Perro merece una explicación. Están aludiendo al capítulo que parecen haber protagonizado, en la Grecia Clásica del siglo V a.C., los exitosos pintores Zeuxis y Parrhasisus. Prestos a medir sus habilidades artísticas en público, compitieron por realizar las pinturas más realistas capaces de engañar al ojo, en un momento en el que el mayor logro para el arte era su capacidad de mímeis, el efecto de duplicidad de la apariencia del mundo real. Cuentan que Zeuxis realizó sobre lienzo las uvas más realistas, de manera que hasta los pájaros, engañados por el efecto literal, picotearon de ellas. Satisfecho con el resultado, Zeuxis pidió a su rival que levantase la cortina que cubría su obra para compararla con la suya. Parrhasisus declaró que su obra consistía, nada más y nada menos, en la representación de lo que todos pensaron, incluido Zeuxis, que era una cortina. El efecto de «trampantojo» (de engaño al ojo), absolutamente relacionado con las cuestiones filosóficas de Verdad, Belleza y Bondad que se atribuían al arte verdadero, se inició en la Antig√ºedad Clásica y, a través de la fotografía, no parece habernos abandonado nunca del todo. Con artistas plásticos como los comentados en «¿Contemplando o buscando al arte?» queda confirmada, como declara el Perro, «la nueva lucha en el seno del mundo del arte entre el zeuxismo y parrasismo».
Por esa misma razón, si una nueva forma de confusión con lo real se recupera otra vez para las artes plásticas. Y la factura preciosista del acabado impoluto impide a nuestro ojo percibir un arte que se camufla con lo real, un nuevo tipo de percepción debería también nacer con este arte: la del reconocimiento táctil. Nada de carteles prohibitivos de «no tocar», nada de vigilantes, nada de cordones ni detectores sonoros. Aboguemos por una verdadera relación entre arte-vida y toquemos que, como los pájaros de Zeuxis, es lo que finalmente acabamos haciendo todos ante este tipo de obras, aún a riesgo de la consabida reprimenda. ¿Quién puede vencer la tentación? Yo no.
Caramba. Mónica, te superas.
Totalmente de acuerdo contigo. Sería muy bueno eliminar las prohibiciones que separan la obra del espectador. El problema es que las instituciones como los museos o fundaciones necesitan alimentar la mitificación del arte y del artista para poder sostener su actividad. Bajo la excusa del deterioro los museos mantienen sistemas de vigilancia cuyo fin último no es otro que elevar el arte a la categoría de intocable (ahora en el sentido más literal).
Te pediría otra aclaración, y perdona mi torpeza, pero ¿por qué has elegido el título del artículo?
Me preguntaba si éste artista fué el mismo que enlató sus propias eses y la tituló consecuentemente :»Mierda de artista»
Hola soy nuevo por aquí!
Estimado Aryosto, bienvenido, aunque aquí todos somos más o menos nuevos (je, si bien alguno quisiera ser un poco más nuevo si cabe). Este al que te refieres debe ser Piero Manzoni.
ME PARECE QUE TODO ES ARTE, ES UNA MAJADERIA ESTAR CUERSTIONANDOSE, ES UN ASUNTO DE VISION,AVECES QUIENES CUESTIONAN SON LOS ARTISTAS Y N O LOS PUBLICOS, ESTO SE DEBE A QUE COMO ELLOS NO LO HICIERON, NO CONCIBEN EN QUE OTRO ARTISTA LO HALLA CREADO.SOY DE COSTA RICA y soy director de LA MUESTRA INTERNACIONAL ARTE LIBRE HERNAN HIDALGO H.