El fin justifica los media

Un pequeño y apresurado pensamiento sobre arte y política a raíz de los acontecimientos del 13 de Marzo, jornada de reflexión electoral.


EL FIN JUSTIFICA LOS MEDIA
En 2002 fuimos invitados a participar en BIG SOCIAL GAME, bienal de Turín centrada en propuestas artísticas que incidían en preocupaciones y reflexiones de carácter político y social. El proyecto de Lyn L√∂wenstein consistía en la reproducción de pancartas con diversos lemas de distintas reivindicaciones. El resultado era desolador, la descontexlualización de esas herramientas en el «marco expositivo» las vaciaba de contenido y las reducía a una «taxonomía de la manifestación». Su propósito era pensar como el pueblo puede cambiar sus condiciones de vida a través de la construcción de un nuevo imaginario ligado a la creatividad y a la protesta política autónoma.
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Esto viene a cuento por que resulta difícil ponerse a escribir en estos días post-11M sin tener en la cabeza todos los hechos que han sacudido Madrid, y aunque evitemos hacer un repaso de datos ya conocidos por todos, si que nos gustaría recordar como el sábado 13, jornada de reflexión electoral, miles de ciudadanos de Madrid se echaron espontáneamente a la calle y sitiaron la sede del Partido Popular. Según la tozuda realidad se iba imponiendo crecía la indignación, en la que el hecho de la muerte indiscriminada se sumaba a la evidencia de manipulación mediática, ¿resistencia civil a los mecanismos de ficcionalización que rigen nuestra sociedad? ¿Modelos de intervención sobre los medios? A las dos de la tarde del día 13 nos llegó un sms en el cual se convocaba, sin partidos, a la mencionada concentración a partir de las seis, con una recomendación: «pásalo». PSJM comentó «todo gracias a Movistar», es decir: una multinacional generando espacio público crítico (cuántas posibilidades publicitarias). Allí se veían pancartas hechas con stencil, la técnica de muchos grafitteros que desde las paredes han hecho su propia campaña, como No Azwar. Y sobre todo se oía Radio La Puta Cabra, «todo el que llega, habla», un carrito que transportaba una batería conectada a dos altavoces que se elevaban sobre la multitud, el micrófono ofrecido sin restricciones daba paso a las últimas noticias recogidas en internet, a consignas, comunicados, canciones… (cuando su constructor se la llevaba se quejaba por los megáfonos de que le habían acusado de ser del PP)
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Meses atrás jugábamos, en un texto para un proyecto, a cruzar ahistoricamente la cita de Maquiavelo «el fin justifica los medios» con aquella de (uno de los tontos más convencidos del siglo XX según Debord) Mac Luhan «el medio es el mensaje». En aquel momento no alumbramos el resultado de esa bastardía.
EL PERRO

9 responses to “El fin justifica los media

  1. La palabra es catarsis.
    Si friamente visto la situación «informativa» (vaya eufemismo) de estos días ha sido de todo menos ética (recordemos las instrucciones a embajadores o la separata a todo color de El Pais del Domingo, por si se habían enfriado los ánimos a la hora de ir a votar, ya que nadie lee), lo que puede definir el comportamiento de la masa es la falta de sentido crítico.
    El medio no es el mensaje, pero según el medio rebajamos nuestro sentido crítico, y si ya el mensaje incluido en el medio nos parece remotamente posible o concuerda con nuestro ideario, lo aceptamos sin más.
    Al final tendrá razón aquel que dijo que toda civilización está a dos comidas del caos.
    Nihil obstat.

  2. Bueno, viendo este comentario anónimo parece que ha hecho irrupción en el weblog lo que podriamos llamar el «nihilismo del oficinista». Apunta, apunta y no acaba de disparar…
    Gabriel Albiac, filósofo de cabecera de El Mundo, escribía en su columna que Al-Quaeda ha ganado las elecciones y que España había decidido morir, al evitar sus responsabilidades en la guerra y rendirse. ¿es esto lo que nos quieres decir, anónimo comunicante?

  3. En absoluto, quiero decir que los comportamientos fascistoides y la falta de sentido crítico rezuman en ambas orillas, pero se es muy tolerante (y crédulo) con según qué y hacia dónde apunte, siempre dependiendo de qué lado nos encontremos. Era simplemente una invitación a una reflexión adicional a lo sugerido por El Perro en una de las entradas de weblog más inteligentes que he leído sobre el asunto, aunque no la comparta plenamente.
    Por cierto, nihil obstat -nada que objetar-, no tiene relación alguna (ni se pretende jugar con las palabras en este caso) con el nihilismo, aunque fuese de su denostado colectivo de oficinistas, que veo asocia a algún tipo de lumpen intelectual.

  4. A mí me parecen muy razonables los comentarios del anónimo comunicante. No quiero entrar a fondo en el tema porque algunos argumentos de algunas entradas la verdad es que no sé si los comparto o no, porque no los entiendo del todo.
    Me recuerdan precisamente al lenguaje que antes empleaba Gabriel Albiac, antes de convertirse en lo que es hoy, en que al menos dice claramente las barbaridades que se le ocurren.
    Creo que se debería ser un poco más flexible en muchos asuntos y que considerar, por ejemplo, como hace el supergurú actual Guy Debord (en paz descanse), que MacLuhan es un pensador absolutamente tonto es una simpleza.
    No hace falta estar de acuerdo con MacLuhan para reconocer que tiene muchas ideas interesantes, muy interesantes, que era un gran lector y un pensador bastante más profundo de lo que lo ha sido nunca, en mi modesta opinión, Debord.
    Posiblemente es exagerado considerar como sucedió en su época que el «Entendiendo los medios» era el mejor libro teórico del siglo XX, pero tampoco es para tirarlo a la basura.
    Es muy fácil descalificar de un plumazo a un escritor por una teoría o tesis más o menos errónea. No quisiera yo hacer lo mismo con los libros de Debord para no ser tan simplista, pero lo bueno de MacLuhan es que no hace falta que sus ideas sean correctas para que se aprendan muchas cosas leyendo sus libros. Sus teorías no anulan su entendimiento.
    Es cierto que MacLuhan a menudo construía lemas y frases para repetir, como Debord, pero tras McLuhan, creo, se halla además de esas frases, casi siempre algo interesante.

  5. Por terciar un poco en los comentarios…
    Desde luego el ejemplo del anónimo comunicante sobre la manipulación de la masacre en El País Domingo es palmario. El manejo informativo, el encuadre de las noticias y su circulación es un arma tan poderosa que nadie que quiera detentar poder puede soslayar. Pero en este punto y a pesar de dejar de lado nuestro querido relativismo posmoderno, queremos aclarar que no podemos ser otra cosa que parciales y militantes: contra el autoritarismo del gobierno saliente, contra su desprecio por la voz popular, contra sus maneras filofranquistas…
    Si hemos sido oscuros en el comentario, pedimos perdón, pero estamos dispuestos a aclarar todo lo que haga falta.
    Por no empezar a justificar lo que hemos escrito, ni desmenuzarlo quirúrgicamente, de momento nos centraremos en los comentarios de Daniel sobre MacLuhan-Debord: no es nuestra intención poner a Debord por encima de MacLuhan, más bien nuestro interés es reflejar esos choques de ideas que tienen su validez, por encima de sus confrontaciones. MacLuhan ya vio que en «Entendiendo los media» quizás se le había ido la mano del entusiasmo y lo matizó en un librito altamente recomendable: «El medio es el masaje» en el que preveía eso precisamente: el masaje cerebral de los medios sobre los receptores, idea en torno a la cual Debord también dedicó gran parte de su pensamiento, y creemos que a pesar de modas y pesares tanto «La sociedad del espectáculo» como «Comentarios sobre la sociedad del espectáculo» son pilares del pensamiento crítico actual (¿de qué hablan Baudrillard y Auge, cuando se refieren al simulacro o al todo ficcional , respectivamente?). Debord, como todos, tuvo sus meteduras de pata (¿habeis leido nuestro comentario a la entrada de Germano París en este mismo blog, titulada «Guy Debord a los libertarios»?). Y desde luego el pensamiento situacionista es en ocasiones terriblemente maximalista y por eso muchas veces paralizante.
    Otra cosa más, sin querer hacer de esto una edición electrónica de «Negro sobre Blanco», hay una autobiografía de Debord: «Panegírico» que sin entrar en las densidades de los otros escritos de él antes mencionados, resulta muy interesante para entender al personaje.

  6. LA FUERZA DE LA CALLE
    En pleno siglo XXI, y con frecuencia mediante nuevas formas tecnológicas del boca a boca, la ocupación vindicativa de las calles recupera su viejo protagonismo.
    Junio del 2001: el Banco Mundial suspende su cumbre por miedo a protestas masivas. Marzo del 2002: los grandes mandatarios europeos han de acampar en las afueras de una ciudad que les niega su hospitalidad. Marzo del 2003: la guerra de Irak es impugnada por miles de voces al unísono. Y el próximo sábado, las calles lo recordarán. Marzo del 2004: un apropiación espontánea del espacio público anuncia la derrota en las urnas de la mentira de Estado. Cada año, una nueva prueba: abajo, a ras de suelo, una potencia sin poder; arriba, contemplándola temeroso, un poder impotente.
    MANUEL Delgado
    Profesor de Antropología de la UB

  7. La masa carece de juicio crítico si la mayoría de sus componentes (o los que generan corrientes de opinión) carecen de él. Conozco casos (y, me temo, son representación de un amplio espectro de población) de individuos que no les importa la guerra porque está lejos. Estos son, vulnerables a la manipulación mediática, los que cambian su voto cuando la guerra se acerca en forma de atentado.
    Hubo y hay manipulación. Estamos inmersos en una serie de informaciones contradictorias e interesadas. La prensa inglesa, al contrario que el gobierno español, atribuía los atentados a la jihad aún antes de conocer los hechos. Cada uno dice lo que le interesa y, si luego adquiere tintes de verosimilitud, la cosa se acepta como auténtica.

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