MANIFIESTOS. Voces individuales desde el imaginario colectivo
Un proyecto de Ana G. Alarcón
11 octubre – 14 noviembre, 2013 . El Butrón (Sevilla)
MANIFIESTOS. Voces individuales desde el imaginario colectivo toma como punto de partida el manifiesto, invitando al creador a reflexionar en torno a él y a crear su propio manifiesto, acorde al momento actual. Se ha trabajado con artistas de diferentes generaciones que, a su vez, tienen estéticas muy dispares, aunque todos ellos con una línea activista, comprometida con su tiempo.
El manifiesto es, y ha sido, una herramienta que da voz a una sociedad, una vía de expresión y reivindicación de un grupo social, político o artístico. En el ámbito del arte contemporáneo, desde la época de las vanguardias, se erige como elemento generador de discursos para movimientos artísticos, corrientes e ideologías
El manifiesto es, y ha sido, una herramienta que da voz a una sociedad, una vía de expresión y reivindicación de un grupo social, político o artístico. En el ámbito del arte contemporáneo, desde la época de las vanguardias, se erige como elemento generador de discursos para movimientos artísticos, corrientes e ideologías.
Los artistas que forman parte de la exposición, tomando como punto de partida el manifiesto, plantean y reivindican su condición (política, social y activista) como creadores. Este proyecto induce a reflexionar sobre la idiosincrasia del propio manifiesto, sobre lo que éste simboliza y sobre el peso, o la pertinencia, que puede tener en el momento actual. De esta manera, el artista, desde un posicionamiento individual, plantea su propio manifiesto, ya sea desde la palabra o desde la acción. Estas voces individuales, reflejan y construyen un imaginario colectivo, unas necesidades universales que se hacen patentes como reflejo y eco de una sociedad y un tiempo.
El término manifiesto lleva consigo toda una carga de asociaciones conceptuales, de alusiones a aspectos tanto históricos como actuales. El manifiesto, como indica Valcárcel Medina «es una cosa demasiado obvia (…) manifiesta lo que quieras, no hay lenguaje subterráneo (…)». En este sentido, la Real Academia Española define manifiesto como «(adj.) descubierto, patente, claro», así como: «Escrito en que se hace pública declaración de doctrinas o propósitos de interés general», aunque también encontramos alusiones a temas religiosos (Santísimo Sacramento) o a mercancías marinas. Por otro lado, «poner de manifiesto algo» se define como exponer al público algo. A su vez, si acudimos a la palabra en italiano, manifesto, ésta se traduce como cartel, aunque también como manifiesto. El cartel es el elemento que materializa gran parte de las propuestas de los creadores que forman parte de la presente muestra, el cual se convierte en reclamo y proclama de cada voz, plasmando el mensaje de los creadores.
Estos trabajos responden a una necesidad de reflexionar sobre nuestro entorno, sobre unas características reales cada vez más evidentes que se corresponden con otros momentos de nuestra historia. El manifiesto, de índole artística o política, corresponde a esta obligación de dar voz a un determinado grupo o colectivo. En el campo artístico, es una expresión reivindicativa que podemos incluir dentro de los movimientos sociales de cada tiempo ya que el arte responde a requisitos específicos de cada momento. Concretamente, en esta muestra, nos centramos en un arte crítico, que responde a unas inquietudes actuales.
En este sentido, Rogelio López Cuenca (A los artistas, 1937-2012, 2012) toma como punto de partida un escrito vinculado a la producción artística de los años 30. Éste es apropiado y trasladado a un escenario aparentemente distinto, la actualidad. De este modo, pone en paralelo dos situaciones revolucionarias donde el propio sistema artístico sigue trabajando como si no sucediera nada. En su propuesta, encontramos tanto estos paralelismos como contradicciones, temas poliédricos que se van construyendo en red. Dos realidades figuradamente muy distantes, que provienen de contextos en principio desiguales, pero estrechamente relacionadas.
Sobre el compromiso desde la creatividad, Isidoro Valcárcel Medina afirma: «El compromiso del arte no está vinculado a circunstancias especiales, sino que es perenne (…) el arte nunca debe estar conforme (…) ahora, a lo mejor resulta más llamativa esa necesidad, pero en cualquier momento es su obligación». En su conversación, nos muestra su visión sobre el manifiesto como herramienta, del que afirma no ser muy devoto aunque en ocasiones ha recurrido a él como en el caso de su Manifiesto del Arte Ambulante (1976). Trata aspectos vinculados a su pertinencia, así como otros derivados y estrechamente relacionados con el momento actual, desde una perspectiva social y cultural, y desde el arte contemporáneo. Nos habla de una obligación adquirida por el arte, de una necesidad de meterse como una cuña en cualquier faceta del poder político, de una responsabilidad de que el compromiso aflore: «Las armas del arte son mucho más sutiles y profundas».
También desde el contexto artístico, apropiándose de consignas de los manifiestos dadaísta y surrealista, así como de slogans del situacionismo y del punk, DEMOCRACIA (No hay espectadores, 2010) realiza una acción a la salida de la feria de arte Art Bruselas. En ella se dirigen a los visitantes con consignas que interpelan al espectador sobre su propia condición, «eres responsable lo quieras o no», toda vez que lanzan la mirada hacia una realidad: «¿Qué ha hecho el arte por ti? (…) nada».
Frente de Socorro Simbólico Internacional (Manifiesto, 2013) esboza un manifiesto donde demanda la liberación de obras con conciencia social presas en instituciones reaccionarias, fascistas y burguesas. Estas piezas, descontextualizadas en los espacios donde se exhiben, fueron creadas con un espíritu revolucionario. Para ello, F.S.S.I. pone sobre la mesa circunstancias concretas de obras específicas, cuestionando la pertinencia de su ubicación en la institución donde se encuentran, así como su lectura, dificultada por todos los elementos contaminantes que se añaden a cada obra por el contenedor que la acoge. De este modo invitan a reflexionar sobre la ubicación de estas piezas, muchas de ellas con título, autor e institución específica; así como a discurrir sobre un arte crítico y social, hecho por y para el pueblo, y cómo el sistema capitalista acaba absorbiéndolo y creando un nuevo seno para éste. F.S.S.I. nos vuelve a trasladar a contextos revolucionarios, creando un hilo que une el de los años 30 con el de finales de los 70 y primeros de los 80 para llegar al actual, donde también se está creando un arte crítico en la línea de la necesidad de nuestro tiempo, en un contexto también revolucionario.
Karmelo Bermejo con Aportación del ruido al ruido (2006) irrumpe en una realidad incorporando elementos que se articulan en una misma dirección, en este caso más ruido. Introduce, en este sentido, sonido en un espacio donde prima el caos y la contaminación acústica. De este modo se inserta el primer movimiento de la Kleine Nacht Musik de Wolfgang Amadeus Mozart interpretado por Iván Prilepcanski en la calle Ost-West-Str de Hamburgo, una avenida estridente donde apenas se aprecia el violín. Ruido sobre ruido, sobre caos, que no altera el flujo cotidiano de este espacio público. Una acción a modo de manifiesto que aúna dos fenómenos audibles muy dispares, la música de Mozart con el ruido del tráfico y los coches de una gran avenida, dos elementos que, como señaló John Cage a medidos del sigo XX, eran susceptibles de ser música. Noaz (Menos es menos, 2013) nos acerca a conceptos vinculados a la pérdida y a la muerte. Bajo el lema «menos es menos», nos habla del fin, de aspectos que tratamos como tabú pero que están ahí, que debemos enfrentarnos a ellos y mirarlos de frente. Nos recortan derechos y libertades, convierten nuestras vidas en trabajo, controlan nuestra economía doméstica dirigiendo nuestros gastos, nuestro consumo, nuestros intereses y nuestros gustos. Deterioran servicios públicos primarios como la sanidad y la educación, desprecian recursos básicos y vitales. Necesidades primarias que muchos asumen y procesan como un cambio para preservar una ideología, optando por el silencio para continuar defendiendo sus ideas. Pero en realidad son cosas que ya no tenemos, «menos es menos», lo que muere muere, desaparece y no se sustituye, simplemente se evapora. El poder actúa como un gran depredador que arrasa con unos derechos sociales básicos y así es como Noaz plasma su manifiesto, como una imagen carnívora y nociva que extermina todo lo que tiene a su alcance. Núria Güell (Papel Mojado (Aplicación Moral Desplazada #3: art 472CP*)), plantea el manifiesto desde la acción, centrado en la Constitución española de 1978. Ésta, es tomada por la artista que, mientras esboza su propia hoja de ruta, se orina sobre ella. De este modo, inhabilita el libro por el mal estado en que queda. Como consecuencia, la biblioteca en que se encuentra decide darlo de baja y enviarlo a reciclar. «El artículo 472 del Código Penal dicta que son reos de delito de rebelión los que deroguen, suspendan o modifiquen total o parcialmente la Constitución». Sin embargo, en agosto de 2011, el gobierno modificó la Constitución sin consultar, aprobando el artículo 135.3 que dicta los créditos para satisfacer la deuda pública de las Administraciones como prioridad absoluta. Núria Güell nos invita a reflexionar sobre la Constitución española y el estado democrático en que vivimos; así como a repensar la relación del sujeto y las leyes impuestas, induciendo a que cada uno actuemos bajo nuestra propia ética. Nos habla de responsabilidad, de conciencia y de la posibilidad de crear un único gobierno legítimo, regido por necesidades reales e individuales, que hacen posible una vía de emancipación. Pequeños gestos y actitudes que pueden generar consecuencias, conclusiones que responden a necesidades reales.
En esta misma línea, y también desde la acción, bajo la premisa de plantear unas propias normas acordes a los derechos reales, Marco Godoy (No es tiempo para metáforas. Inutilización, 2013) plantea su manifiesto, vinculado a una necesidad y a un contexto concreto: «Girona sella los contenedores para evitar que se busque comida en ellos» (El País, 7 de agosto de 2012). Esta nueva normativa ha hecho que el ayuntamiento cierre los contenedores orgánicos de los supermercados, eliminando de este modo la molesta imagen de personas rebuscando en ellos en busca de su única fuente de alimento. Afirman que es para evitar que enfermen por consumir productos que pueden estar en mal estado, llegando a generarse un conflicto en cuanto a cómo se gestiona la comida. Marco Godoy propone esta problemática y, a su vez, crea gestos de desobediencia, generando resultados con gestos mínimos, como vemos en el trabajo de Núria Güell, planteando el crear una línea de acción acorde a unas decisiones específicas y personales. Con esta acción, devuelve a los habitantes de Girona la oportunidad de elegir, de escoger si quieren consumir esos productos desechados por las superficies. Se establece un nuevo valor, presente en todo el discurso expositivo, el control que el sistema ejerce sobre todo, así como el beneficio propio en cada uno de sus actos, directa o indirectamente. La fricción entre institución, en este caso representado en la soberbia empresarial apoyada por la administración, y los problemas sociales. De este modo, se llama la atención sobre la necesidad de redefinir las cosas en el momento actual.