1930-1980. Medio siglo excepcional de la historia del cine español. Después de la India, España era durante la Dictadura el país con más salas de cine del mundo, Madrid llegó a tener más de 200 a la vez; estaban en todos los barrios, muchos inmensos, con capacidad para miles de personas. El cine siempre terminaba por llegar a todos los rincones del país siendo, para la mayoría de la gente, su única forma de cultura.
El cine era una punta de lanza para conseguir más libertad, la sociedad se dividía con su opinión frente a estas películas, al igual que las fuerzas políticas o el Gobierno pues los escándalos de algunos estrenos motivaron verdaderas batallas que acababan con la dimisión de algún ministro. Estas películas ayudaron decisivamente a acabar con alguno de las peores aspectos de la dictadura y también a conseguir antes nuevos derechos civiles.
La desaparición de la censura y de las propias salas de cine, la presencia masiva de la TV y la forma individualizada de ver las películas, la convierte en una época irrepetible
LAS PELÍCULAS DE MAYOR ESCÁNDALO EN ESPAÑA
Películas hechas contra el Poder, contra la República, contra la Guerra inCivil, contra la represión franquista, contra el Hambre y el Estraperlo, contra la Iglesia, contra Franco, contra la Falange, contra la Guardia Civil, contra la Pena de Muerte, contra la Familia y el Patriarcado y contra la mismísima Virgen María.
De una forma u otra todas sufrieron robos, sabotajes, incendios, desplantes, descalificaciones, protestas, provocaciones, amenazas, obstáculos, prohibiciones, inhabilitaciones, secuestros, juicios penales y militares, excomuniones, exilios, enfrentamientos, agresiones y cargas de la policía. De algunas, el gobierno mando hacer contra-películas para intentar remedar el daño que sufrieron y de las que más recuerdo dejaron, se rodaron segundas partes por otros directores, en homenaje a las originales.
Muchas de éstas películas llegaron a ser lo que fueron gracias a los Festivales de Cine de Cannes, Venecia y Berlín que, cuando participaban en ellos, la mayoría seguían prohibidas o secuestradas en España. Los directores burlaban la censura con la inteligencia; para muchos de ellos fue su caldo de cultivo natural y para algunos fue bajo su presencia, y no después, cuando hicieron sus mejores películas.
No se consideran las prohibidas directamente por la Censura*, las ya censuradas, pues suprimidas las escenas que consideraban peligrosas, su estreno no suponía escándalo alguno o las que, cuando lo hicieron después de Franco, se vieron ya con total normalidad. Tampoco las películas provocadoras que causaron impacto en la cultura o las costumbres pero que se vieron sin mayores sobresaltos.
Por la brevedad de la edición no es posible detallar las numerosas citas y referencias que se han consultado de Internet, donde se pueden encontrar gratis todas las películas que aquí aparecen.
(*Censura viene del latín, de «censo», inventario de bienes y personas para poder cobrar impuestos. Como solo votaban los ricos, el censor, eliminaba, bajo supuestos bienes éticos, a los enemigos políticos).
LA EDAD DE ORO
Luis Buñuel. 1930
El primer escándalo de la historia del cine, película mito del superrealismo (mal llamado luego surrealismo) y una de las primeras películas sonoras de Francia, donde se pudo oír por primera vez la voz en off en el cine. Sólo estuvo en cartel 6 días, pues la extrema derecha destrozó la sala y acabó prohibida por la policía. En Madrid se estrenó en sesión única y privada en nov. 1931 en el Palacio de la Prensa y al mes siguiente en Barcelona; en ambas ciudades fue prohibida inmediatamente. La madre del productor viajó a Roma para evitar que Buñuel fuera excomulgado por el Papa. Ese año el director, que ya era comunista militante, viaja a Hollywood invitado por la Metro Goldwyn Mayer para presentar la película, donde conoce a Charles Chaplin y a Sergéi Eisenstein. La policía prohibió el visionado del largometraje incautando las copias. En Madrid la prohibición duró hasta 1978 y hasta 50 años más tarde nada menos, no pudo verse en Nueva York (1980) y en París (1981).
Es la película más violenta y destructiva de Buñuel, y supone un ataque a la Iglesia, a la burguesía, a las instituciones, la defensa del amor libre, etc. Comienza con la pareja protagonista revolcándose amorosamente en el barro junto al mar, observada por un grupo de obispos a los que, al final, se les ve en forma de esqueletos seguidos por un cortejo que se aproxima formado por curas, políticos y militares. El hombre es detenido y mientras la policía lo lleva por las calles de París, se ve a gente a su paso, pateando primero a un violín, luego a un perro pequeño que sale por los aires y al final a un ciego que queda derribado en el suelo.
La segunda mitad de la película transcurre en una fiesta en un lujoso palacio. En su interior, lo primero que se ve es una vaca encima de la cama del dormitorio y una custodia con la hostia sagrada en el suelo de uno de los coches en que llegan los invitados. Desde sus ventanas se observa cómo un hombre mata con su escopeta al niño que lo acompañaba por haberle dado un manotazo al cigarro que se estaba liando. En el baile, el protagonista abofetea con gran escándalo a una mujer por haberle derramado en la mano la copa de licor que le ofrecía, por lo que huye con su amada, escondiéndose por los jardines para besarse y revolcarse de forma obsesiva, metiéndose ella lascivamente en la boca el dedo gordo del pie de una estatua próxima, exclamando al final: «¡que alegría haber asesinado a nuestros hijos!». La fiesta termina con el amante arrojando por la ventana a un obispo y a una jirafa.
La película acaba con la salida de un castillo del marqués de Sade, caracterizado de Jesucristo. Todo esto aderezado con la música de la sinfonía Pastoral de Beethoven.
TIERRA SIN PAN
Luis Buñuel. 1932
Fueron franceses en 1890 y 1910 los primeros que estudiaron y denunciaron la cruda realidad de las Hurdes, comarca al norte de Extremadura, la más atrasada de nuestro país en su época, marcada por la enfermedad, el bocio, la miseria y el analfabetismo. Era tan notorio su atraso que el rey Alfonso 13 la visitó en dos ocasiones; en 1913 con el escritor Miguel de Unamuno y en 1922 con el doctor Gregorio Marañón, creándose al final una Comisión Sanitaria. Tanto viajecito y tanto estudio no sirvieron para nada, por lo que diez años más tarde, ya en la Segunda República, Buñuel para «luchar contra la sociedad que detestaba» y para denunciar el olvido en que permanecían sus habitantes, se propuso hacer allí su siguiente película, lugar en el que no se conocía ni el pan, de donde sacó el título, utilizando para ello el escándalo como principal arma. Su amigo, el intelectual anarquista Ramón Acín le había prometido que si le tocaba la lotería la produciría, así sucedió a los pocos meses y mantuvo su palabra financiándola.
La película no se rodó en las Hurdes sino en Las Batuecas, un valle colindante de la provincia de Salamanca. A su estreno en el Palacio de la Prensa de Madrid en 1932 acudió Marañón, quien salió indignado del cine por lo desagradable que era y protestando enérgicamente contra ella, al igual que el gobierno de la Segunda República que decidió prohibirla al considerarla denigrante para el país. Cinco años más tarde se estrenó en Francia donde, también a los pocos días, se retiró a instancias del gobierno francés y de la prensa.
La Hurdes consiguió escandalizar a los gobernantes e intelectuales de su tiempo. Fue prohibida en España durante los tres gobiernos republicanos y no se autorizó hasta después de la muerte de Franco.
Aunque las Hurdes ya no se parecían en nada a la de la película, los reyes Juan Carlos y Sofía hicieron el paripé de visitarla en 1988, en recuerdo del viaje de su abuelo. Tanto resentimiento existe todavía con esta película, que con motivo del centenario de Buñuel en el 2000 los alcaldes de tres pueblos de Las Hurdes se opusieron a que la comarca le rindiera un homenaje.
Casi veinte años después de «Tierra sin Pan» Buñuel repitió la jugada con «Los Olvidados», retratando los barrios más pobres de la ciudad de México. Para conocerlos a fondo estuvo cinco meses antes del rodaje recorriéndolos vestido con las mismas ropas harapientas que sus habitantes. El estreno provocó reacciones violentísimas, con intentos de agresión física contra el cineasta, durando solo cuatro días en cartel y solicitando la prensa y los sindicatos la inmediata expulsión de Buñuel del país. Escándalo que se desinflo de inmediato al ganar ese mismo año el premio al mejor director en el Festival de Cannes. En 2003 «Los Olvidados» fue seleccionada por la UNESCO como una de las tres películas dignas de integrar la Memoria del Mundo.
GILDA
Charles Vidor. 1946
Su estreno en 1947 en Madrid fue el primer escándalo cinematográfico del franquismo. Interpretada por Rita Hayworth, uno de los mitos eróticos de la época junto con Marilyn Monroe y Ava Gardner. Rita protagoniza dos escenas míticas: primero una sugerente interpretación de la canción “Échale la culpa a Mame” (actriz y cantante francesa famosa por quitarse la ropa al final de cada actuación), seguida de un striptease tan explosivo como breve (solo se quita un guante) y después la bofetada que le propinó Glenn Ford, su pareja en el film, aunque en una escena previa ella le había abofeteado a él. La película la hizo tan famosa que su imagen aparecía en la primera de las bombas atómicas que se habían tirado el año anterior en el atolón de las islas Bikini y que dieron nombre al bañador de dos piezas, pues se pensaba que su uso iba a ser «más explosivo que la bomba». Incluso se enterró en la cordillera de los Andes una copia de la película para que se conservase en caso de un desastre nuclear.
Rita Hayworth, nombre artístico de Margarita Carmen Cansino, era hija de un humilde bailarín sevillano que emigró a Nueva York, donde ella nació y tuvo que cambiar su nombre y su pelo para quitarse el aspecto latino. Se llegó a casar con Orson Welles y como ella misma decía: «todos los hombres que conozco se acuestan con Gilda, pero se levantan conmigo».
En Madrid, aunque no llegó a prohibirse, la película causó gran escándalo. En el estreno se tiró un tintero lleno a la pantalla y el diario falangista El Alcázar titulaba al día siguiente «la multitud, indignada, entona el Cara al Sol frente al cartel de Gilda». Fue considerada «gravemente peligrosa» por la Iglesia Católica que la clasificó para mayores de 21 años. Decía que era la más descarnada muestra de inmoralidad proyectada desde el 1 de abril de 1939 en las pantallas españolas, exigiendo que se tomaran medidas implacables contra la película. Según relata Sara Montiel: «a las chicas de 14 y 15 años nos decían que no la viésemos porque iríamos al infierno».
El obispo de Canarias amenazó con excomulgar a todos los que la viesen; no era de extrañar, pues antes ya había amenazado igualmente a los curas que iban a ver partidos de fútbol. También organizó que se repartieran panfletos en las puertas de los cines, lo que hacía que el morbo fuera en aumento, con la consiguiente decepción, pues Rita lo único que se quitaba era ¡un guante!, escena que los espectadores recordaron como una de las más eróticas del cine. El arzobispo de Granada prohibió proyectarla a los empresarios, a los fieles presenciarla y a los confesores negarles la absolución a los que la vieran. Su estreno en Málaga al año siguiente causó incidentes con lanzamiento de tinteros contra las taquillas y puertas del cine. Estuvo prohibida durante cinco meses al cabo de los cuales se volvió a estrenar sin mayores consecuencias.
SURCOS
Nieves Conde. 1951
Considerada por algunos una de las mejores películas de la historia del cine neorrealista español, con guión transformado por Gonzalo Torrente Ballester a partir de un argumento original de Eugenio Montes (embajador de España en Portugal). Aunque ganó el segundo Premio Nacional del Sindicato del Espectáculo y el primer premio del Círculo de Escritores Cinematográficos, no alcanzó el éxito comercial que se merecía.
«Surcos» muestra fielmente el modo de vida en los barrios madrileños de Lavapiés y Arganzuela y causó polémica por tratar por primera vez los temas tabú de la época como el éxodo rural, la miseria y el estraperlo (juego de ruleta introducido en España durante la Segunda República por los judíos holandeses Strauss, Perel y Lowann, produjo un gran escándalo político y se utiliza como sinónimo de mercado negro o comercio ilegal de bienes sometidos a impuestos por el Estado). Este negocio montado sobre el hambre de la mayoría, significó un enorme reparto de la riqueza entre las clases adictas al régimen contribuyendo a la pobreza y al desarraigo de la gente estableciendo diferentes categorías de cartillas de racionamiento.
Fue atacada por la Iglesia católica que la consideraba ambigua y peligrosa y la Comisión Episcopal de Ortodoxia y Moralidad la calificó como «película gravemente peligrosa». Su director Nieves Conde, a pesar de su condición de falangista camisa vieja y de haber tenido altos cargos en el régimen de Franco, tuvo problemas con la censura que evitó que se pusieran de manifiesto los graves desequilibrios entre el campo y la ciudad, reduciendo a un caso aislado el problema de la masiva emigración rural mostrada en la película. En el guión original, en la escena final cuando se vuelven al pueblo, la protagonista salta en marcha desde el tren para regresar a Madrid (esta escena no aparece ya que se prohibió por la censura).
Por esa manipulación del final resulta tan indignante la hipócrita denuncia falangista del mercado negro, concediendo a la película una inmerecida fama de rebeldía y de película maldita. La polémica que acompañó al estreno de «Surcos» puso de manifiesto las tensiones internas del régimen que acaba de cambiar de Gobierno ese mismo año y el escándalo que produjo en ciertos medios, ocasionó la dimisión del entonces director general de Cine, José María García Escudero, quien había apoyado la película para que obtuviera la calificación “de interés nacional”.
VIRIDIANA
Luis Buñuel.1961
Buñuel, exiliado en México tras el fin de la Guerra Civil, decidió rodar la película en España, motivo por el que fue duramente criticado por los republicanos españoles en el exilio. La censura española aprobó el guión y autorizó su rodaje porque se presentó una copia sin sonorizar y sin los dos planos más conflictivos: el crucifijo-navaja y la escena de Lola Gaos subiéndose las faldas. Antes de salir para el festival de Cannes donde se presentaba ese mismo año, fue vista en España por las autoridades correspondientes. La película presentada como española, recibió la Palma de Oro, máximo galardón, lo que provocó en España un escándalo considerable y fue inmediatamente prohibida por el Gobierno y destituido el Director General de Cinematografía por haber subido al escenario a recoger el premio.
En Italia, a causa de un artículo muy hostil aparecido en el periódico del Vaticano «L’ Observatore Romano”, cuando se estrenó en Milán, fue secuestrada y se inició un procedimiento criminal contra Buñuel con la amenaza de un año de cárcel si ponía los pies en el país. Vittorio de Sica vio la película en México y salió de la sala horrorizado. En París, se exhibía con un cartel que decía: «El director cinematográfico más cruel del mundo.»
En 1962 se presenta a la censura para su exhibición en nuestro país, pero fue igualmente prohibida aunque se habían cortado algunos planos como el de la corona de espinas ardiendo, cambiado el diálogo de varias secuencias y el final original de la cinta. Buñuel, obediente, propuso un final diferente en el que una partida de cartas se convirtió en una muy sutil referencia a un trío sexual que terminó siendo más pernicioso que el primero y que fue aceptado por el censor jefe en aquella época, quien conocía perfectamente las intenciones de Buñuel e incluso había alabado el homenaje que hacia el final de «Viridiana» a la película «El Apartamento», rodada por Wilder un año antes. Aprovechando la oportunidad de la creación en España de las salas de «Arte y Ensayo», la presentó en en 1968 y fue prohibida de nuevo. Volvió a hacerlo al año siguiente con un metraje más reducido pero la Comisión de Censura, se vuelve a ratificar en su decisión.
El que la película estuviera rigurosamente prohibida en España durante 16 años no quiere decir que no pudiera verse, ya que en Madrid y Barcelona se proyectaba clandestinamente con cierta frecuencia en las Embajadas e Instituciones que poseían proyector. Se accedía a la sesión mediante un «santo y seña» que se facilitaba previamente por teléfono a los asistentes para eludir a la policía. También el operador de la película José Fernández Aguayo proyectaba de vez en cuando en secreto en su casa, una copia en 16 mm. Al final la película se estrenó completa sin problemas en Madrid en 1977.
MORIR EN MADRID
Fréderic Rossif. 1963
Esta película es la historia de un engaño y el posterior y monumental cabreo del franquismo. Fue encargada en 1962 a Frédéric Rossif, realizador francés de origen yugoslavo sin apenas experiencia, para que filmara una historia que mostrara las atrocidades del régimen. Como resultaba imposible rodarla dentro de España, decidieron engañar al gobierno franquista, solicitando permiso para el rodaje de la película «La España eterna» que «enseñara al mundo a un país en desarrollo, abierto en ideas, lleno de vitalidad y preparado para recibir a millones de turistas de todo el mundo». Y claro, el gobierno español necesitado de cambiar su imagen en la Unión Europea, a la que acababan de solicitar su ingreso, aceptó gustoso tragándose el anzuelo y poniendo a su disposición los archivos del NODO y una ayuda permanente que le abriera todas las puertas.
El director francés, escoltado siempre por policías y guardias civiles, filma iglesias, plazas de toros, juergas flamencas, la Semana Santa… y es recibido con los brazos abiertos por los gobernadores civiles. Ante el temor de que lo descubran, el director no graba las manifestaciones o huelgas que se producen, por lo que decide filmar ciudades y campos y algo para llenar esa España negra, oscura, subdesarrollada, agachada, católica y reprimida. El resultado fue una película sobre la guerra civil española y las Brigadas Internacionales, a la vez que una película feroz que muestra el peor rostro de la Dictadura.
Enterado el gobierno de que ha sido engañado, presionó a Francia para que la prohibiera; como fracasa en sus intentos a nivel diplomático, ofrece a los distribuidores galos 300 millones de francos por los negativos y todas las copias de la película, con igual efecto. Al final se exhibe en París con un resultado espectacular; la película fue polémica en todo el mundo. Al año siguiente se exhibe en Roma con un éxito increíble igual que en algunos países del Este, excepto Rusia, contando con numerosos premios internacionales y la nominación al Oscar al mejor documental del año en 1965.
El gobierno intenta contrarrestar y encarga a Eduardo Manzanos «Por qué morir en Madrid», una réplica a la película francesa, con los conocidos guionistas R. García Serrano (“Marcelino, pan y vino”) y J.M. Sánchez Silva (“Franco: ese hombre”) que la acaban en 1967. Pero resulta una anti-película sin garra y poco creíble por la utilización de ideas subjetivas llenas de ardor patriótico, apoyadas en el arrebato y el nerviosismo de una réplica. Además han pasado cuatro años y “Morir en Madrid” ya ha hecho todo el daño posible en el extranjero, no es conveniente mostrarla a los españoles y queda olvidada, Al igual que “Morir en España”, otra anti-película encargada al impresentable Mariano Ozores; película tan mala como la de Manzanos y ambas políticamente igual de inoportunas para la nueva estrategia del Régimen.
«Morir en Madrid» se estrenó sin cortes en España en 1978, sin embargo, para los españoles de entonces deseosos de olvidar el pasado, la película no pasa de ser un mero documental histórico.
EL VERDUGO
Luis García Berlanga. 1963
Azcona se inspiró para escribir el guión en la última mujer ajusticiada a garrote vil en España cuatro años antes. El verdugo se negó a ejecutarla, por lo que hubo que emborracharlo y llevarlo a rastras hasta el patíbulo. Estrenada en septiembre de 1963 en el Festival de Cine de Venecia, fue galardonada con el Premio de la Crítica Internacional, lo que provocó en España un escándalo gigantesco. El embajador español en Roma fue el primero en darse cuenta de la torpeza que había tenido la censura que, tras unos cortes previos, consideró la película como «inofensiva y sin peligro a nivel ideológico» y no logró neutralizar la carga subversiva de una España mísera, triste y amordazada y denunciaba a esta comedia como una “maniobra de la propaganda comunista y anarquista” y a su director como «compañero de viaje de los comunistas»; el mismo Franco tildó a Berlanga de “mal español”.
Pero un suceso inesperado convirtió la película en un alegato contra la pena de muerte: dos semanas antes del estreno se ejecutó a garrote vil a dos acusados de poner dos bombas en Madrid que solo causaron heridos. Un asesinato legal de la dictadura ya que, 33 años después, los verdaderos autores se autoinculparon públicamente en Francia de los hechos. Llovía sobre mojado, pues ese mismo año el comunista y policía como su padre, Julián Grimau, quien participó activamente en la represión contra los anarquistas en Barcelona, fue condenado en Consejo de Guerra por hechos acaecidos en la Guerra Civil. Fue el primer gran escándalo del franquismo en el extranjero, con una campaña en la que pidieron inútilmente el indulto de Grimau a Franco, desde el jefe de estado ruso Khrushchev hasta el Papa. Franco tuvo que adelantar su ejecución unos días para que no le amparara la entrada en vigor del reciente creado Tribunal de Orden Público. Su fusilamiento en el cuartel militar de Campamento fue un auténtico drama; la Guardia Civil se negó y el Capitán General de Madrid rehusó que su ejecución la hicieran militares de carrera; tuvo que ser el propio Franco quien diera la orden de que fueran jóvenes reclutas que asustados y sin experiencia, dispararon 27 balas sin conseguirlo; un teniente tuvo que rematarlo y acabó sus días en un psiquiátrico. Sólo hubo un borrón al gran éxito internacional de «El Verdugo» y fue el del «inteligente» y sobrevalorado crítico de cine francés Robert Benayoun quien calificó la película de ultrafranquista. El humor negro tan español de las películas de Berlanga no ha seducido nunca, ni antes ni después de “El Verdugo», a la cursi e intelectualizada cultura francesa que prefería, con mucho, al serio e ideológico J. A. Bardem.
La película fue maltratada por los exhibidores que suprimieron los ruidos del maletín con los hierros del garrote y algunas alusiones a la religión y no estuvo en cartelera todo el tiempo que le correspondía. El éxito le valió a su director un purgatorio de 4 años, pues tuvo que esperar hasta 1967 para hacer cine de nuevo en España.
LA PRIMA ANGÉLICA
Carlos Saura. 1974
La película representó oficialmente a España en el Festival de Cannes de 1974, recibiendo el Premio Especial del Jurado, hecho que muchos consideraron una conspiración contra el honor de España, de la censura y del facherío español. Saura trataba de contribuir con sus películas al cambio social y político del país y lo hacía, como muchas de sus películas de esa época, de manera metafórica como forma de protegerse ante la censura. La película narra un viaje de la memoria entre1937 y 1973, donde, entre líneas, la familia representaba al país y la niña o sea, la prima Angélica, a la España republicana. Se golpeaba así los pilares básicos del aparato ideológico del régimen: la Iglesia castradora, el autoritarismo de la familia patriarcal, el sexo y la política.
Uno de los trucos para despistar a la censura franquista en películas comprometidas era recurrir a actores muy comerciales, como ya hicieran Bardem con Lucía Bosé en «Muerte de un ciclista» y Berlanga con Nino Manfredi en «El Verdugo». Se pensó que algunos censores se relajarían al ver que José Luis López Vázquez era el personaje principal. El productor Querejeta fue presionado hasta lo indecible para que quitara las escenas en la que un personaje aparece siempre con el brazo escayolado en alto en forma del saludo fascista, pero su negativa rotunda acabó con una crisis de gobierno, con el cese de los ministros de Información y Turismo y de Hacienda. Al final, tras infinidad de retrasos y amenazas, la censura acepta con reparos la película.
Su carrera comercial no fue un camino de rosas. Aunque nunca fue prohibida formalmente, la prensa más conservadora provocó que en Madrid el escándalo fuera mayúsculo, aumentando así la curiosidad en torno a la película. En un ambiente de ataques a Galerías de Arte y librerías progresistas, la película fue objeto de numerosos actos vandálicos de la ultraderecha, con robos de rollos de la película y bandas de defensores y detractores que se manifestaban dentro y fuera de los cines, aplaudiendo y abucheando cada una de sus escenas. El cine Balmes de Barcelona fue atacado con bombas incendiarias. A partir de entonces y a pesar de colgar en cada sesión el cartel de «localidades agotadas», el miedo de los exhibidores hizo que dejara de proyectarse y durante cierto tiempo se suspendió la distribución nacional de la película.
A pesar del clima de hostilidad que la rodeaba, «La prima Angélica» fue al final el primer éxito de taquilla formidable de Querejeta y de Saura. La polémica en España sólo incrementó el interés del público extranjero que, gracias a su difusión en los principales festivales internacionales, logró presentar una imagen alternativa de España, mostrando la existencia de un cine de calidad, opositor al régimen y alejado de los estereotipos característicos del
cine franquista.
CANCIONES PARA DESPUÉS DE UNA GUERRA
Basilio Martín Patino. 1976
Película documental con imágenes y canciones de los dos bandos de la Guerra Civil y la postguerra españolas, ideada después de un viaje en coche de su director con Carmen Martín Gaite cuando canturreaban viejas letras de Concha Piquer.
Fue aprobada por la censura ese mismo año tras aceptar Patino 27 de los 43 cortes exigidos, pero cuando la vieron los responsables del Festival de San Sebastián la rechazaron indignados, alertando a las autoridades. El vicepresidente del gobierno Carrero Blanco nombró una Comisión Especial de funcionarios, obispos y militares, que dictaminó que la película era «malintencionada y corrosiva» y sentenció la prohibición fulminante de exhibición que se mantuvo durante los seis gobiernos que hubo hasta que fue estrenada en nov.1976, un año después de la muerte de Franco. El diario falangista «El Alcázar» la denunció violentamente, calificando a su autor de «adulto encogido y canijo, agonizante y llorón». Su exhibición en Madrid fue tensa desde el principio y al mes y medio del estreno hubo graves incidentes en el descanso de la proyección al pronunciar tres jefes de Falange una arenga en el escenario, que fue interrumpida por gritos de espectadores disconformes, surgiendo también gritos de apoyo, a la vez que se lanzaban octavillas desde el entresuelo y se colocaba en el patio de butacas una pancarta de diez metros de largo con el yugo y las flechas. Durante días hubo fachas con barras de hierro esperando en la acera de enfrente la salida de lxs espectadores, pero la gente empezaba a sacudirse el miedo y estuvo cuatro meses de exhibición a cine lleno.
El escándalo dividió profundamente a la sociedad española tras la muerte de Franco, de forma parecida al que produjo ese mismo año en Francia la película «Cantos de la ocupación», de Halimi, incapaces de soportar 33 años después la visión de su vida cotidiana con los nazis en la segunda Guerra Mundial. Tan sonada fue la bronca en España de “Canciones para después de una guerra”, que cuando la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de los Ángeles solicitó una copia a la Dirección General de Cine para exhibirla en EEUU, contestaron que esa película «no había existido nunca».
Que una película con autorización ya establecida, con subvenciones y calificación destacada, en un arranque de Carrero se determine que hay que destruirla, ejemplifica la arbitrariedad del régimen, Es un ejemplo supremo de cómo el arbitrismo y la violencia de la dictadura aún funcionaba en 1971. Y a raíz de eso, el director decide irse de los caminos del régimen y entra en la clandestinidad con sus dos siguientes películas: «Queridísimos Verdugos» y «Caudillo».
Fue tan grande el daño que «Canciones… hizo al régimen, que en 1975 encargó al director fascista Eduardo Manzanos Brochero una contra-película, «Canciones de nuestra vida», en respuesta a la obra maestra de Basilio Martín Patino. En definitiva, una película irónica, amarga, entrañable e imprescindible en nuestro cine, que debería ser obligatoria su exhibición en las escuelas a modo de exorcismo de nuestro pasado.
Desde 2008 «Canciones para después de una guerra» se proyecta ininterrumpidamente en el Centro de Arte Reina Sofía, en una de las salas dedicadas al Guernica.
EL DESENCANTO
Jaime Chávarri. 1976
«El Desencanto», expresión muy popular en la izquierda de esos años, es un documental en torno al fallecido poeta franquista Leopoldo Panero y las conversaciones de la viuda y sus tres hijos, 12 años después; un relato sobre la crueldad atávica de las relaciones familiares y el papel de los ausentes que escandalizó a su época y que todavía sigue fascinando. En palabras de Fernando Trueba, «uno de los films más políticos que nunca se han hecho en nuestro país, de los más corrosivos, de los más feroces”; no en vano un escalofrío nos recorre el espinazo cuando se oye al principio decir “a raíz de la feliz muerte de nuestro padre…”. La película estaba programada para participar en el Festival de Cine de San Sebastián de 1976, pero su productor Elías Querejeta decidió retirarla, con gran polémica.
Al estreno en septiembre asisten la viuda Felicidad Blanc del brazo de poeta Luis Rosales: «Ven, que te va a encantar la película» y al final de la proyección, él salió pitando sin despedirse de nadie. Otras personalidades tan sólo vieron las primeras escenas y abandonaron el local. De los dos cines de Madrid donde se proyectaba, en el de la Gran Vía (antes Avda. de José Antonio) duró sólo una semana, pues al principio la película pasó casi desapercibida; pero eran los años de plomo de la transición, 6 meses antes del estreno la policía había asesinado a 5 obreros en Vitoria y 4 meses después los falangistas harían otro tanto con los 5 abogados de Atocha y esta película, con toda su austeridad y rareza, era una carga de profundidad que se promocionaba sola poco a poco. A la gente no le interesaba la poesía, sólo le movía el morbo de ver a una madre y sus tres hijos poniéndose a parir entre ellos. Llegó a ser un éxito colosal de nuestro cine manteniéndose 6 meses en cartel en Madrid y 5 en Barcelona.
Fue la última película española que sufrió los rigores de la Censura, que ahora se llamaba Junta de Calificación y Apreciación de Películas y que sólo suprimió unas breves alusiones a experiencias sexuales en la cárcel, autorizándola para mayores de 13 años. Los sectores más reaccionarios arremetieron contra la familia Panero que recibieron cantidad de cartas amenazadoras y llamadas anónimas de viejos fascistas y de indignadas conservadoras insultándolos agriamente. Claudio Rodríguez decía que las declaraciones de la familia eran «ruines, viles y cobardes» y Francisco Umbral, que «Los Panero haciendo almoneda de privacidades… da como un poco de asco».
La película dejó tanto recuerdo en la sociedad que casi 20 años después y ya fallecida la madre, Ricardo Franco dirige «Después de tantos años», una continuación del documental en la que dos de los hermanos rememoran el tiempo transcurrido.
Cuando se estrenó «El Desencanto», parecía una orgía irreverente de improperios y blasfemias y sin embargo ahora semeja un juego de niños comparado con cualquier programa del corazón en las sobremesas de nuestra televisión.
EL CRIMEN DE CUENCA
Pilar Miró. 1979
El crimen de Cuenca es la primera película española prohibida tras la Constitución. Es un fuerte alegato contra la tortura y trata de unos hechos ocurridos en 1910 en un pueblo de Cuenca que Ramón J. Sender había descrito en su novela «El lugar de un hombre» en 1939. La película cuenta la historia de dos labradores que son acusados de asesinar a otro para robarle el importe de la venta de unas ovejas. Aunque nunca aparece el cuerpo de la víctima, son detenidos y torturados salvajemente por la Guardia Civil, declarándose al final ellos mismos autores del crimen. Tras pesquisas y diligencias, al año siguiente se archiva la causa pero un nuevo juez reabre el sumario en 1913 y cinco años más tarde un jurado popular los condena a 18 años de cárcel por asesinato, de los que cumplieron once. En 1926, dos años después de haber recobrado la libertad, una solicitud del propio «asesinado» de su partida de bautismo pone en evidencia la inocencia de los condenados.
Franco llevaba 5 años muerto pero el gobierno de la UCD se asusta con la negrísima visión de la Benemérita y la minuciosidad de las torturas descritas en la película y a finales de 1979 le niega la licencia de exhibición por un posible delito de injurias. En febrero del año siguiente los militares secuestran la película y en abril, un Tribunal Militar procesa a Pilar Miró por “ofensas a la Guardia Civil» estando a punto de ser encarcelada.
Hubo muchas protestas contra aquel atropello. Se amplificó el escándalo al presentarse en dic. 1980 en la Sección oficial del Festival de Berlín. Al final en marzo 1981 la Audiencia Provincial de Madrid archivó la causa, acabando así un secuestro de más de año y medio, durante el cual no pudieron impedir que la película se viera fuera de España. En agosto 1981 se estrena en Barcelona y Madrid, pero con el añadido de un cauto rótulo inicial aseverando que la película no pretendía ofender a nadie.
La polémica que acompañó a esta película acompaño también su éxito, pues ayudó decisivamente a que nunca más un civil fuese juzgado en este país por un tribunal militar, cuestión que enfrentó duramente entre ellos a los dos sectores del franquismo de esos años.
ROCÍO
Fernando Ruiz Vergara. 1981
Otra película secuestrada por los militares y la primera realizada en España sobre la represión franquista. Un documental sobre la peregrinación del Rocío en Huelva, a la que acuden todos los años más de un millón de personas y que analiza la veracidad de la aparición de la Virgen y el apoyo de las Hermandades a las matanzas en julio 1936 en Almonte.
El director abandona su Huelva natal y acaba en 1974 en la Lisboa de la Revolución de los Claveles, donde trabaja con la activista portuguesa Ana Vila en documentales y Festivales de cine. En 1976 empiezan «Rocío» y en 1978 filmaron en la Romería, donde se suspende, pero no se olvida, el odio entre los caciques y campesinos y un vecino de Almonte, lugar en el que no hubo represalias contra las gentes de las derechas, señala a J. M. Reales, terrateniente y alcalde en la dictadura de Primo de Rivera y fundador de una hermandad rociera anti-republicana, como el «jefe de la banda de asesinos” que mataba a palos a los detenidos, asesinando a 99 hombres y una mujer del pueblo.
Se estrenó en el I Festival de Cine de Sevilla de 1980; ganó el primer premio, y luego el 4 feb.1981 en Madrid con asistencia de la intelectualidad andaluza, pero «Rocío» levanta ampollas y los hijos del denunciado Reales, esperan al 23F para presentar una querella en Sevilla contra su director, Ana Vila y al vecino que denunció, por «escarnio a la religión católica e injurias y ultrajes a persona fallecida». Y eso que, por prudencia, en la película no aparece su nombre, sólo una foto con los ojos tapados por un recuadro negro. Se ordena el secuestro de la película. Aun así, ese año se estrena en San Sebastián y Alicante y es seleccionada por el Ministerio de Cultura para el Festival de Cine de Venecia de 1981. En junio de 1982 y al haber asumido el director toda la responsabilidad, fue el único condenado a 2 meses de arresto, multa de 50.000 ptas. y una indemnización de 10 millones de ptas. y se prohibía la proyección de la película a menos que se suprimieran las alusiones a Reales de la cinta, cosa que el director se negó en redondo. Hasta el The New York Times habló de esta sentencia.
La película volvió mutilada a los cines en mayo 1985, sin los 3 min. censurados, sustituidos por el director con una pantalla en negro con el texto de la prohibición. Pero hay un pacto de silencio político y la versión emitida por TVE en los años ’80 y ’90 está cortada y sin aviso de ser una obra censurada. Todavía hoy no se puede emitir íntegra en España por sentencia del Tribunal Supremo de 1984.
Pero la verdad histórica ya no se puede ocultar y «Rocío» reaparece en 2005 en Huelva gracias a su recuperación por la Memoria Histórica, siendo imparable el goteo de artículos, ciclos y seminarios. En el Festival de Cine Europeo de Sevilla de 2013 José Luís Tirado estrena «El Caso Rocío», un vibrante documental que denuncia la censura ejercida sobre «Rocío» y como a su director la prohibición significó el final de su carrera cinematográfica, destrozándole la vida. Se exilió por voluntad propia a Portugal en1984, hasta que falleció solo en 2011 en un Hospital de Beneficencia.
YO TE SALUDO, MARÍA
Jean Luc Godard. 1984
Una fábula trasladada al tiempo actual sobre una joven que, como la Virgen María, queda embarazada sin haber mantenido relaciones sexuales. La película fue nominada en el Festival de Berlín de 1985, donde las escenas del desnudo frontal provocaron un gran escándalo. El Papa Juan Pablo II organizó un rosario de desagravio condenando esta versión blasfema de la Virgen, generando desde ese momento una enorme cantidad de ruido, con oleadas de acciones judiciales y protestas de agrupaciones católicas en Alemania e Italia, donde la película fue retirada de los cines tras numerosos incidentes. En Francia hubo manifestaciones de protesta de integristas católicos y ultraderechistas. En Argentina no se permitía prohibir películas, pero esta nunca se estrenó en las salas nacionales.
En su promoción en el Festival de Cannes, al subir el director al escenario le estamparon una tarta en la cara y resultó que había sido pagada por él mismo. El farsante de Godard buscaba ansiadamente un escándalo para «Yo te saludo, María», consiguiendo al final que le asediaran los fieles de medio mundo. Se estrenó en Madrid en junio 1985 en un período de tensión entre la Iglesia y el gobierno socialista; días antes, el ABC había caldeado el ambiente advirtiendo que la película «trata materia de dogma» y que había que guardar «el debido respeto a los creyentes». En las primeras proyecciones en los cines Alphaville hubo vigilias que gente arrodillada rezando ostentosamente el rosario. La mayoría del público acudió a verla impulsado por el escándalo encontrándose con que, lejos de un filme blasfemo, era una historia en blanco y negro hermética y aburrida. Pero fue la mecha que hizo prender después una campaña carcatólica de verdad en otros lugares de España y que llevaron a la Conferencia Episcopal a lamentar la proyección de la película y ponerse a disposición para organizar protestas contra ella. Hubo intentos de incendiar los cines de Barcelona y Madrid, donde hubo manifestantes heridos en los enfrentamientos con la policía.
Diego Galán comentaba hace poco en RNE que las iniciales protestas en el estreno en Madrid de «Yo te saludo, María» estaban organizadas y pagadas, que era una argucia del distribuidor de la película para desencadenar expectación con el escándalo. Repetición de la que ya había montado con «Jesucristo Superstar» donde también simuló a fanáticos católicos protestando en su estrenó en el cine Luchana de Madrid durante la Semana Santa 1975. Al final motivó escándalos de verdad, con continuos incidentes. Los Guerrilleros de Cristo Rey arremetían contra las carteleras de la película, rajándolas y arrojando botes de pintura negra en las pantallas del que se atrevió a estrenarla.
MAPA DE CINES DE MADRID. 256 cines en Madrid desde 1939..
https://www.google.com/maps/d/edit?mid=zx40Jvh0EoRg.kURKtBaagU94&msa=0
Muy interesante lo de las protestas fake animadas por Godard
https://www.flickr.com/photos/santiochoa/16031049584/
CONTRAINDICACIONES reseñado en el ultimo número (feb. 2015) del mensul satírico de Bilabao LA GALLINA VASCA # 119
grandes películas sin lugar a dudas. En estados Unidos recuerdo la prohibición de La sal de la tierra .. todo lo que huele a comunismo tenía peligro de ser prohibido.
Esto me ha recordado que tengo que volver a ver La edad de oro. Igual esa lucha contra los poderes está más vigente ahora que hace unos años.