Antes del verano hice este trabajo. Se trata de una publicación del Museo Reina Sofía que edita, no como una revista de arte al uso, sino como herramienta para que el público pueda acercarse al museo.
La propuesta inicial fue pensada para funcionar «sobre la marcha», con letras muy grandes y contenidos que podían leerse mientras se pasea por el museo, en el bar de al lado o después de haber derramado el café por encima del texto.
En este documento de presentación explico en detalle la forma de usar las versiones «caption» de la tipografía Garamond haciendo una comparativa con las versiones «normal» y «display», sistema que vengo aplicando desde hace tiempo a muchos de mis trabajos.
La aplicación de estas pautas resultó en la siguiente publicación:
Pero… cuando el director vio el trabajo, lo echó para atrás. No le gustó. Tras el shock inicial por el hecho de tener que repetir un trabajo que me gustaba entendí que la nueva dirección que se proponía seguir era mejor: más coherente con el carácter del museo y más arriesgada.
Manuel Borja-Villel contaba con que el Reina Sofía es un museo moderno o, más bien, un museo después de la modernidad, epigonal (lo que implica repensar la modernidad, sus espacios de representación, difusión, etc.) y quería, por tanto, una publicación obsoleta, pasada de moda, con cierto tufillo a sistema taxonómico del XIX, y las referencias que me dieron apuntaban hacia El Museo de la Águilas, de Marcel Brothaers.
Éste ha sido el resultado:
Se evidencia aquí el carácter arriesgado de una publicación que tiene vocación de coherencia a pesar de su monotonía. No hay concesiones.
El principal problema que me planteó la construcción de un lenguaje gráfico pasado de moda fue una insalvable sensación de simulacro. Diseñar viejo en la actualidad es una proposición que, en sí misma, constituye un oxímoron y te sumerge en el incómodo universo del la ficción, de la teatralización. Uno construye un escenario con claves de otra época que usarán las personas hoy. No hay forma de solucionarlo.
Este problema es uno de los principales vértices de todo mi trabajo, no sólo de éste, y desde hace años vengo pensando sobre la forma en la que los diseñadores nos apropiamos de lenguajes gráficos ajenos en una desesperada búsqueda de autenticidad, en última instancia inalcanzable.
Para más referencias sobre éste debate, por orden cronológico:
http://tinyurl.com/l78lyt
http://tinyurl.com/nrf6vh
y http://tinyurl.com/mpk8a2 (El título de éste artículo, «El rey Midas», hace referencia a la peculiar forma que tienen los diseñadores de transformar el objeto de su trabajo en un producto de consumo inserto en el mercado, de la misma forma que el Rey Midas convertía en oro aquello que tocaba).
Así, mis trabajos más recientes exhiben crudeza, falta de manipulación y ausencia de estructuras complejas en la diagramación:
http://tinyurl.com/ko9dun (ofrezco sólo este ejemplo, pero hay bastantes más)
Volviendo a la revista y en relación con este problema, me propuse hacer algo para tratar de arañar un nivel mayor de autenticidad en el marco de un trabajo que debería operar en clave de modernidad. Me refiero al uso de una tecnología de impresión también obsoleta: la imprenta tipográfica. Este tipo de impresión que utiliza tipos fundidos (móviles o no) y grabados para imprimir sobre el papel tiene una característica en su acabado que hoy en día es imposible de conseguir por otros medios. Si se aplica suficiente presión a la plancha sobre el papel deja una huella en forma de relieve y los caracteres impresos aparecen hendidos ligeramente. Esta tecnología obsoleta de producción industrial finalmente ha sido aplicada sólo en la cubierta debido a los numerosos problemas que planteaba su uso indiscriminado, pero deja una referencia tenue, un aroma a viejo y decadente que no le va mal.
gran trabajo argumental, pardiez.
No te mereces el trabajo porque es fea de cojones. Y todavia lo publicas
Esta es la prueba del riesgo que he mencionado en el texto: no es un diseño popular. Este tipo de reacciones podrían ser las más habituales.
Aunque el proyecto es coherente, y el resultado final es correcto, creo que te ha faltado arriesgar más. Y es que cuando no se quiere jugar a hacer las cosas mal (como jugar al anacronismo), tienes que llegar lejos para que inequívocamente se entienda que es parte del mensaje y no el resultado de un diseñador inexperto. Un ejemplo de ésto es el rediseño que Mike Meiré hizo de la revista 032c: http://www.meireundmeire.de/projects/project/032c_13th_issue/ , que juega más al feísmo que al anacronismo, pero lo hace de manera inequívoca. A mi me parece un gran trabajo.
Fran, tu comentario es realmente bueno y el ejemplo que pones, indiscutible.
Ahora bien, el trabajo de Meiré juega a dos bandas porque introduce elementos feistas en páginas que no lo son. Elementos, por otra parte, muy bien colocados. Es decir, utiliza código feista junto con otros códigos que entran de lleno en los cánones que el mainstream aceptaría como bello. Ahí están esas fotografías de revista de moda absolútamente clásicas. Es, precísamente, esta intersección entre dos estéticas la que pone de relieve la intención porque, inconscientemente, uno aprecia que el diseñador es capaz de dominar la estética del buen guso (y, por tanto, si hay elementos de mal gusto, estos deben ser intencionales).
Hay otra cosa. Los elementos feistas están exagerados, lo que hace más reconocible aún la intención, ya que se asume como una parodia. Este nivel de teatralización es muy efectivo porque juega con las referencias (feistas en este caso) aunque utilizando código actual, inteligible desde «el buen gusto» contemporáneo.
Los primeros bocetos que hice para la versión obsoleta se encaminaban por esta vía, pero cualquier introducción de elementos gráficos con más presencia o más contundentes fue descartada de inmediato por el cliente.
En mi opinión hubiera sido mejor jugar a la doble estética como Meiré, porque la simple réplica, hoy en día, de un lenguaje obsoleto es en sí misma un acto de ficcionalización y, ya puestos a la ficción, es mejor hacer una ficción molona que una aburrida.
En fin, en este aspecto sí que tengo que echar balones fuera, hacia mi cliente, aunque hay que reconocer que su planteamiento, harto impopular por todo lo que has comentado, no deja de tener cierta gracia.
Precisamente las fotografías son una de las claves del atractivo del diseño de Meiré. Pero no por las fotografías en sí, sino por su composición. La manera en que están recortadas y su relación con el texto, son una de las partes fundamentales del diseño. Creo que eso, y la manera en que juega Meiré con los espacios en blanco (principalmente los márgenes), son parte del éxito del diseño. En este sentido yo no veo el doble lenguaje del que hablas.
En tu trabajo para el Reina Sofía, a pesar que tenías a tu favor que todas van en blanco y negro, las fotografías no juegan a favor del concepto global, y eso se nota. Además existe una falta de ritmo que, aunque seguramente es buscada por lo que comentas en el post, hace que sea tedioso de leer. Yo creo que en la misma línea, pero con páginas menos simétricas le hubieran hecho ganar mucho.
Una cosa es ser polémico, y otra no gustar. En ese sentido, y por eso te señalaba el ejemplo de 032c, Meiré consiguió generar polémica y mucho revuelo, pero no muchas críticas totalmente negativas. Y es que a pesar de todos los elementos feos (feístas) que usa, el resultado final es poderosamente atractivo.
Para terminar, está muy feo eso de echar balones fuera al cliente. El diseñador eres tú para lo bueno y para lo malo. Y si el cliente se equivoca y tú no lo corriges, no haces bien tu trabajo.
No se trata de imponer tu criterio al de tu cliente. Los diseñadores son muy dados a esto llegando a pensar que su mirada es la madre de las miradas. Supongo que eres de los que piensan que sólo hay una manera de hacer las cosas y que las distintas opiniones y enfoques no valen si no coinciden con la tuya. En fin…
Has dado en el clavo. No por lo que supones sobre mí, que supones mal, sino por tu primera frase.
No puedes imponer opiniones, gustos ni manías propias a un cliente. Pero sí debes imponer tu criterio profesional. Porque si no, ¿para qué coño te contratan si no aportas nada y te limitas a hacer lo que te dicen?
Evidentemente el criterio que debes imponer es en como hacer las cosas. El cliente debe decidir qué quiere comunicar y tú el como. En tu caso, si el cliente quiere una publicación anacrónica (u obsoleta), tú no eres quién para decirle que eso no debe ser así. Pero si el cliente te pide que cambies la tipografía por otra que a él le gusta más, entonces tienes que decirle que no. No es tan difícil de entender. El único caso en que puede producirse un conflicto es cuando el cliente no sabe lo que quiere, pero eso el diseñador debe saber verlo antes de meterse en berenjenales; pero evidentemente ese no fue el caso de tu cliente.
Y esta cuestión del criterio es siempre así. Tú debes aportar soluciones a tu cliente. Y si no tienes criterio propio, ¿cómo vas a aportar esas soluciones? Porque el diseño es básicamente tu base cultural y tus conocimientos técnicos (que conforman tu criterio), y la metodología proyectual. Si dejas tu criterio al margen, pues serás un buen usuario de los programas de diseño, y un artefinalista sin parangón, pero nunca serás diseñador. Y si esto no va de diseño, pues perdona, pero no me interesa; simplemente me ha confundido el título del post.
Hay zonas en las que no es posible establecer con claridad si un criterio es mejor que otro. Incluso, a veces, el criterio del cliente es mejor. En este caso, mi criterio era distinto del suyo pero, a la vez, lo respeto.
De hecho, el segundo enfoque, responsabilidad suya, me parece mejor que el primero, responsabilidad mía. El trabajo surge de un diálogo, de sopesar posibilidades, direcciones, probabilidades… La dirección que propones a mí me gusta más, pero es más espectacular y el criterio del cliente pasa por ser comedido.
Aparte, si el cliente te dice que no, ¿qué haces? ¿te enfadas y le tiras el trabajo a la cara? ¿te consideras un fracaso de diseñador por no haber impuesto tu criterio? Mucho ego hay que tener.
No creo que debas regañarme por esto, pero si insistes, me doy por regañado y dado que has aportado cosas interesantes en tu primer mensaje, me quedo contento.
No es cuestión de ego, si no de saber cual es tu trabajo. Como te dije antes es fácil saber cuándo debes imponer tu criterio y cuándo no. Depende únicamente si interfiere en tu terreno profesional.
Tampoco es mi intención aleccionarte, porque ni me lo has pedido, ni soy quién para dar lecciones. Además, como ya te he dicho me parece un proyecto totalmente correcto.
Pero un diseñador no debe hacer suyo sólo lo bueno de un proyecto. Es responsable del resultado final a todos los efectos. Y ésta es de esas cosas que uno sólo aprende con la experiencia, pero es así.
Si a este trabajo le dan un premio por su diseño, el premio es para ti, no para el cliente. Y al contrario también funciona, todo lo que no esté bien resuelto es problema tuyo y no del cliente. Quedarse sólo con partes de un proyecto como propias, es en cierta medida deshonesto.
Y aunque no tengas que sentirte frustrado si no lo logras, el tener capacidad de convicción y de negociación con el cliente es uno de los rasgos que, a la larga, pueden marcar la diferencia.
Te contesto en un par de días. Para argumentar sobre esta última parte primero hay que desmontar el contenido de tu segundo mensaje, que no ha recibido la atención adecuada y ahora no tengo más tiempo. Pero gracias por la discusión.
Hola Aitor, me gusto mucho la presentación que hiciste sobre el uso de las tipografias y las possibilidades de un pedido para la revista del museo.
hasta que publiqué tb en esta herramienta, la publicación que edito…..
muchas gracias>
saludos,
r.
Gracias, amigo!
menudo pabo pesao….
y diseñador mediocre a su vez !
vuelva usted mañana
Aitor, ¿tu trabajo es de rediseño de una revista ya existente o por el contrario es una publicación nueva que lanzará el museo en breve?
No me ha quedado claro ya que titulas el post como diseño y no rediseño, pero luego hablas en presente: «Se trata de una publicación del Museo Reina Sofía que edita, no como una revista de arte al uso, sino como herramienta para que el público pueda acercarse al museo.»
Por otro lado, ¿se va a lanzar versión web de la publicación?
Es nueva publicación y ya está el número cero en circulación. No conozco al detalle la distribución, aunque se hará en el propio museo, principalmente.
Me parece muy bonita la solución final. Creo que está muy conseguida en su objetivo. De hecho me lleva a esos poemarios de la vanguardia poética de los 30. Tiene algo de ese aire reposado y erudito, pero con la fuerza que le añade el uso de la fotografía bien introducida en la página.
Enhorabuena.
Bueno, pues parece que lo de ‘te contesto otro día’ no era más que una manera de matar la discusión. Una lástima, porque aunque no sean temas nuevos si un proyecto se puede valorar más allá de su resultado final, ni los ‘límites’ y/u obligaciones de un diseñador y su responsabilidad, no por ello deja de ser importante y necesario.
Aunque si la tardanza se debe a que estás desarrollando una tesis al respecto, estaré encantado de leerla. Eso sí, espero que no incluya de nuevo referencias especulativas a mi ego o a mi intolerancia a aceptar ideas distintas, porque entonces ya estaré un pelín menos encantado.
En absoluto, Fran, estoy con el cierre de una revista (otra), muy liado. Te pido un poco de paciencia (y agradecería que no amenaces con tus posibles reacciones). Estoy realmente interesado en esta discusión y en tu segundo mensaje, especialmente. Será cuando tenga un rato ¿no tenemos prisa, verdad?
No te he amenazado en ningún momento, así que por favor deja de atribuirme actos e ideas que sólo existen en tu imaginación.
Simplemente he visto la larga discusión que al respecto has mantenido en un foro y pensé que si tenías tiempo para discutirlo en otra parte, igual aquí también.
«Eso sí, espero que no incluya de nuevo referencias especulativas a mi ego o a mi intolerancia a aceptar ideas distintas, porque entonces ya estaré un pelín menos encantado.»
No te pongas celoso, hombre, que ya te tocará.
Por darte una explicación: esta discusión es más interesante, pero me exige un rato de concentración que no tengo ahora. La otra se la atiendo sobre la marcha, es muy tontorrona.
En la cita que haces de mi comentario, no hay ni se puede apreciar ninguna amenaza, ya que amenazar lleva implícito ‘algo malo o desagradable’ o ‘algún mal a alguien’, por ser exacto.
Irónicamente tu frase ‘No te pongas celoso, hombre, que ya te tocará’ si se puede entender como una amenaza. Aunque entender como una amenaza cualquier frase en el contexto de esta conversación sería un error garrafal, como el que tú has cometido. Y perdóname si soy muy directo pero es que a mí insinuaciones como las que tú has hecho no me gustan.
A pesar de tus esfuerzos por desviar la discusión a temas que nada tienen que ver con el diseño, yo sigo interesado en conocer aquellos aspectos de tu proyecto de los que hablas en tu argumentación, pero que no sé apreciar en el resultado.
mucho palabrerio, pero poco trabajo. las paginas se repiten una y otra vez. se nota que has estado mas tiempo intentando justificarte que haciendolo
Hola Aitor, no nos conocemos pero un par de coincidencias me han animado a comentar. Hace unos días recibimos un e-mail de Miguel Pueyo pidiéndonos un ejemplar de la revista Zehar, que diseño, para José Luis Corazón. Investigando, llegué a este blog, y he leído varios de tus posts. Tu mención a libro Gracias por la música ha sido una grata sorpresa, pues yo fui uno de los padres del invento.
Como diseñador, me preocupan el mismo tipo de asuntos que describes por aquí, así que te agradezco la publicación de estos textos. Un saludo
Gracias, compañero! te contesto por email.