Stay High!

Un proyecto de ANTONIO BALLESTER MORENO
ESPACIO ABISAL (Calle Hernani 14 , Bilbao)
Del 4 al 28 noviembre 2005
stayhigh.gif
«Allí donde estés ¡estás arriba!».
Podría ser una frase típica de un seminario de retórica.
Autosugestión es la palabra mágica para pasar de las depresiones cotidianas y mirar mejor hacia el futuro. Stay high! de Antonio Ballester Moreno nos da la sensación de hacer referencia al fenómeno cultural de lo autosugestivo.


1001.jpg
Fue el 26 de abril de 1336 cuando Petrarca escalaba el Monte Ventoux. Por pura curiosidad inició el camino cuando en los tiempos medievales la curiositas era todavía pecado. La autognosis contenía la posibilidad de hacer perder el camino divino y Petrarca fue entonces avisado por el peligro de acercarse demasiado al cielo ‚Äì como genius loci.
El desarrollo de la autonomía del sujeto duró casi 400 años hasta que eclosionó como programa de la emancipación. Petrarca sin embargo ya lo había demostrado antes anticipando una importante paradoja del mundo moderno. Su experiencia fue una intensa introspección que elevaba su auto-conciencia al tiempo que le llevaba a aceptar el riesgo existente de su proyecto.
La superación de los límites forma parte del programa de la cultura moderna. No sólo desde Petrarca nos confrontamos con unos alpinismos delimitados que son percibidos hoy en día como turismo de ski. El entusiasmo por la tecnología al principio del siglo XX que en una glorificación guió al futurismo, llama también la atención por la superación de los límites del cuerpo humano. «¿Quién puede hacer algo mejor que este propulsor?» dice apasionado Duchamp a Brancusi y Leger con motivo de una feria de aviones en 1914. Los riesgos estaban siendo anunciandos el mismo año en el que comenzaba la primera guerra mundial y las masas, entusiasmadas y axialmente delimitadas, se dirigian a la frontera.
Sin delimitación no hay evolución en la sociedad moderna. Esta conclusión, que permite también a los sociólogos afirmar que «la sociedad moderna tiene que ser una sociedad de riesgo» (Ulrich Beck), nos conduce a que la guerra puede ser la forma de delimitación más apasionada que ha evolucionado en nuestra cultura y al mismo tiempo la más arriesgada.
Sin embargo esta solución ofrece además la posibilidad de distribuir el riesgo y desarrollar alternativas menos peligrosas pero que mantienen e incluso producen igualmente nuevas evoluciones. Esta tarea poco clara y al mismo tiempo significativa también la tiene el término cultura. Las paradojas no se diluyen, sino que se diferencian en múltiples. Por eso no es sorprendente que hablemos hoy en día de una cultura escolar, de estudiantes o de niños, de una cultura económica, cinemática, o de una cultura gay o proletaria. Debido a la constante auto referencialidad de la cultura humana ponemos en juego importantes fuerzas sugestivas que nos permiten hablar sobre el sujeto
«Lo que vemos nos observa», dice el crítico de arte Didi Huberman. Nuestra percepción, una de las constantes de nuestra conciencia, funciona como un espejo quebrado reflejando el entorno. Las heridas que nos dejan las rupturas no se pueden curar con formas de identificación típicas. Nunca se cierran. Así, necesitamos del juego de la autosugestión para orientarnos, para sobrevivir. Cada forma de la identidad, cada identificación no es otra cosa que «el milagroso efecto del discurso» (Sigmund Freud). ¬†
2.gif
No nos sorprende por tanto, que desde los años 60, las drogas sean conocidas por su capacidad para posibilitar una ampliación de la conciencia al igual que ocurre con la circulación de dinero como medio de comunicación completamente (de-)territorializado. Ambos artefactos son posibilidades aceptadas en ciertas delimitaciones culturales. Ambos ofrecen emociones sorprendentes, amplían el espectro de posibilidades y producen nuevas (des-)orientaciones ‚Äì a pesar de todas las críticas del capitalismo o de las terapias anti-drogas.
Todo esto puede parecer fantasmagórico al espectador sobrio. Rompe con un sensu comunis , que todavía contiene una base estable de valores morales y que reconoce ciertos objetivos en cada biografía (como el cristianismo, el marxismo). En una sociedad reflexiva, que es como tiene que entenderse una sociedad moderna y plural, tenemos que despedirnos de perspectivas éticas unívocas. Lo que tiene valor hoy, ya mañana encuentra otro genius loci . El trip paradisíaco hoy, mañana es de horror.
Sólo se puede crecer en este milieu como individuo, cuando uno se ve a sí mismo observándose. Una autosugestión obvia que puede resultar vergonzosa, pero que básicamente se entiende como una reacción comprensible a las paradojas de nuestro mundo simbólico.
Ulrich Schötker  
 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *