3 años por protestar

cartell_parlament_cast_hd

Contra el derecho penal de excepción. Contra el encarcelamiento de activistas que participaron en una acción de desobediencia civil masiva donde estaban miles de personas. La desobediencia civil ante unos presupuestos ampliamente generadores de daño social no solo no puede ser un delito, sino que debería ser un deber. Cuando las Instituciones se alejan de tal manera de la mayoría social, la desobediencia civil es imprescindible. Lo ha sido a lo largo de la historia y lo seguirá siendo.

COMUNICADO:

El 18 de Marzo se hizo pública la sentencia del Tribunal Supremo que anula la absolución de ocho de las encausadas por la acción Aturem el Parlament y las condena a tres años de prisión.

Recordemos que esta sentencia resuelve un recurso interpuesto por la Fiscalía, el Parlament de Cataluña, la Generalitat y Manos Limpias contra la absolución dictada por la Audiencia Nacional al finalizar el juicio en julio del año pasado.

Ya no tenemos lugar a dudas: la avaricia es la sangre que corre por las venas de la clase dirigente. Tener tanto amor por el dinero y el poder, el único que llega a sentir, marca a fuego sus vidas. Son niñatos malcriados y caprichosos que siempre lo han tenido todo. Y si una sentencia de la Audiencia Nacional contradice sus planes, ya está el Supremo para que corrija el entuerto. Nada puede escapar de sus totalitarios dictámenes democráticos. Patalean y berrean por otro caramelito más; cuentan con el poder judicial para que lo envuelva con discursos técnicos y con la Prensa, sierva y fiel.

La saña nunca ha sido buena compañera de viaje, y cuando la ejercen las oligarquías mandatarias, se institucionaliza la inquina, el rencor y el odio. La persecución de unas personas por parte de la Fiscalía, el Parlament y la Generalitat para que paguen con años de prisión haber intentado impedir un paquete de recortes sociales atroz e impune, y que lo consigan y se congratulen, sólo es signo de putrefacción política.

La lapidación democrática a la que nos abocan nace de su arrogancia y desprecio, de su insignificancia como personas. El hedor de su ideología, la del “todo por la pasta”, es aberrante.

No creemos en sus leyes, pero viendo los tejemanejes judiciales que se llevan, afirmamos que tampoco creen ellos. Su sistema legal es una construcción elitista que funciona como látigo, siempre de arriba hacia abajo.

Menos mal que nos tenemos entre nosotras. Menos mal que sabemos que esto no será así para siempre. Llevamos tiempo agrupándonos, respetándonos y conspirando para que sea la verdadera voluntad popular -aquella que se remanga y planta cara, aquella que aguanta golpes y no recula- la que marque el sentido de esta vida. Seguimos muy decididas a continuar con las enseñanzas revolucionarias de quien ya nos dejaron, de quienes se jugaron sus vidas por la dignidad de todas las generaciones.

No está siendo fácil, pero ya estamos acostumbradas a nuestras vidas de incertidumbres e inestabilidad. La permanente precariedad a la que nos condenan nos hace ser avispadas, rápidas, audaces y cada vez más radicales.

Nos miramos para que nuestros golpes sean certeros.

Nos cuidamos para hermanarnos.

Nos reímos porque quien no ha tenido nada, nada pierde.

El Caso Parlament será recordado por el infranqueable compañerismo generado.

El Caso Parlament será recordado por la infamia y la jugarreta política.

Nos dirigimos a todas aquellas personas, asambleas, colectivos, organizaciones y mareas que luchan contra la mafia política y los fundamentalistas neoliberales. Queremos invitaros a una manifestación unitaria de rechazo contra esta sentencia, y también contra la política del miedo y la represión que despliega un sistema en descomposición que quiere salvar sus privilegios por encima de la dignidad del resto de la población.

Manifestación Sábado 21 de marzo a las 19h en Plaza Universitat de Barcelona.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *