Comunicado de la PRPC.Sevilla ante el cese de Pedro G. Romero como director del caS

La Plataforma de Reflexión sobre Políticas Culturales (PRPC), ante el cese fulminante de Pedro G. Romero, como director del Centro de las Artes de Sevilla (caS), por el Delegado de Cultura del Ayuntamiento, Juan Carlos Marset, quiere expresar ante la opinión pública su postura ante esta grave medida, sin entrar en las lamentables declaraciones, aparecidas en la prensa, que enmarañan la auténtica dimensión del problema, y dejando claro que tanto Pedro G. Romero como algunos miembros activos de la PRPC han colaborado estrechamente con el caS.


Juan Carlos Marset ha invocado tres razones como causantes del cese de Pedro G. Romero:
‚Ä¢ Una programación amiguista.
‚Ä¢ La escasa repercusión del proyecto en la ciudad, lo que se traducía en una ausencia de público.
‚Ä¢ Una desastrosa gestión económica.
Al mismo tiempo que Marset anunciaba la destitución se jactaba de que ésta tendría para el ayuntamiento un coste económico y político nulo, pues Romero carecía de contrato como director y su remuneración venía dada en concepto de prestación de servicios como «comisario de exposiciones puntuales». Marset olvida que una institución tiene ante todo la obligación de practicar una gestión transparente y con esta afirmación está pidiendo a gritos que se investigue si esto es una práctica usual de su departamento, y lo que es más grave si es norma en el Ayuntamiento de Sevilla.
La PRPC quiere aportar su reflexión sobre las manifestaciones del delegado y sus consecuencias a la luz de los datos de que dispone sobre el proyecto caS.
1º Marset acusa a Pedro G. Romero de practicar el amiguismo en su programación.
Ante esta acusación cabe responder que en diciembre 2005 y en el marco del proyecto Copilandia, el Delegado de Cultura y Pedro G. Romero presentaron en rueda de prensa conjunta el informe Ensayo para un caS sobre objetivos y programación del caS para el 2006. Marset mostró su entusiasmo como se recoge en las hemerotecas.
Por otra parte, algunos de los supuestos «amigos» de Pedro G. Romero y los proyectos a los que el caS beneficiaría son de artistas, curadores o instituciones tales como Antoni Muntadas (Premio Nacional de Artes Plásticas), Catherine David, Guy Schraenem, Fundació Antoni Tàpies, Museo d’Art Contemporani de Barcelona o Neues Museum Weserburg de Bremen.
La crítica, además cae por su propio peso cuando el propio Marset ha declarado que mantendrá en pie proyectos centrales de la programación tales como Vinyl o Hacia Sevilla 2008.
2¬™ La segunda causa del cese sería la escasa repercusión del proyecto y la ausencia de público visitante.
A tres meses de la apertura del centro, el número total de visitantes no ha podido alcanzar su máximo desarrollo potencial, por lo que se puede opinar que cuando menos es precipitado realizar una valoración de este tipo con tan escaso margen de tiempo.
Por el contrario, se puede reivindicar el número de actividades desarrolladas por la exposición El Tinglao del Pollo de la Alameda y el número de participantes que ha asistido a las mismas, y decimos participantes y no meros espectadores pues en este proyecto se han implicado numerosos colectivos sociales que reflexionan sobre las políticas de uso y gestión urbanística de la ciudad. También ponemos de manifiesto las más de 120.000 entradas
que ha conseguido la web e-sevilla.org, propiciada por la PRPC como instrumento de información y debate ciudadano, y cuya presentación públicas se realizó en el caS. Además de las implicaciones de colectivos de arquitectos en las labores de adecuación de los espacios destinados a acoger el que iba a ser futuro Consejo Local de la Artes (CLASE). Y, asimismo, la asistencia a mesas redondas y debates, o a conciertos como el de Orthodox y La Alameda Flamenca Hoy, 3 ensayos de arte jondo del entorno alamedero, que completó el aforo del Teatro Alameda.
Marset se convierte en un demagogo al pretender comparar los visitantes de la BIACS y los del caS. Sus datos no tienen desperdicio, pues la BIACS cuenta con un presupuesto destinado a información, del que el caS carece, y con varios medios de comunicación entre sus patronos.
Pero lo que más nos preocupa es que Marset esconde, lo que como intelectual y docente debería saber: que los territorios donde se producen, en parte, los debates culturales no son espacios masificados y que los efectos que se deben esperar de la audiencias no deben medirse en términos inmediatos ni meramente cuantitativos. Al mirar de otra forma este fenómeno, Marset se alinea con los políticos obsesionados por ganar la carrera de espectacularización de la cultura e incapaces de ver y valorar los modos en que hoy en día se produce la cultura contemporánea.
3º La última razón invocada por Marset es la desastrosa gestión económica del centro llevada a cabo por Romero.
La PRPC ante este asunto no tiene más que exigir lo que en otras ocasiones ya ha reclamado: la transparencia de los recursos públicos invertidos en el sector cultural. Por ello, exigimos a Pedro G. Romero y Juan Carlos Marset que hagan públicas de inmediato las cuentas del caS.
No obstante, sí querríamos añadir que parece ingenuo pensar que con los 300.000 euros de presupuesto con los que, según Marset, contaba el caS, se podría acometer la ambiciosa programación presentada por Pedro G. Romero en el informe mencionado y que mientras califica de «despilfarro» el gasto de 300.000 euros en la programación de exposiciones y actividades que desde marzo ha desarrollado el caS, sigue sin cuestionar los macroeventos ruinosos y espectaculares como la BIACS, con sueldos astronómicos de 100.000 euros como el del comisario (una cantidad mayor que la que cobró por Documenta 11), gestionada de forma privada y ajena al compromiso con las redes locales de la cultura, que en su primera edición no consiguió los objetivos que se planteó, arrojó un déficit de más de un millón de euros y aún no ha presentado a la opinión pública sus cuentas. El delegado calla ante esta realidad y opta por una política de apoyo a la política cultural de los empresarios en vez de a la de los ciudadanos. No es de extrañar por tanto que en el perfil que busca para el nuevo director del caS se le exija como condición fidelidad a la BIACS, es decir fidelidad a la gestión privada. Una declaración que no habíamos oído expresar tan claramente de ningún gestor independientemente de su adscripción política. Marset pide al nuevo director convertirse en un apéndice de la BIACS y de sus caprichosas decisiones, lo que busca y dice haber encontrado no es un nuevo director sino alguien obediente y sin independencia.
Lo expresado anteriormente nos lleva a unas conclusiones:
a) Marset abre el caS sin haber realizado ningún análisis tendente a considerar la provisión de los gastos que la creación de un centro de arte conlleva. Es decir, como gestor público su improvisación crea un grave problema al Ayuntamiento a los tres meses de la apertura del centro y con las elecciones a las puertas.
b) Entendemos la participación de Pedro G. Romero en a partir de la propuesta que en su día le hizo Marset, pero creemos que se precipitó en poner en marcha el Centro sin existir ningún documento fundacional por parte del Ayuntamiento, con asignación de partidas presupuestarias previas al desarrollo del programa. Trabajar con promesas tiene consecuencias: el incumplimiento de las mismas. Consideramos necesario que Pedro G. Romero exponga las actividades realizadas y los gastos que han comportado.
La PRPC ha venido señalando la ausencia de políticas culturales que fortalezcan el entramado de redes políticas, sociales y culturales de la ciudad. Contemplábamos el caS como un modelo que se había propuesto, entre sus objetivos, expandir el campo de la representación, tender lazos entre la alta y la baja cultura así como entre lo local y lo global, crear debate sobre los «conflictos», impulsar la participación ciudadana en la toma de decisión de las políticas culturales. Un centro que nacía con un proyecto estructurado y explicado en el informe de Pedro G.Romero Ensayo para un caS, práctica no habitual en la política cultural andaluza. Una vez más una decisión política autoritaria deja paralizado un proyecto que en su escasa andadura había conseguido crear unas expectativas entre la comunidad artística sevillana y el reconocimiento de sectores importantes del panorama cultural estatal e internacional. Al final la manta presupuestaria de Marset calienta a la BIACS y deja a la intemperie al caS: Más de lo de siempre.

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