A bote pronto: la inversión de la figura impositiva impenetrable e imponente que un policía antidisturbios obtiene de su armadura, mostrando su humanidad en relación con la vulnerabilidad que le imprimen sus necesidades fisiológicas. La inversión de esa carga simbólica que tiene el dispositivo de coerción encarnado en el cuerpo y, por supuesto, la toma de conciencia de que tras ese dispositivo impenetrable hay una persona, tan responsable de sus actos como cualquier otra y por extensión la recuperación del juicio crítico contra la persona que sostiene y da vida a esa armadura aparentemente deshumanizada y funcional.
Se me ocurre esto pero seguro que a otro le sugiere otra cosa…
Podría ser,
pero también es cierto que observamos un culto creciente a la iconigrafía «antidisturbios», parece como si se mistificace la lucha por la imposibilidad de una confrontación real. La iconografía del antidisturbios se está convirtiendo en moda.
No me gustan las modas.
A ver, la escultura es chula, pero ese es el problema. Salimos a la calle y los antidisturbios nos pegan, luego volvemos a casa y en el pc disfrutamos de la escultura…
Hasta cierto punto, parte de la iconografía sobre antidisturbios parece un mal consuelo, fruto de la impotencia… No sé lo mismo estoy pesimista esta noche.
Salud.
Además del escándolo, ¿dónde está la reflexión? Me parece nada interesante.
A bote pronto: la inversión de la figura impositiva impenetrable e imponente que un policía antidisturbios obtiene de su armadura, mostrando su humanidad en relación con la vulnerabilidad que le imprimen sus necesidades fisiológicas. La inversión de esa carga simbólica que tiene el dispositivo de coerción encarnado en el cuerpo y, por supuesto, la toma de conciencia de que tras ese dispositivo impenetrable hay una persona, tan responsable de sus actos como cualquier otra y por extensión la recuperación del juicio crítico contra la persona que sostiene y da vida a esa armadura aparentemente deshumanizada y funcional.
Se me ocurre esto pero seguro que a otro le sugiere otra cosa…
Podría ser,
pero también es cierto que observamos un culto creciente a la iconigrafía «antidisturbios», parece como si se mistificace la lucha por la imposibilidad de una confrontación real. La iconografía del antidisturbios se está convirtiendo en moda.
No me gustan las modas.
Es que, con la que está cayendo…
A ver, la escultura es chula, pero ese es el problema. Salimos a la calle y los antidisturbios nos pegan, luego volvemos a casa y en el pc disfrutamos de la escultura…
Hasta cierto punto, parte de la iconografía sobre antidisturbios parece un mal consuelo, fruto de la impotencia… No sé lo mismo estoy pesimista esta noche.
Salud.
se llama marcel no michel
Cierto, rectificamos
Me parece demasiado posmo tanto análisis…
Es una perra meando.
😉