Somos vuestra peor pesadilla

Madrid, 14 de marzo de 2015. La plataforma «Somos vuestra peor pesadilla», integrada por distintas organizaciones juveniles que se definen como independentistas, revolucionarias e internacionalistas, se ha manifestado hoy, entre la sede del Tribunal de Cuentas y el Ministerio de Justicia, en Madrid. Más de medio centenar de jóvenes han trazado el recorrido encapuchados -algo que a partir del 1 de julio, con la entrada en vigor de la Ley de Seguridad Ciudadana y de la reforma del Código Penal, podría llegar a suponer una multa de 30.000 euros-.

Usan la capucha como reivindicación en sí misma, de lo que para ellos significa ser joven y estar en la lucha. «No usamos la capucha para tapar nuestra cara, la usamos para representar a toda la gente que lo pasa mal, a toda la gente que sufre el genocidio capitalista», aseguran.

De esta forma, quieren denunciar que la llamada Ley Mordaza «tiene como fin criminalizar, acallar y reprimir cualquier expresión de crítica, disensión o protesta social». Han recordado además que la Ley de Seguridad Ciudadana «forma parte de un entramado de reformas encaminadas a tal fin y que deben entenderse de forma conjunta». Dichas reformas suponen, en su opinión, «un claro aumento de la capacidad represora del Estado frente a cualquier tipo de disidencia o protesta política», y denuncian que «con estas reformas se pretende legalizar, al menos formalmente, dicha represión».

Señalan por otro lado que estas medidas van «enfocadas directamente a herramientas de lucha que se han venido usando para el empoderamiento del pueblo y que han ido desgastando y haciendo daño al sistema». Esta batería de reformas, que califican de «represivas» pretende, según la plataforma, «apuntalar un sistema que hace aguas, un Estado que se enfrenta a su descomposición en un proceso destituyente que abra las puertas a los procesos constituyentes, en los que los pueblos recuperen su soberanía y construyan el mundo que quieren para el el común de las clases populares».

Han querido además hacer frente a quienes les califican de peligrosos, radicales o terroristas: «no podemos ser peligrosos para el pueblo, porque somos peligrosos para quien oprime al pueblo […] estamos orgullosos y orgullosas de ser radicales, pues no nos quedamos en la superficie, sino que vamos a la raiz del problema. Se nos acusa de antisistema, cuando es el sistema el que es contrario a la juventud, el que nos fuerza al exilio, el paro, o la precariedad. Se nos difama llamandonos terroristas, cuando no causamos el terror a la comunidad, sólo podemos causar el terror a quienes se lucran de los sufrimientos del pueblo».

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