The Moustache: la deconstrucción del rock electrónico

Entrevista por PSJM
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El grupo (ahora dúo) The Moustache forman ya parte de la escena musical berlinesa. Les hemos hecho una entrevista que podéis leer aquí. Sus próximos conciertos en Berlín: SO36 el 13 noviembre (Ich bin ein Berliner Festival) y a finales del mismo mes en una fiesta de la revista cultural Metal en Das Hotel. El que esté interesado en escuchar alguno de sus temas: www.myspace.com/moustche


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Se dice que nuestra sociedad es primordialmente visual, plagada de imágenes que nos asaltan. Imágenes seductoras, abyectas, relajantes, visuales de todo tipo y condición. Si esto es cierto, no lo es menos que nuestro joven siglo XXI se haya tan saturado de imágenes como de sonidos. Música por todos lados, I-Pods, sintonías, música ambiental. Hilos musicales hasta donde no quieres escucharlos. En la calle, en las tiendas, en el autobús, en todos lados te agrede el sonido no deseado del bacalao, el reguetón, o la repetitiva sintonía comercial. La invasión sonora es, con mucho, bastante más agresiva que la visual. Con las imágenes siempre puedes mirar hacia otro lado o cerrar los ojos, pero con la música no hay escape. Sería difícil interpretar el 4’33» de John Cage buscando el silencio, únicamente el sonido del público al cambiar de postura, su respiración o la leve y respetuosa tos en la sala de conciertos, si lo hacemos fuera del auditorio. No hay silencio. Todo es música invasora. En este paisaje saturado indudablemente te puedes topar con buenas obras musicales pero el caso es que uno preferiría decidir qué escuchar en cada momento, algo casi imposible actualmente. Con este panorama, nosotros como Cage, preferimos el silencio. Pero hay momentos y casos especiales.
La primera vez que oímos a The Moustache resultó ser toda una revelación. Tras una de nuestras inauguraciones en Berlín, dos amigos nos llevaron a un garito diminuto para asistir al concierto de unos tinerfeños que viven en la capital alemana. Ya estábamos bajando las escaleras que conducen a la igualmente diminuta sala de conciertos del garito cuando un sonido fresco, electrónico, guitarrero y bailongo nos sacudió. «!Coño, esto suena a DEVO!», exclamamos acelerando nuestra marcha. Conciertazo. Temazos. A parir de ese día The Moustache se convirtió en nuestra banda favorita del momento. Es así que hemos incluido uno de sus temas en nuestro último vídeo presentado en Londres (A Foundation) y les pedimos que actuaran inaugurando la exposición «Abstract Realities» en Berlín (Lucas Carrieri Gallery). Ahora publicamos aquí esta entrevista. Si no hay silencio, qué suenen The Moustache, por favor.
Vuestros temas suenan como un amalgama ecléctico de referencias musicales (electrónica, rock, brit pop, etc.) que aportan un aire muy fresco, una especie de rock electrónico deconstruido que acciona de inmediato, y casi epilépticamente, los cuerpos del público ¿Cuál es el proceso que seguís a la hora de componer?
Puede ocurrir de diversas maneras. A veces partimos de una idea individual, ya sea una melodía, un determinado ritmo o un esbozo de canción más o menos definido y que se trabaja luego conjuntamente. Otras veces trabajamos desde cero, a partir de sesiones de improvisación que grabamos y reestructuramos hasta dar con algo más concreto.
Antes apuntábamos algunos estilos que nosotros hemos podido vislumbrar en vuestro trabajo. ¿Qué referencias musicales tenéis, actuales e históricas?
En lo que respecta a nuestros gustos musicales, miramos mucho hacia atrás. Tenemos gran afinidad con ciertas bandas clásicas pertenecientes a épocas en las que la música considerada mainstream incluía a menudo propuestas de verdadera calidad. A decir verdad, son dinosaurios del tipo The Beatles, Kraftwerk, Bowie o Pink Floyd los que mantienen una influencia continua, de fondo, en lo que hacemos.
No cabe duda que a estas alturas, con todo lo que se ha podido escuchar – desde el poderoso legado de los compositores clásicos a la infinidad de propuestas de todo tipo que ha tenido lugar durante los últimos 50 años – como músicos disponemos de una enorme cantidad de herramientas para generar sonidos y combinatorias relativamente nuevas. Las posibilidades son infinitas. De las bandas que funcionan en la actualidad, sentimos predilección por aquellas que saben reciclar todo este caldo de cultivo y deconstruyen, como decíais, sin mayores escrúpulos estilísticos todo lo que ha ocurrido en la música hasta ahora – Hot chip, Beck, Kevin Blechdom, The Chap, por citar algunos.
Las letras, siempre en inglés, aparecen como mensajes ambiguos. ¿Os planteáis los textos sólo como funcionalmente fonéticos o por el contrario contiene la palabra musicada un significado, un mensaje que queréis transmitir o un sentimiento que queréis expresar? ¿O hay un poco de todo? 
Si hemos adoptado un lenguaje que no es el nuestro para cantar gran parte de nuestras canciones es por el hecho de que nos interesa su fonética en particular. El inglés es un idioma muy flexible a la hora de aplicarlo a la música que hacemos. También nos interesa la capacidad de alcance que tiene un idioma tan extendido en diferentes países.
Por otra parte, en lo semántico tenemos un planteamiento muy variable, que va desde la neutralidad más absoluta (la letra al servicio de la música) a planteamientos más intimistas o modos de manifestar un sentimiento que a veces rozan el misticismo.
En los albores del siglo XX, el músico y pintor futurista Luiggi Russolo inventa el intonarumore, una máquina para generar ruidos específicos, creación que supondrá el comienzo de la música electrónica. Cincuenta años más tarde un estudiante del Instituto de Bellas Artes de Liverpool y tres colegas se inventan la música Pop. Se trata, claro está de Lennon, que además se casará con una representante del grupo proto-conceptual Fluxus. Apuntamos estos datos porque una parte del grupo (Roberto) tiene formación académica en Bellas Artes ¿En qué sentido pensáis que esto se trasluce en vuestro trabajo? 
Es una asociación frecuente, para aquellos que conocen nuestro trasfondo, el pensar en un diálogo entre la actividad plástica de parte del grupo y lo que hacemos como The Moustache. Pero sinceramente, no creemos que exista una fuerte relación entre ambas partes salvo en lo referente a las imágenes que producimos para cartelería, flyers, etc. que, por otra parte son una extensión del grupo y pueden considerarse parte de un todo. Si bien estos aspectos visuales del grupo responden a la música que hacemos, difícilmente se da el caso de que trabajemos musicalmente a partir de una imagen.
La música, hoy por hoy, es inseparable de su imagen, de su look, llegando a conformar diferentes estilos de vida ¿Qué importancia tiene la imagen de The Moustache para vosotros?
Cuidar la apariencia es fundamental porque puede determinar totalmente la percepción que se tiene de tu música. Una banda tiene que estar preparada para ser auscultada sonora y visualmente, y el 90 por ciento de aquéllas que funcionan tienen un look totalmente definido, reconocible.
Es una sensación francamente incómoda la de observar a alguien que produce los sonidos adecuados pero sin un mínimo de conciencia en su vestimenta. La buena música debería lucir bien. Lo más importante en una banda es el sonido, pero como acto tiene que funcionar a todos los niveles. Por ejemplo, es una auténtica pena cuando observamos a grandes artistas que hace 30 años eran paradigmas de estilo y actitud, que acaban vistiendo y actuando como si se tratara de un grupo contratado para una boda. Aunque la música sea la misma, la experiencia es totalmente diferente.
Antes destacábamos la educación plástica de uno de los componentes de la banda, sin embargo el otro componente (Gilberto) posee una formación académica musical, hecho que se percibe claramente en la incorporación de instrumentos clásicos como fragmentos de vuestro collage sonoro. Contra todo pronostico, esto encaja excelentemente en vuestros temas. ¿Todo vale?

La inclusión de estos elementos sucede de forma espontánea. Sencillamente Gilberto maneja una diversidad de instrumentos que a veces se manifiestan en el local de ensayo. En lo que respecta a la incorporación de un sonido cualquiera en nuestra música, se puede decir que sí, todo vale…pero siempre aplicando un filtro para mantener una orientación clara en el conjunto.
Vuestros directos sorprenden porque mantenéis un alto nivel de espectáculo sin recurrir a florituras, una especie de minimalismo espasmódico que contagia al espectador. ¿Cómo os planteáis la puesta en escena?
De nuevo, se trata de algo espontáneo. Una persona que nos contempla en directo está viendo a unos individuos que se divierten con su trabajo, que disfrutan haciendo música e interpretándola en directo.
No dedicamos ensayos específicos a la puesta en escena, pero existen ciertas actitudes y maneras de abordar un público que requieren un mínimo de definición.
¿Qué importancia tiene para The Moustache hacer bailar al oyente?
Es satisfactorio observar ése movimiento en el público porque es una respuesta directa a lo que tú les ofreces. Quizás por esto enfocamos de una manera predominantemente bailable nuestro repertorio de directo. Es una manera de mantener el pulso de los espectadores.
No es habitual encontrar en una banda dos voces de altura. Los cambios de registro vocal son una constante en vuestros temas. ¿Cual es su función musical?
Con la voz tratamos de adaptarnos a lo que necesita cada canción. La diversidad de registros que pueda haber en nuestro repertorio atiende más a motivos prácticos en base a las ideas que vamos teniendo, que a una decisión premeditada de sonar como si hubieran varios cantantes.
Las bases electrónicas que manejáis destacan por ser duras y arriesgadas a la vez que bailables. ¿Qué relación tenéis con la cultura de club?
Esta cultura de club está muy presente en la manera de entender la música en la actualidad. Somos conscientes de cómo todas esas sesiones electrónicas a las que hemos estado expuestos a lo largo de los años están instaladas en nuestra memoria auditiva y afloran en nuestras composiciones. Es precisamente la aplicación de este sonido, envolviendo las influencias pasadas de las que hablábamos antes, lo que define los parámetros básicos de la música de The Moustache.
Tenerife, Madrid y ahora Berlín, donde residís y donde ya habéis actuado en varias ocasiones. ¿Qué os aporta Berlín? ¿Estáis en contacto con la escena musical berlinesa?
Berlín es una ciudad con una gran disposición hacia propuestas que vienen del exterior. También resulta un estupendo centro de operaciones para extenderse, una ciudad que funciona como referente cultural en el centro de Europa. Existe aquí una valiosa oferta de música electrónica, probablemente la mejor del mundo, así como una enorme actividad de directos de todo tipo. Berlín es una de las grandes capitales de la música.

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