¿Y esto qué?

encierro en el reina sofia.jpg
+ info

11 responses to “¿Y esto qué?

  1. algunos de los comentarios publicados en el link a +info sobre esta convocatoria:
    «La pequeña burguesía del 15M está indignada porque no puede exponer sus obras en el Reina Sofía y porque quiere seguir teniendo poder adquisitivo para ir tres o cuatro veces al cine por semana.
    Pobrecitos, estoy a punto de llorar. Esto sí que es un problemón, y no el de los niños que no comen tres veces al día, o que se mueren de hambre directamente en otros países.
    Pequeña burguesía de iPhone y revolución de Internet. Mucho crowfunding y todo fetén.»
    Otro:
    «Entiendo al o a la compa que dice que esto resulta bastante ridículo en comparación con otros problemas. Podría haberse elegido otro escenario para la protesta, pero se ha escogido precisamente uno en el que la clase obrera no ha tenido mucho que rascar nunca.
    El Reina Sofía es la representación de la pequeña, y de la gran burguesía. Espacios culturales que siempre han estado cerrados a la cultura popular.
    Supongo que de ahí viene la indignación del otro comentario, y no de que haya compañeros que están trabajando sin cobrar.»
    Y uno más:
    «¡Por nuestro derecho a entradas gratuitas a ARCO!
    Ahora en serio, ¿no veis que esta concentración es pijísima y desde luego que en absoluto representativa del sector de la sociedad que más está sufriendo la situación actual?
    Mirad hacia los lados en lugar de dejaros el cuello viendo vuestros propios y todavía regordetes ombligos, que hay quien anda ya desnutrido.
    ¡Qué facilón eso de decir que el que ve en esta acción un ombliguismo es un fascista! Si al menos esta convocatoria se acompañara de otras más serias… pero no. Vemos que el segundo aniversario del 15M se repite como farsa.»

  2. «Las manifestaciones multitudinarias pasaban frente a edificios emblemáticos del poder político y económico, pero a nadie se le ocurría tomarlos. En cambio, ocupaban instituciones políticamente inocuas pero símbolos culturales como la Sorbona o el teatro Odeón. Se había convertido en un «programa» para después de la cena asistir a los debates del Odeón ocupado. No fue más que un gigantesco happening callejero que sólo imitaba los gestos de la revolución; a tal punto que fue inofensiva que sólo hubo un muerto y éste por accidente.»
    Juan José Sebreli sobre el Mayo del 68 [Las aventuras de la Vanguardia]
    «Pero lo que la experiencia y la historia enseñan es esto: que los pueblos y gobiernos no han aprendido nunca nada de la historia y nunca han actuado después de aprender lo que podían haber concluido de ella.»
    G.W.F. Hegel [Die Vernunft in der Geschichte]

  3. Recupero el comentario de Claudia en el post anterior para este, porque creo que tiene que ver:
    «Ya va tardando una verdadera «marea» cultural que se atreva a reivindicar la cultura como derecho básico.
    ¿Habéis visto algún cartel de «La cultura no se vende, se defiende»?
    En el gremio de las artes plásticas, el que me toca, el entusiasmo por las derivas neoliberales fue tal que desde el mismo seno de las asociaciones de profesionales, se defendió activamente el emprendedurismo, en forma de industrias culturales, promoción del modelo de artista-empresario o la participación del capital privado en las instituciones publicas…
    Y así es como ahora vemos al director del CentroCentro aplicar a boca llena lo que él llama «modelo Tate», que no es más que una visión de lo público propia de la ideología neoliberal de tonos anglosajones.
    Alguien dirá que el «modelo Tate» no parecía tan malo, en teoría. Pues bien, en la práctica, acaba de suponer más de un millón de euros de beneficio en taquilla para la siempre necesitada Casa de Alba. Y lo que nos queda…
    Quizás vaya siendo hora de afrontar las reivindicaciones gremiales desde otra perspectiva: la de defender lo público.
    Las que hemos visto hasta ahora se han dedicado sobretodo a cuestiones laborales como la precariedad, algo tan común a los trabajadores de la cultura como a los de la limpieza domestica, por ejemplo.
    Quizás haya llegado el momento de volver a reivindicar el arte y la cultura como derechos, de alzarse contra el beneficio privado a costa de las instituciones públicas, contra la cultura corporativa, contra las exigencias de rentabilidad, contra el oligopolio cultural, en suma, contra la privatización de un derecho básico.
    Ya puestos, defendamos las buenas practicas en lo público, para blindarlo ante los intereses políticos y económicos de los caciques de turno, boicoteemos las instituciones dirigidas por cargos atribuidos a dedo (o en su versión actualizada, por concurso amañado) y señalemos a modo de escrache a los esquiroles que posibilitan este acoso y derribo del derecho de «acceso a los bienes de cultura».

  4. posiblemente se reúnan allí para pedir una cultura libre, pública, de rigor, etc. Está muy bien. Podían aprovechar para ver sus exposiciones, visitar la biblioteca y disfrutar de la cooltura esa de la que hablan. Más valdría construirla. A lo mejor convendría pasar antes por el ayuntamiento, el museo del prado, etc. ¿Qué tiene que ver ese encerramiento con la cultura? Nada. Esto no es una acción que vaya a hacer más por el patrimonio, sino todo lo contrario. Ah, el divino Dalí, sí lo tenía claro.

  5. Shangay Lily hace un buen análisis pero luego se pone pelín épico con lo de «Recuperemos al intelectual orgánico del proletariado.»
    http://blogs.publico.es/shangaylily/2013/05/13/el-15m-paso-la-pdld-llego-y-gramsci-se-quedo/
    Aquí un fragmento:
    «Ayer me retrasé en mi viaje hacia el pasado —porque eso era el 12M, una celebración del pasado— y cuando llegué a las 21 h. me di cuenta de que todo había pasado. El 12M había pasado, el 15M había pasado mucho más, y todo aquello era el pasado.
    En Sol sólo había medios de comunicación, focos buscando el pasado, reporteros buscando el pasado, técnicos de sonido buscando el pasado, enlaces carísimos buscando el pasado, y muchísimos cámaras hambrientos por buscar alimento para su máquina criticadora, fagocitadora, asimilacionista del pasado. Pero no había nadie del pasado a quien entrevistar más allá de cuatro remolones que intentaban con obstinación reconstruir la magia de aquél fin de semana de 2011, pero esta vez rodeados de policía, vallas y amenazas de multa.
    Pero más allá del masivo asedio policial, lo que más llamaba la atención en aquella desolada plaza era la notable presencia de los medios de comunicación. Aquél desmesurado despliegue mediático tomaba tintes de esperpento berlangiano con un reportero de Antena 3 subido a una escalerita —aparentemente esperaba poder suplir así su corta estatura o sobresalir entre la inexistente muchedumbre— plantado en medio de un círculo de curiosos que competían con el círculo —mucho más numeroso— que unos pasos más allá aplaudía a un mimo. Al fondo, tras el imprescindible cartel conspiranoico sobre el 11S, Bin Laden y la CIA (sin alusiones al New World Order, no sería el 15M), se acertaba a otra compañera televisiva subida en la fuente y varias unidades móviles rodeándoles, capitaneadas, claro, por la sempiterna camioneta blanca de la cadena sueca Sveriges Television (SVT) que se pasó todo el 15M aparcada en el mismo sitio.
    Mi estupor sólo me dejó esta foto que creo resume a la perfección “el paradigma 15M”: la “m” no era de “mayo”, sino de “mediática”. Por más que los indignados se pasasen todo aquél verano afirmando que los medios les habían boicoteado, sólo había que pasarse por allí o por cualquier quiosco para saber que el 15M fue una especie de última burbuja de la era dorada que ya agonizaba. Después vinieron los recortes a destajo, las descargas, la criminalización y la movilización concreta.
    Yo siempre he sido muy crítico con la pose sin amenaza que rodeó a todo el 15M. Aunque estuve involucrado en la mayoría de asambleas actos y franquicias derivadas (en el Círculo de Lectores asistí a la presentación de un libro de lemas del 15M publicado por una editorial del grupo Planeta a muy alto precio, nada de copyleft, muy copyright y muy marketing contradictorio con lo que se pedía en la plaza), insistía en que el activismo tenía que ser más concreto, más real, más práctico… más de izquierdas. Pero había un empeño extraño en apoltronarse en lo difuso, en lo equidistante, en lo tercerposicionista (de ahí las sospechas de que UPyD estaba detrás, aunque cada día era alguien nuevo quien estaba detrás: PSOE para el PP, IU para el PSOE, el PP para IU, los Rockefeller para los que te echaban el esprái entre las acampadas…). Muchas figuras oscuras hicieron un esfuerzo en negar la izquierda e incluso aliarse a figuras netamente neoliberales como Punset, Dans, Mario Conde o incluso líderes del PP como el secretario ejecutivo provincialdel PP en Zaragoza Lorenzo Abadia .
    El tiempo ha despertado a muchas indignadas que ya no están para hacer cursillos de cocina vegana o lemas reciclados del 68. La gente ya no tiene casas, trabajos ni aifons como los que se veían en Sol a la puerta de las tiendas de campaña. Ahora se han quedado las y los activistas de verdad y han surgido movimientos sociales que recuerdan que sí que existe una cosa que se llama lucha de clases y otra que es la izquierda. Ahora es más necesario que nunca plantar cara a ese monstruo neoliberal que está haciendo negocio con nuestros derechos y criminalizando, castigando, encarcelando a quien denuncie su chanchullo.
    El problema ahora no es protestar, es conseguir logros concretos, detener ese saqueo de lo público, ese aprovechamiento del estado de shock que Naomi Klein tan bien describe para cambiar el modelo e implantar el capitalismo del desastre. Ya no vale la pose de revolucionario con dos carreras que lucha por mantener el sistema con sus hipotecas y oposiciones. Ahora hay que luchar por despertar a la gente del estupor que los medios de comunicación que inflaron aquella “burbuja antisistema” que nunca lo fue consiguió imponer.
    Aunque sería enormemente injusto olvidar que parte de estos quincemistas luego apoyaron a los movimientos sociales que definitivamente plantaron cara al sistema: las mareas, la PAH, Salvemos Telemadrid y tantas otras. Pero ahora estamos en el momento de necesitar romper el cerco mediático que distorsiona y criminaliza a esos movimientos sociales. Ahora tenemos que aprovechar las redes sociales, blogs y demás herramientas de internet para informar, arropar y legitimar estos movimientos sociales y activistas que son criminalizados, estigmatizados y difamados por sus plataformas propagandísticas.
    Recuperemos al intelectual orgánico del proletariado.»

  6. Eco, Ecoooo:
    «(…)Hablando de Europa, resulta imposible sustraerse a la palabra crisis, aunque orille adrede lo político. ¿La crisis le sienta mal a la cultura, la perturba mucho o, al contrario, la espolea? “La cultura es una crisis continua. La cultura no está en crisis, es una crisis continua. La crisis es condición necesaria para su desarrollo”. ¿Y la mercantilización del producto cultural, o el riesgo de privatización del patrimonio? Es un fenómeno que en realidad tiene muchos siglos de antigüedad, recuerda Eco, en referencia al patrocinio privado de actividades culturales (la restauración del Coliseo romano por una firma de zapatos, o los palacios venecianos propiedad de grandes fortunas que exhiben su poderío y su logo): “Eso siempre ha existido. Virgilio era pagado por Augusto; Ariosto cobraba de un duque. De alguna manera, si yo hubiese vivido en el siglo XVII habría debido estado al servicio de un señor; hoy no, mi trabajo literario o docente me permite vivir. En este sentido, la cultura es hoy más libre. Todos los textos en el ochocientos se inician con una loa al señor, al rey, es como si hoy tuviese que encabezar todos mis libros con un elogio de Berlusconi (risas)… Es justo que una empresa colabore con fondos para restaurar el Coliseo de Roma…”
    http://cultura.elpais.com/cultura/2013/05/23/actualidad/1369333134_264650.html

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *