La Semana Tragica y el asesinato de Ferrer Guardia
El pasado 20 de mayo moría Flavio Costantini quién dedicó gran parte de su extensa obra gráfica y literaria a la historia del anarquismo.
Aprovechemos como obituario el siguente texto de Stuart Christie (quién intentó atentar contra Franco y después fue miembro de la Angry Brigade):
«Muy a menudo son los artistas, escritores o poetas, más que los historiadores o los sociólogos, quienes tienen éxito en capturar el espíritu de una época, haciendo de este modo una importante contribución a nuestra comprensión de la sociedad.
Flavio Costantini es una de estas personas. Nacido en Roma en 1926, sus primeras incursiones en el arte fueron motivadas más por la frustración intelectual que por los maestros del arte. «Empecé a dibujar porque había leído los libros de Kafka … era imposible escribir como Kafka, así que empecé a dibujar«. Otros escritores le influirían después, pero fue la condición humana tal como es representada por Kafka, la que sería la influencia dominante en el mundo de Costantini.
Retirado de la Marina en 1955, Costantini volvíó a Italia para comenzar una nueva carrera como diseñador textil y artista gráfico comercial. Fascinado por los edificios, eligió Génova como su base de operaciones, que le proporcionaría un antídoto a la pesadilla kafkiana que había sido para él la ciudad de Nueva York.
El antiguo puerto mediterráneo le ofreció inspiración visual de diferentes maneras: el detalle de un arco, una barandilla o la geometría de una plaza. El color también empezó a desempeñar un papel más importante en la obra de Constantini. Después de un breve coqueteo con el óleo en la década de 1960, la tempera se convirtió en el medio elegido.
El período comprendido entre principios de los 60 y mediados de los 70 coincidió con una marea de intensas esperanzas democráticas para un gran número de personas. Constantini había sido comunista hasta 1962, pero un mes de visita a Moscú le obligó a reconsiderar sus creencias. En Moscú fue testigo de «un flujo interminable de turistas campesinos que estaban extrañamente silenciosos, ni tristes ni felices, que eran canalizados a través de una desencantada peregrinación inconsciente … La revolución había terminado … En las sórdidas casillas verticales de Nueva York o en las igualmente sordidas casillas horizontales de Moscú, buscando más allá de los lánguidos recuerdos de la vieja Europa, quizás hubiera una alternativa, una voz aislada, pero insistente, una antigua utopía que, sin embargo, no tuviera nada en común con los anhelos Fabianos de H.G. Wells. Desde entonces, desde 1963, he intentado, en el ámbito de mis posibilidades, dar a conocer esta alternativa sin concesiones «.
Volvió a leer un libro que algunos años antes no le había gustado, Memorias de un Revolucionario de Víctor Serge. Una descripción del período heroico del ilegalismo, el activismo anarquista francés que destacó a finales del siglo XIX, un libro que iba a ser su fuente de inspiración para las próximas dos décadas. Sintió, como Serge, que aunque presos de contradicciones, los anarquistas franceses eran «personas que exigían, antes que nada, la armonía entre las palabras y los hechos«. Eran muy a menudo personas solitarias y aisladas, sensibles a su manera, cuya reacción a la confusión y la alienación era actuar, y que se negaban a someterse.
El arresto de Ravachol.
La obra de Costantini durante estas dos décadas es una documentación de ese período dramático en la lucha de la humanidad por una sociedad libre, una sociedad basada en los principios de justicia social descritos por Bakunin hace más de un siglo: «Es el triunfo de la Humanidad, es la conquista y el cumplimiento de la plena libertad y del pleno desarrollo material, intelectual y moral de cada individuo, por la organización absolutamente espontánea y libre de la solidaridad económica y social, tan completa como sea posible, entre todos los seres humanos que viven sobre la tierra». Como un vitral iluminado por el sol , el impacto de la obra de Costantini es inmediato. Los eventos se capturan sin perspectiva y en un solo plano de una manera sorprendentemente innovadora.
Tambien hay ironía, por ejemplo: los rostros de los policías que disparan a los huelguistas de Chicago de 1886, son de presidentes de Estados Unidos. Otra tempera, representando la captura de Ravachol, nos muestra a Toulouse-Lautrec como el agente que lo detuvo.
Chicago, 3 de mayo, 1886.
Los rostros inquietantes de Costantini, extraídos directamente de fuentes de la época, constituyen un elemento de realismo fotográfico que contrasta con el fondo decorativo. Ya sea en los rostros de los protagonistas o en las arquitecturas, el detalle está cuidadosamente trabajado, como la armonía y la perfección estructural.
Con el decaimiento de las esperanzas y las expectativas revolucionarias a mediados de 1970, Costantini tuvo la sensación de que estaba presenciando el final de una era. Llegó a creer que el acto revolucionario como un medio catártico de lograr una buena sociedad ya no era posible, sin grave riesgo de hundirse en un mar de anomia.
Su desencanto ante la desesperanza de la condición humana en el capitalismo tardío se expresa en las temperas finales de la serie revolucionaria a través de un simbolismo de matriz kafkiana. Una de estas pinturas representa la habitación en la que fueron asesinados el zar y su familia. El mobiliario se ha eliminado y la habitación está vacía: sólo en el fondo, los impactos de balas en la pared indican que ha ocurrido algo irreversible. La mayoría de las pinturas de esta etapa de su trabajo fueron reproducidas en su libro El arte de la Anarquía.
Casa Ipatiev
Tal vez con la intención de amortiguar en sí mismo los efectos de este cambio radical en su pensamiento, en 1980 Costantini comenzó a sumergirse en una serie de retratos de los autores que habían contribuido a su comprensión del mundo. Cada uno se acompaña de objetos asociados con el retratado, o que fueron un tema importante en su trabajo. Kafka se muestra con su escarabajo; Poe con una botella de whisky Jack Daniels; Stevenson con una gaviota, salvavidas y la imagen de un asesinado; Conrad con un compás y una fotografía de un barco de vapor, y así sucesivamente.
A mediados de la década de los 80, otro tema surge de ese período de introspección, una profunda alegoría, también de tradición kafkiana, representada por el hundimiento del Titanic. El año en que ocurrió la criminal tragedia, 1912, fue un año portentoso y fundamental, en opinión del artista, en la historia del mundo contemporáneo. La imagen puesta en escena representa el naufragio de un buque en una noche tranquila, con la gran popa alzada como si de un Leviatán en cuclillas se tratara y las luces de 1.000 brillantes ojos de buey vacios se reflejan en un mar en calma. Incluso después de la colisión con el iceberg, los pasajeros mostraron poca preocupación por su seguridad, después de todo, el barco había sido declarado insumergible, y continuaron bailando al son de numerosas orquestas, mientras que otros jugaban poker.
Titanic I
[…]Además de El arte de la Anarquía (Cienfuegos Press, Londres, 1975), las obras gráficas de Flavio han ilustrado una serie de clásicos de la literatura en lengua italiana, como Se Cavallino di Fuoco de Vladimir Mayakovsky (Emme Edizioni, sf), The Shadow Line, de Joseph Conrad (Edizioni Nuages, 1989) y Cartas del Inframundo de Dostoievski (Edizioni Nuages, 1997). La obra de Flavio se ha expuesto en todo el mundo, destacando la X Cuadrienal de Roma de 1972 y la Bienal de Venecia de 1984.
Stuart Christie
offtopic
La Fundación Juan March, honorable fundación que lleva el nombre de quién financiara el golpe fascista del 36 y trajera a Franco de Canarias, va a celebrar una mesa redonda dedicada a Agustín García Calvo.
Yo no entiendo nada y me tiro al monte.
Aunque este comentario no vaya al hilo de la entrada, dejo aquí un enlace al lamentable programa emitido ayer en la 2 «Metrópolis» con el título: «La Publicidad… ¿Salvará el Mundo?»
Una descarada apología de una de las mayores lacras del sistema en el que vivimos.
Bueno, al que le interese, que le eche un vistazo, no tiene desperdicio.
http://www.rtve.es/television/20130516/publicidad-salvara-mundo/664560.shtml
Y perdón por usar esta entrada que no tiene nada que ver.
En relación con el comentario de Anónimo, os dejo el libro «Propaganda» de Edward Bernays, sobrino de Freud y padre del marketing, que aplicó las ideas del psicoanálisis a la entonces naciente ciencia de la persuasión de masas:
https://rrodriguezb.files.wordpress.com/2012/04/propaganda-por-edward-bernays.pdf