Recuerdo un comentario de Beatriz Preciado en el que defendía que la razón de la tolerancia actual hacia el porno, es decir, la evolución de la moral en este terreno, se había dado gracias a su inserción en el capital. Es en el momento en que el porno empieza a ser un negocio descomunal cuando la moral se adapta para eliminar barreras a su capitalización.
En esta línea, hacerse pajas ya no sólo será un negocio, sino que podrá servir para obtener una cuota de energía con la energía cinética derivada de la actividad onanista. Es como el segundo capítulo de Black Mirror, ese donde obtienen energía del esfuerzo deportivo en las bicicletas estáticas frente al televisor, pero traído a la cruda realidad. Hay que reconocer el mérito de la serie al adelantar la ficción de una forma tan precisa.