El pasado jueves 15 se inuguró en la Lucas Carrieri Gallery de Berlín la exposición «Abstract Realities», comisariada por Clara Muñoz y organizada por el Gabinete Literario de Las Palmas, donde presentamos nuestro último trabajo, compartiendo sala con Kirsten Mosel y José Rosario Godoy.
«American Colors» es un proyecto que gira en torno a la abstracción geométrica minimalista pero al que nos podríamos referir como «abstracción crítica».
«American Colors» es una serie de diferentes cuadros que utiliza los 5 colores convencionalmente aplicados a las razas y somete su composición al porcentaje censado de población, población carcelaria e índice de pobreza por etnias en USA. El lenguaje formalista es repensado superando las composiciones intuitivas o las condicionadas por progresiones aritméticas o geométricas carentes de todo significado, de modo que aquí es la estadística, nada abstracta aunque igualmente matemática, la que dictamina el porcentaje de cada color utilizado en el cuadro. El color se emplea de tal modo que conlleva un significado, conceptualmente ligado al uso del lenguaje para referirse a las diferentes razas. Son por lo tanto cuadros que se leen. El título de cada cuadro, por ejemplo «USA population by race» o «USA prision population by race» conduce al espectador a una visión bastante diferente de la que en un primer momento pudiera albergar al contemplar estos objetos artísticos que en su ejecución, formica sobre madera, reproduce los acabados del lifestyle design.
La materia prima que procesa la sociedad del conocimiento es la información y es ésta justamente la que da base a «American Colors», un proyecto donde la infografía, el objeto minimalista, la pintura de campos de color norteamericana y el diseño de interior se unen al estudio sociológico y antropológico para dar como resultado una reflexión crítica.
¿Que pasa con los «asiáticos» o amarillos en «USA poverty rate by Race»? ¿No hay?
Pues en las estadísticas oficiales que hemos manejado no se contempla a los asiáticos como grupo de pobreza. Dato que también nos sorprendió. Está claro que una gran parte de la población mundial asiática vive esclavizada, en China, Tailandia, Estados Unidos o España. Pero ¿alguien ha visto en occidente alguna vez un homeless chino?
Un objeto estetizante, para el consumo de la élite económica, que funciona como recordatorio de las desigualdades sociales. Aberrante, pero muy chulo.
Gracias Aitor por tu comentario. Efectivamente los que nos dedicamos al arte contemporáneo con una actitud crítica siempre estamos en esa tesitura. Claro que eso no les pasa a los diseñadores como tú. ¿O sí? Porque nos parece a nosotros que hacer el diseño de Nolens Volens, revista crítica donde las haya, editada por una universidad privada a la que sólo los hijos de los ricos pueden ir (quizá uno de los ejemplos más sangrantes de desigualdad social) es un trabajo aberrante. Eso sí muy chulo también…
Mi comentario no era crítico. Más aún, esta aberración de la que hablo me parece un acierto, por lo menos en este trabajo (y no en el caso de la revista que mencionas).
El otro día alguien preguntaba cuál era la diferencia entre Damien Hirst y Santiago Sierra
http://twitter.com/jldevicente/status/3978369681
haciendo alusión, pensaba yo, a la gran cantidad de mercenarios que trabajan para ambos. La diferencia es evidente: uno integra la relación entre el artista y sus asalariados en el propio discurso de la obra y el otro no.
De la misma manera, la relación perversa (acertadamente perversa, permíteme el matiz para evitar suspicacias) de la obra que aquí presentas está intencionadamente integrada en el discurso de la obra y nos devuelve una gran metáfora de las relaciones sociales. Precisamente este mecanismo de absorción que transforma la fatalidad humana en rentabilidad, en este caso, mucho mejor, una rentabilidad estética. Una aberración que se encuentra en el centro mismo de tu discurso y que es, por tanto, útil y pertinente señalar.
Sin embargo, la revista Nolens Volens no habla en ningún momento de la relación que mantiene con sus fuentes de financiación y señalar la perversión en la que se inserta sólo tiene sentido si se hace desde fuera. Es decir, no estás dialogando con la revista (que trata de enfocar otros temas), estás haciendo, en todo caso, una crítica general de un sistema de producción que comprende absolutamente a todos los procesos de producción del planeta.
Yo estoy un poco cansado de los eternos comentarios en los que se trata de desactivar cualquier trabajo de corte político o social por el mero hecho de estar inserto en una economía de mercado. Son irreprochables desde un punto de vista retórico pero son también completamente inútiles porque no dialogan con el trabajo y con este argumento puedes desactivar cualquier otro trabajo o actividad ya sea de corte político o no: desde el trabajo de un panadero hasta el de un notario.
Lo que es pertinente o útil observar en un trabajo concreto es si integra o no esta paradoja (trabajar para el enemigo) en su discurso para poder dialogar con él en los mismos términos. En mi interpretación de tu trabajo así lo he hecho y por eso me he permitido el comentario. Espero que con esta explicación quede clara la ausencia de criticidad y acuerdes conmigo lo desafortunado de tu comparación con el caso de la revista.
Un abrazo fuerte, compañero.
Pensando un poco en esta cuestión he llegado a una conclusión. Este tipo de argumentación sobre un trabajo que no tiene en cuenta su discurso concreto, sino lo que es, se parece mucho a el criterio de autoridad y al argumento «ad hominem», tan desprestigiados en ámbitos de discusión.
Tanto el criterio de autoridad como el argumento ad hominem utilizan a la persona en detrimento de su argumentación para legitimar o desacreditar (respectivamente) su argumento.
Con este tipo de crítica al trabajo de corte político ocurre un poco lo mismo. Desacreditamos el discurso de un trabajo por lo que el trabajo es y no por lo que dice ¿Por qué resulta una operación válida para hablar de un trabajo y no para hablar de una persona? Es el momento de introducir un nuevo latinajo: El argumento «ad labor»
Todo claro Aitor. Quizá el término «perversión», que utilizas ahora, sea más acertado que «aberración». Ciertamente estamos de acuerdo contigo en todo lo que expones. Nosotros también estamos cansados de las críticas que tratan de desactivar el arte político por el mero hecho de utilizar las estructuras del sistema. Y, la verdad, nos sorprendió mucho, viniendo de ti, lo que consideramos una crítica en esa dirección. Es por eso que hicimos esa reflexión sobre la revista, para recordar dónde estamos todos. Pero sí, ha sido un desafortunado comentario si de lo que hablamos es de trabajos que incluyen en su concepto las relaciones sociales y económicas que las sustentan. Está claro que este «fuego amigo» se debe a un mal entendido.
Un fuerte abrazo para ti también, compañero.
Hace más o menos un año, aquí en Colombia se publicó la noticia de un grupo de refugiados orientales que habían sido descubiertos en un barrio pobre de no recuerdo qué ciudad, creo que Bogotá, con papeles falsos para su estadía en el exterior. Es decir, sí existe gente de oriente aquí en occidente en situación de pobreza. Y me extraña bastante que, al parecer, no los haya en Estados Unidos.