Y es así que mientras las lecturas de El Capital de Karl Marx tenían lugar, evidentemente permeadas por fuertes limitaciones de la transformación de la realidad, otro proyecto se gestaba; un proyecto que de forma bastante más contundente, lograba, siguiendo a Mouffe, multiplicar los espacios “en el que las relaciones de poder están abiertas a la contestación” (Ibíd.); mientras la élite del mundo del arte caminaba en dirección a la bienal, otra capa discursiva permeada por muchas otras capas, se colaba en el horizonte de visión; otra realidad dispuesta estratégicamente para hacerse visible, aún si las prisas por llegar al Arsenale lograran imponerse, el resquicio estaba abierto. (Es importante mencionar que en los últimos días esta realidad se ha vuelto más que visible, particularmente a través de unas fotografías publicadas en el periódico español el País donde se ven a cientos de refugiados a punto de morir ahogados en el mar).
Así pues, en confrontación con la tentativa de posicionamiento político que tiene la muestra de Enwezor, otra tentativa aparece para visibilizar los miles de inmigrantes invisibles en este medio guiado por la adhesión para con el estatus quo que representa hoy el campo del arte. Los esténciles anunciaban que aún ahí, será necesario recordar a los miles de inmigrantes que mueren en las costas tratando de llegar al sueño que representa, todavía Europa, para algunos cuya realidad es bastante peor que la realidad que ha impuesto hoy la crisis generalizada por la que atraviesan.
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