«Yo, que escribo, soy, desgraciadamente, un burgués. No obstante, se podría considerar como no burgués y como perteneciente al proletariado, a esa masa de trabajadores de la ciencia y de las artes que apenas consiguen ganar su vida y que se aplastan mutuamente en una competencia espantosa; su existencia es a menudo más precaria y más miserable que la de los obreros propiamente dichos. En realidad no son más que proletarios; para hacerse tales, sólo les falta una cosa, y es volverse proletarios por la voluntad, por el sentimiento y por la idea. Pero eso es lo que les separa precisamente del proletariado. Son en gran parte burgueses por sus prejuicios, por sus aspiraciones y por sus esperanzas siempre ilusorias, y sobre todo, por su vanidad.»
Zas! En toda la boca.
También los enanos empezaron pequeños