Cien obras de arte de la famosa colección de Charles Saatchi, entre ellas posiblemente ‘Hell’ de los hermanos Chapman, han sido destruidas en el incendio de un almacén en Londres que ha causado millones de euros en pérdidas. El incidente, que comenzó la madrugada del lunes y cuyas causas aún se desconocen, arrasó, ‘Everyone I Have Ever Slept With’, de Tracey Emin, valorada en unos 60.000 euros, y obras de Damien Hirst, polémico artista británico, así como Sarah Lucas. ¿Cuál será el importe del seguro?
También fueron pasto de las llamas trabajos de Patrick Caulfield, Gary Hume, Carigie Horsfield, Rachel Whiteread y veinte piezas de Martin Maloney, entre otros representantes del movimiento Jóvenes Artistas Británicos, que promocionó Saatchi.
Una de las pérdidas más destacadas, aunque todavía por confirmar oficialmente, ha sido ‘Hell’ (infierno en inglés), una obra apocalíptica de los conocidos hermanos Jake y Dinos Chapman que Saatchi encargó para una retrospectiva por más de 700.000 euros.
La original creación consiste en nueve paisajes de miniatura en los que figuran miles de soldados de plomo cometiendo atrocidades, como símbolo del desastre y la destrucción.
Pero a Dinos Chapman, uno de los autores de la obra, no pareció afectarle mucho la noticia. «La obra no se puede quemar porque nuestro Infierno (Hell) está más caliente que el incendio. Es simplemente arte, volveremos a hacer otra», dijo.
Sin embargo, Charles Saatchi, coleccionista de arte de los denominados representantes del «Britart» y propietario de la colección, «está totalmente destrozado» por el incendio, según indicó un portavoz.
El coleccionista, nacido en Irán hace 60 años, acababa de celebrar el primer año de la inauguración de la Colección Saatchi en la antigua sede del ayuntamiento de Londres.
Charles Saatchi, quien se hizo rico con una empresa de publicidad creada con su hermano Maurice, lleva dos décadas comprando arte, especialmente el de los creadores británicos más provocadores, y ha reunido una colección de 2.500 obras de 350 artistas.
Su portavoz señaló que, aunque de momento se desconocen las pérdidas económicas causadas por el incendio, posiblemente supondrán varios millones de euros.
El almacén incendiado, ubicado en el este de Londres, era uno de los tres propiedad de la empresa de almacenaje Momart, entre cuyos clientes destacan el museo de arte contemporáneo Tate Modern de Londres, el Palacio de Buckingham y la National Gallery.
Carole Hastings, directora del Momart, admitió ayer que, como el fuego empezó el lunes, «es probable que no se haya salvado nada» y destacó que de momento no es posible acercarse al lugar pues el fuego sigue ardiendo, aunque en menor medida.
El incendio, que afectó a un área semejante a un campo de fútbol, hizo que centenares de residentes en la zona tuvieran que ser desalojados el lunes y, aunque poco después pudieron regresar, las inmediaciones permanecen acordonadas.
El almacén de Momart ha quedado totalmente destrozado y el incendio está prácticamente controlado, con unas pocas llamas que aún persisten.
¿Justicia poética? ¿Pérdida cultural? ¿Conspiración?…
No se cual de estas definiciones calza mejor con el suceso Saatchi. En cualquier caso, y obviando el poder símbolico y la catarsis del fuego, da que pensar.
Y puestos a pensar, pensemos mal…. un seguro que probablemente supondrá unas ganancias astronómicas para el famoso publicista, la necesidad de reconstituir el patrimonio cultural brítanico volviendo a comprar y a producir obras de los mismos Young British Artists (sólo es arte, se hace otra ves, Dinos dixit), una avalancha de dinero para un movimiento ya consagrado que ahora recibe un nuevo empujón económico y publicitario; también se revalorizan las obras de la misma época que sobreviven…
Hace unas semanas Damien Hirst compró muchas de sus propias piezas a Saatchi… ¿le olería algo a chamusquina al carnicero de los tanques de formol?
Sí, en la Pérfida Albión también se apunta tímidamente la posibilidad de un incendio provocado, o por la propia sociedad Saatchi o por algún detractor cansado de tanta impudicia como reina en el Britart.
A Germano, el hecho de que los Chapman, en su «humilde» opinión, proclamen que su trabajo «es sólo arte y volveremos a repetirlo» le lleva a pensar mal sobre los propósitos de tal iniciativa.
Sin embargo, a mí casi me inquieta más la decisión taxativa de la Emin cuando legitimando la originalidad irrepetible de su trabajo se niega a recrear, copiar, replicar, rehacer (no sé qué término emplear) una obra ya hecha, alegando que sus obras son productos de momentos también originales e irrepetibles. Así que, no parece que haya mucho consenso en el asunto.
Y yo me pregunto ¿no resulta un pelín trasnochado, en los tiempos que corren, seguir empleando argumentos de «originalidad» cuasi-aurática para negarse a repetir una obra? Porque digo yo, unas obras como las siniestradas en el incendio que, además de al Emporio Saatchi, pertenecen ya al patrimonio universal de la historia del arte ¿no deberían tratar de conservarse?
Actualmente, podemos contemplar la «misma» instalación en Tokio, Berlín, Estambúl o N.Y. Se tratan de piezas que se montan y desmontan tantas veces como son necesarias, asumiendo las variaciones necesarias en la adaptación del lugar expositivo y recurriendo a la sustitución y restauración de las piezas deterioradas o desaparecidas cuando es necesario. Y eso, no parece suponer ningún drama ni a los artistas ni al mundo del arte. Pero de repente, se quema una obra y hay quienes piensan que la pieza original es absolutamente irremplazable. Pues, francamente, no veo yo mucha diferencia entre una cosa y la otra.
No será que, después de tanto arte sumindo en la era del concepto y la reproductibilidad, los visos finiseculares de originalidad no nos han abandonado nunca del todo?
Éstas son algunas de mis dudas.
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… la pregunta de si la ‘originalidad no nos ha abandonado de el todo’ parece ser mas bien una afirmacion, no?. Lo cual me hace pensar, que mas que en la originalidad de la obra, el valor es dado acorde con la autenticidad de la obra, siendo determinada esta en terminos de mercado, es decir de producto. Creo que existe ‘cierta’ discrepancia entre, lo que es denominado originalidad y autenticidad desde el punto de vista artistico y desde el punto de vista de mercado, promocion o venta. Esto me trae a la mente un trabajo de Carey Young (artista Inglesa, que creo que hace trabajos interesantes) titulado ‘Incubator’ en el que organiza un workshop para ayudar a una galleria comercial Londinense a mejorar la forma en la que administran la Galleria, para ello Young pide a un trabajador de la empresa Xerox que se reuna con los galleristas para idear nuevos acercamientos desde un punto de vista mas ‘agresivamente’ comercial. Algunas de las ideas mencionadas en el workshop son la de producir la misma obra masivamente para poder satisfacer a mas clientes, a la oposicion de los galleristas a lo que ellos consideran que no sera valorado ya que colleccionistas valoran las piezas unicas, otra sugerencia es hecha y es la de pintar la misma pieza (objeto) en diferentes colores, lo cual los haria diferentes y autenticos al mismo tiempo…. al final de el workshop los galleristas como que no dan credito a las sugerencias que se han hecho y el comercial piensa que las ideas de marketing en las que se basa el mundo de el arte no han sido revisadas desde hace mucho tiempo…
Cada uno con su opinion y de una manera que roza lo absurdo ‘Incubator’ denota una realidad de relaciones e intereses que rodean, y rodearan, a las piezas de arte, artistas… y puesta en circulacion.
Saludos!
ah! si quereis echarle un vistazo a la pagina web de C. Young es http://www.careyyoung.com