El pasado fin de semana murió en Grecia mi amigo Carlos. Os dejo aquí la necrológica que ha escrito Javier Mendoza.
Foto: Pamela Spitz
CARLOS VELASCO BOZANNO
Todos los que hemos tenido la suerte de conocer a Carlos Velasco Bozzano, diseñador y artista, a lo largo de su larga carrera profesional y afectiva -ambas estuvieron siempre irremediablemente unidas- sabe que la característica fundamental de su expansiva personalidad era una eterna vitalidad que muchas veces parecía sobrehumana.
No pocos amigos nos preguntábamos cómo era capaz de sobrellevar noches enteras trabajando en cierres editoriales y sujeto siempre a las fechas de entrega para, sin solución de continuidad, seguir cumpliendo con sus obligaciones como padre llevando a sus hijas al colegio o afrontando de nuevo una mañana de trabajo sin un mal gesto ni una mala cara. Tal vez la respuesta hay que buscarla en el enorme tamaño de su corazón, un órgano que él utilizó con una generosidad fuera de lo común, un órgano que ha terminado por fallarle mientras iniciaba un viaje por las islas griegas en compañía de su última novia, la fotógrafa Ana Nance, un órgano que ha dicho que no podía más a la edad prematura de 44 años, dejando huérfanas no sólo a sus tres maravillosas hijas, Jara, Sofie y Saskia, sino también a todos sus innumerables amigos que todavía no pueden hacerse a la idea de que ya no va a volver con su vozarrón inconfundible y sus urgencias emocionales.
Carlos Velasco Bozzano fue un artista vocacional que un buen día encontró en el diseño gráfico la herramienta perfecta para expresar su caudal creativo. Educado en el Colegio Estudio y en la Escuela de Artes y Oficios de Madrid, Carlos era uno de esos raros diseñadores que conocía a la perfección los aspectos más industriales de su oficio y, al mismo tiempo, era capaz de captar rápidamente cualquier idea y plasmarla en una hoja de papel. Fue, como a él le gustaba recordar, el último becario de los años 80 con Óscar Mariné. Luego empezó a trabajar como diseñador en Progresa, factoría de revistas del Grupo Prisa, y acabó siendo el Director de Arte de todas ellas: Cinemanía, Rolling Stone, Blue Joven, Claves… Más tarde creó MadStudio, una empresa atípica donde, como él solía decir, sólo era posible entrar si te ponías un casco vikingo, dejando en evidencia que las rígidas reglas empresariales no estaban hechas para él. En los últimos tiempos trabajó con el diseñador Rafa Sañudo junto con el que ideó el mapa actual del Metro de Madrid. Con la muerte de Carlos Velasco no sólo se va un agitador cultural de primer orden sino también el espíritu de un hombre que nos hizo sentir especiales a todos quienes tuvimos el privilegio de quererle.
muy muy bueno javier, Parece que todavía lo estoy escuchando, con su vozarrón y su impaciencia…
Asía era Carlos.
Confío que pueda seguir creando en el más allá.
muy emotivo…
siempre notaremos su ausencia.
Sin palabras.
No tuve la suerte de conocer a Carlos, ni tampoco conozco a Javier Mendoza, pero tengo la impresión de haber conocido al primero por la magnífica necrológica del segundo, tan sentida y elocuente.
una buena necrológica de un mejor tipo
¡gracias javier, gracias carlos!
Carlos es una de las mejores personas que he conocido. Listo, trabajador, creativo, generoso sin límites, buena gente como pocos, inteligente a rabiar y algo que, hoy en día ayuda, un buen rollo siempre siempre siempre, jamás una mala cara, jamás un mal gesto, ni en las peores circunstancias, pasabas 10 minutos con él y era un volcán en erupción, te llenaba de energía positiva, te dejaba en las nubes. Por favor, seamos un poquito Carlos Velasco, aprovechemos lo que nos queda de él, seamos mejores personas porque al final… al final… esto es lo que queda. Gracias Carlos. Ha sido un placer conocerte y, al menos para mi, siempre serás un ejemplo de cómo se va por la vida. Hasta siempre querido amigo!!
Carlos era de los que soplaba, y con brío, para que el mundo virase hacia el rumbo que necesita. Ayer, en el multitudinario encuentro que se celebró para recordarlo en el Tanatorio «La Paz» de Tres Cantos, muchos de sus más allegados subieron al estrado para homenajearlo con sus palabras en una de las circunstancias más emotivas que he vivido.
La palabra «fiesta» se repitió varias veces en los discursos. Le estuve dando vueltas a ese hecho durante la tarde de ayer, y de pronto me di cuenta de eso: de que Carlos es de los que mueve al mundo hacia el lado más poético de lo humano. Hacia lo inconformista, lo sensual, lo lúdico, lo pasional, lo emocional, lo creativo. Y entonces, he pensado «¡Qué suerte tuve de conocerlo!». Carlos es de las personas que ilustran cómo debe ser la vida y cuya luz te acompaña siempre. No me sale hablar en pasado, en parte por lo que ya se dijo ayer con otras palabras: que Carlos es un clásico, y por tanto no puede morir.
Ayer yo formaba parte del pequeño grupo en representación de sus primeros compañeros de colegio, el Estudio, los que compartimos aula y recreos (bueno, gimnasia) con él desde los 4 hasta los -creo- 12 años. Unos diez años después de que Carlos dejara el colegio y perdiéramos contacto con él, la vida nos brindó la posibilidad de volver a vernos. Yo asistía a un curso de teatro en la calle Viriato de Madrid, frente al taller creativo de Mariqui, madre de Carlos, y a raíz de ello retomamos el contacto. El entusiasmo y la ilusión de Carlos cuajó de inmediato en una fiesta (¡cómo no!) a la que fuimos invitados todos sus compañeros de la clase B de la promoción de 1984. Creo que sólo faltaron dos o tres personas. Fue una fiesta que ninguno olvidaremos, ya que representó el reencuentro de muchos, y nunca antes ni después se consiguió reunir a tanta gente de la clase al mismo tiempo. Es una razón más que sobrada para justificar nuestra presencia ayer. Pero ni de lejos la única.
Ayer se contaron muchas anécdotas de la vida de Carlos, pero ninguna de su infancia. Me gustaría compartir una ―quizás no sea sino una medio fantasía en mi imaginación, pero ¡qué más da!― para sumarme a los homenajes de ayer con un recuerdo del Carlos-niño… imaginaros el cóctel: Carlos y niño. Si recuerdo esta anécdota, no es sólo porque en mi casa familiar mi madre o mi padre recordaran la historia de vez en cuando; también la atesoro como el momento en que se determinó el tipo de vínculo que estableceríamos Carlos y yo con los años y desde ese momento. El caso es que Carlos se presentó un día en clase (tendríamos no más de 6 años) con unas moneditas doradas que acabó regalándonos a algunos de nosotros. Las moneditas en cuestión resultaron ser unos maximilianos de oro, unas arras que habría encontrado en vaya usted a saber qué cajón de su casa. Claro, mis padres, tras examinar el tesoro que yo les mostraba orgulloso, llamaron inmediatamente a los padres de Carlos, y el resultado fue que todos los que recibimos moneditas hubimos de devolverlas al día siguiente.
Lo mítico de esta anécdota, lo realmente trascendente, es que, por encima de la posible desilusión, lo que queda es el asombro y la magia de aquel momento, un asombro y una magia que Carlos creó a voluntad dándonos su tesoro, porque le producía placer nuestro placer. Y en su honor, para mantener vivos el asombro y la magia que Carlos quería para todos los que le rodeaban, ¡que siga la fiesta!
Fran Gracia
Es duro haber perdido a Brea y Velasco en tampoco tiempo… Espero que lo que ambos sembraron florezca.
Un fraternal abrazo a ambos.
soy una de las 2 tias de carlos, un verano en sanlucar, la tia mas joven , tenia un boxer joven, a carlos le gustaba jugar con el en nuestra vieja huerta de la jara ,hoy vendida y urbanizada, carlos con la exitacion del juego le mordio al perro en la oreja algunos dias mas tarde el perro harto le cogio de un pie a carlos y lo tiro y arastro, todos estaban asustados, pero el perro no le hizo ni una herida solo le estaba regañando. carlos tendria 3 o 4 años. tambien le encantaban los camaleones y ya mayor todos los veranos cogia un rato a uno y luego los soltaba.carlos quedo muy triste cuando urbanizaron la zona; por mucho que trataron no consiguieron salvar este habitat de camaleones
Comienzo citandote con pasión, como siempre
«Ayer yo formaba parte del pequeño grupo en representación de sus primeros compañeros de colegio, el Estudio, los que compartimos aula y recreos (bueno, gimnasia) con él desde los 4 hasta los -creo- 12 años…»
Yo no formaba parte de ese pequeño grupo de representantes, seguro que buenos representantes. Pero estaba ahí, seguro. Es más, poseo la lista «original» de lo que luego serían las clase B y C, o D, no se. Tú estas en esa lista. El está en esa lista y aunque aparentemente no haya dejado seguirá estando por siempre en dicha lista.
Veo que sigo teniendo dificultades con los acentos, como entonces.
Carlos.
Querido Fran.
y besos c.
Reconforta, en esta profunda tristeza, tantos recuerdos de nuestro querido y gran Carlos. Gracias……………y a Carlos le doy las gracias también por su entrega generosa y tan llena… de él. Te quiero amigo.
Gran personaje, Carlos!!!
Su perdida nos muestra como la vida además de grandiosa
es frágil y efímera. Bonito, quedarás en nuestro recuerdo!!!
Hace no más de dos semanas, 3 amigos de la infancia reencontrados hace poco estábamos tomando unas cervezas y nos preguntábamos… ¿qué será de Carlos? ¿dónde estará Carlos?
Nuestra pregunta ya está respondida. Carlos está en el corazón de todos los que le conocieron.
Carlos es una de las personas más inteligentes, empáticas y luminosas que tenido la suerte de conocer. Me invade una alegría muy grande cada vez que evoco algún recuerdo que le tenga como protagonista. Y como profesional, en su campo, simplemente deslumbraba, y lo sé de buena tinta porque fueron seis años en Progresa, de revista en revista, viendo sus trabajos, gozando con sus maneras. Me enteré de su deceso de madrugada, en plena fiesta, como más me gusta acordarme de él, pero no soy Carlos, no tengo su fuerza interior, y me invadió una tristeza tremenda que acabé ahogando en alcohol. No creo que supere nunca ese golpe (mejor que haya sido Javier Mendoza quien me lo dio), pero me enorgullece al menos haber tenido el privilegio de su amistad y su afecto. Qué gran ser humano era Carlos.
Un fuerte abrazo, amigo mío.
NUNCA he vuelto a conocer a alguien que se pudiera parecer a Carlos Velasco
SE FUE y se llevó todo su ser y un trocito de muchísimos corazones
SIETE AÑOS pronto … una vida en un segundo
QUÉ SUERTE LA MÍA, haber compartido trabajo y amistad personal
NUNCA, NUNCA JAMÁS te olvidaré
PORQUE TÚ tampoco te olvidaste de mi
GRACIAS MI CARLOS
Hay Carlos yo desde tu Sabiote donde tanto te queríamos y siempre te llevaré conmigo pues te apreciaba tanto, hoy estoy en tu San Lucar de Barrameda a la cual tú también querías y pensé mucho en ti, tus fuertes abrazos y los café que tomábamos, te llevo en mi memoria y en mi corazón, CARLOS asta siempre mi buen amigo.