Este retrato del Che, tomado por Alberto Korda en 1960, quizás sea una de las imagenes más reproducidas y reinterpretadas de la historia de la fotografía.
Viseras y kleenex
«En este icono mítico se funden desde el sueño del revolucionario victorioso hasta la figura decorativa, el souvenir, lo in, lo llevable-llevable». En palabras del fotografo mexicano Enrique Méndez de Hoyos: «la figura del Che viene a ser el Micky Mouse de la izquierda latinoamericana, un Pato Donald con fusil, que lo mismo colorea un discurso de Fidel Castro que le adorna las camisetas a la hijita de Ozzy Ozbourne
(…)
El reciclaje y explotación al infinito de una imagen, reducida a un solo gesto, traen a la mente la estrategia de Warhol apropiándose de la imagen de Marilyn a partir de un recorte de revista para refotografiarla y luego multiplicarla al infinito, hasta el punto donde la imagen se deslinda de su propio referente convirtiéndose en pura ilusión óptica. Este mismo fenómeno, pero con un eco mucho mas amplio, que atraviesa los limites de la política, la ideología, la historia y el comercio para aterrizar de lleno en la cultura popular, no regional sino universal, ha sido lo que ha transformado la figura del Che en un «Producto Visual» de alto consumo masivo. Aquí es donde se genera el icono que trasciende por igual la foto de Korda y la persona llamada Ernesto Guevara, aquí empieza el terreno de lo mítico. Y no hay a quien atribuirle este fenómeno, mas que a la cultura de masas.»
El cine también se detuvo en la figura de guerrillero: Paco Rabal y Omar Shariff interpretaron al Ché.
Ha sido una reflexión sobre este proceso de mitificación/masificación del retrato del Ché lo que ha dado lugar a la exposición «Revolución y Comercio: El legado del retrato del Che de Korda» comisariada por Thrisa Ziff en el Museo de Fotografía de California. En palabras de la propia comisaria: «El retrato de Ernesto ‘Che’ Guevara, «Guerrillero Heroico», fotografiado por Alberto Korda el 5 de Marzo de 1960, quizás merezca ser reconocido como la imagen más reproducida de la historia de la fotografía. Mientras esperamos tal reconocimiento, el Che de Korda es mucho más que una simple imagen. Se ha convertido en el símbolo del pensamiento y la acción anti-sistema.
Retrato del Che en la Plaza de la revolución en La Habana.
Graffiti revolucionario old style
El poder político de esta imagen ha mantenido su vigencia desde la Primavera de Praga de 1968, pasando por Chiapas en 2000, hasta los presentes conflictos en Oriente Medio. Ha reverberado desde la guerra fría hasta nuestra actual época poscolonial. Ésta es una imagen que ha inspirado tantas y tantas interpretaciones que su silueta icónica es inmediatamente reconocida aún cuando se nos presente en su forma más sencilla
Espalda tatuada.
El brutal asesinato del joven y carismático guerrillero, realizado con el apoyo de la CIA, cuando éste contaba con 39 años, inevitablemente ha contribuido a su mística. «Guerrillero Heroico» es una imagen tomada en contrapicado, que presenta al personaje como si fuera una estatua, una imagen próxima al lenguaje visual de los mitificados héroes del realismo socialista, aunque también tiene referencias al porte clásico de las representaciones de Cristo. Más aún, la enigmática mirada del Che combina determinación y deseo evocando a la Mona Lisa de Da Vinci, posiblemente la pintura más reproducida en la historia del arte occidental…
El famoso «Chesucristo» ideado para acercar la figura de Cristo a la juventud británica.
Otra versión crística de Ernesto Guevara
Revolución y Comercio: El legado del retrato del Che de Korda muestra juntos fotografías, posters, películas, obras de arte, vestidos y artefactos de más de 30 países así como imágenes de la web inspiradas en la fotografía de Korda. El Che de Korda es una imagen que se mueve entre el aura del heroísmo guerrillero y la celebridad pop o el chic radical, entre la parodia y el kistch.
Bikini visto en Ipanema, Brasil.
Entre el land-art y la jardineria.
La gran mayoría de estas reinterpretaciones estéticas derivan del lenguaje pop de los 60. Mientras el arte tradicional gusta de la ambig√ºedad, la introspección y la probabilidad, la estética del pop es por definición un rechazo del arte y la figuración tradicionales. Las explícitas representaciones igualitarias del pop son el perfecto corolario para los valores anti-sistema del Che. El Che de Korda es la abstracción de un ideal transformado en símbolo que resiste interpretaciones sutiles pero que es infinitamente maleable. Ha entrado en el campo de la caricatura y la parodia pero al mismo tiempo es usada como comentario político en diferentes frentes: deuda mundial, identidad latinoamericana, antiamericanismo, derechos de los gays y pueblos indígenas. Desde el album de Madonna «American Life», pasando por el Che de Frijol de Vik Muniz, desde los billetes de cinco dólares de Pedro Mayer donde la cara del Che reemplaza al busto de Lincoln, el Che de Korda es populista y contracultural.
El Che asimilado para la causa palestina
La historia de esta imagen desde el momento en que fue tomada hasta su actual diseminación global es una compleja malla de narraciones contradictorias envueltas en un constante recuento de intrigas, acusaciones de asesinato, litigios y erróneos beneficios financieros. Su continua apoteosis constituye una novela por derecho propio. En sus múltiples apariencias y distintos tratamientos «Guerrillero Heroico» ha permanecido fluida y boyante. Su significado es todavía diáfano para aquel que sepa algo, por poco que sea, sobre el personaje que representa.»
Lo dijo Sartre.
Invitación realizada por el genial Aitor «451» Méndez para una fiesta del diseñador de moda Duyos (de ahí su logotipo en la gorra) pero fue rechazado de plano.
Para ver más:
«http://www.cmp.ucr.edu/»
«http://www.antecamara.com.mx//»
pppppppppppppuuuuuuuuuuuuutttttttttttoooooooooooooossssssssssssss
we loco, la verdad q nunca vi algo tan zarpado en cualquiera, como lo q acabo de ver, cómo pueden ser tan aparatos de comercializar un logo del comunismo latinoamericano como es Ernesto Che Guevara!? Pudranse todos?! acepto quejas a mi correo. 😉
muchas de estas imagenes no hacen mas que opacar el verdadero sueño de este hombre que lucho por una sociedad latino americana mas justa,es muy probable que la muchacha que usa ese bikini ni siquiera sabe quien fue ese argentino-cubano que todos conocen como che, definitivamente todo esto no es mas que una falta de respeto, es muy triste ver como la fotografia de este hombre que se habia convertido en icono al morir por su causa haya caido en manos de la propiedad de consumo,en lo que ami respecta continuare con su sueño esperando algun dia ver una latinoamerica unida e ignorare por completo todas estas imagenes que repito; nada tienen que ver con la revolucion
hola:como estas
CHE; CORTENLAN CON USAR AL CHE!!!
SOMOS ARGENTINOS NOS OFENDE!!!!
MUERTE A LA ONUUUUUUUUUU!
El Che era un asesino!!!
el che es un legitimo representante del hombre que con su valor y voluntad pueden doblegar situaciones dificiles y vencer saludo comandante donde quiera que este lastima que hombres como ud. poco nacen y poco tiempo viven porque este mundo esta lleno de gente cobardey le queda muy pequeño a ud. pero vendran los tiempo en que se multiplicaran y nos daran la libertad deseada estamos esperando por ud.voluntad no falta patria o muerte
El Che era un kpo q pelio contra los ricos y contra el gobierno para defender ala gente umilde AGUANTE EL CHE.
Iván de la Nuez 29/09/2007
Babelia
El ensayista cubano reflexiona sobre la conversión de Ernesto Che Guevara en icono pop. La conmemoración, el próximo 8 de octubre, del 40º aniversario de la muerte del guerrillero argentino permite comprobar cómo la figura de un enemigo del capitalismo que se declaraba ateo y que en algún momento se autodefinió como «máquina de matar» ha terminado convirtiéndose en bandera del pacifismo y en objeto de consumo teñido de mística.
En principio, por él no quedó…
Para la izquierda es una victoria cultural después de una derrota política. Para la derecha, lo contrario
«√âsta es la historia de un fracaso», indica al comienzo de su diario en el Congo, pero unas páginas antes su hija lo contradice y afirma, en la introducción, que es la narración de una victoria. En un momento de su vida se califica como «una fría y selectiva máquina de matar», mas no hay campaña pacifista en el mundo sin su rostro flameando en alguna bandera. Se opuso con fiereza a los valores del capitalismo, y sin embargo en e-bay se venden centenares de fetiches con su imagen. Descreía del típico héroe americano -su modelo era Garibaldi y llegó a postularse como un «pequeño condottiero del siglo XX»-, aunque Hollywood lo ha representado con Omar Sharif, Antonio Banderas, Gael García y, próximamente, Benicio del Toro. En El socialismo y el hombre en Cuba apostó por un arte al servicio del pueblo, si bien eso no ha sido problema para que artistas del mainstream como Annie Leibovitz, Vik Muniz o Pedro Meyer lo pasen por el turmix de sus exitosas carreras. Firmó los billetes con desprecio y llegó a predecir el fin del dinero, en cambio hoy aparece -no su firma sino su cara, esa marca no del todo registrada- en dinero que manosea cualquiera. Fue ateo hasta la médula y alertó de que era el Anticristo, pero una exposición titulada precisamente Passion, en Italia, incluye su foto muerto y David Kunzle le ha llamado «Chesucristo» en un estudio sobre las representaciones místicas de su figura. Su prototipo de ser humano buscaba un hombre nuevo sin vicios, aunque allí está, volando, en un coffee shop de Amsterdam, bien fumado y con los ojos perdidos…
En el trabajo más abarcador sobre este asunto, la crítica inglesa Trisha Ziff ha concebido un proyecto bajo el título original de Che: Market and Revolution, en el que se recogen unas trescientas piezas, firmadas y anónimas, que reafirman o pervierten la foto original tomada por el fotógrafo cubano Alberto Korda el 5 de marzo de 1960 en La Habana. Una foto a la que, por cierto, algún mérito habrá que reconocerle en la creación de la estampa más famosa del siglo pasado.
Esa misma foto que aparece en la camiseta de Carlos Santana, en plena ceremonia de los Oscar, y que repugnó de tal manera al jazzista cubano Paquito D’Rivera que éste le envió una carta pública donde le recordaba a un Che ejecutor, al mando de los fusilamientos en la prisión de La Cabaña en La Habana.
He dicho, al principio, que por él no quedó, pero Rodrigo Fresán (y ya son muchos peros) me ha apuntado lo contrario. «A mí no me engaña: ese hombre -como el top-model Derek Zoolander preparando calculada y pacientemente su Blue Steel que sacudirá el mundo de la moda- tiene que haber practicado mucho ese rostro y esos rasgos frente al espejo». Aunque de ser esto cierto, todo sería aún más monstruoso y más desarmados quedarían todavía los enemigos políticos del Che, incapaces de conseguir, a conciencia y con todo a favor, un emblema medianamente parecido.
El caso es que ahí lo tenemos: Chihuahua, Homer Simpson, Padre de Familia, Charles Manson, con los labios pintados, en cualquier cosa que sea objeto de compraventa. Tatuado en Maradona y en Mark Tyson. En un medallón de Johnny Depp en la portada de Life y cobijado en la diminuta delantera de un tanga de Giselle Bundchen (desde ahora Bund-Che-n), que me ha lanzado sin escala al lema formador de mi infancia: «¡Seremos como el Che!».
Esa consigna ha sido repetida hasta el infinito por la mayoría de cubanos que hoy existen. Esa generación es también la más amplia del exilio, al que han dinamitado demográfica, racial y culturalmente como la primera gran explosión del destierro global, posterior a la debacle del comunismo. Pues bien, en cualquiera de esas ciudades a las que hemos ido a recalar pueden encontrarse más «Ches» que en La Habana o Santiago de Cuba. Y la mayoría de ellos no nos conminan al sacrifico o la inmolación, sino a participar de la sociedad de consumo en toda su magnitud. Es más, para poder apreciar esa imagen en toda su polisemia, es obligatorio salirse de los predios cubanos donde el rostro de marras tiene más bien una envergadura unidimensional.
Era en Berlín occidental, y no en el Berlín comunista, donde se vendían más objetos del Che. Y tuvo que ser un shock para los alemanes de la antigua RDA descubrir que, entre los elegantes comercios de Charlottenburg, al otro lado de aquel muro que ellos mismos derribaron, hay una tienda dedicada exclusivamente a este hombre que debe haberles provocado más de una pesadilla en su pasado comunista.
Para la izquierda radical, el fetiche del Che significa una victoria cultural después de una derrota política. Para la derecha radical, el fetiche del Che significa una derrota cultural después de una victoria política.
Por eso, cuando algunos conservadores arremeten contra el fetiche por la historia revolucionaria y violenta del personaje, lo primero que demuestran es un alarmante desconocimiento de cómo funciona este capitalismo que tanto defienden a capa y espada. Este sistema que necesita matar al Che personaje -y así lo ha hecho- tanto como distribuir la mercancía que les representa (cosa que también ha hecho sin el menor rubor).
Para ellos, en el fondo, la única salida coherente hubiera sido abanderar una campaña por la prohibición absoluta de esta imagen a escala mundial. Pero eso es, exactamente, lo que no les conviene hacer. Una maquinaria tan cínica que fue capaz de convertir al Che en fetiche, ¿será ahora tan torpe que convertirá al fetiche en Che? ¿Le dejará al personaje exclusivamente su valor subversivo para que afloren su legado y sus maneras en la inestable vida que hoy vivimos? ¿Despojará a esta figura de su neutralidad pop para exponer a los cuatro vientos el ejemplo de un enemigo carismático y letal que se pasó la mitad de su existencia jugándose la vida y al que Max Aub calificó, hace cuarenta años, como «el único caudillo de nuestra época muerto en el campo de batalla»? Me temo que no, entre otras cosas porque la derecha lleva también su buena carga de muerte en la mochila y tendría que enfrentarse a la supresión de sus propios iconos, pues hay muy pocos hoy en la política y en el mercado que no tengan alguna ignominia en la trastienda.
Al final, que tampoco quede por ellos…
Algunas novedades editoriales sobre el Che: Los últimos días del Che (Debate), de Juan Ignacio Siles del Valle; Lágrimas rojas (El Aleph), de Margarita Espuña; La vida y la extraña muerte del Che (Algaba), de Andrew Sinclair. Álbum del Che (Edhasa), de Julia Constenla.