Contraindicaciones del arte urbano en Madrid.

 

Hace poco nos enterábamos de que el PSOE en el Ayuntamiento de la capital propone que se decoren espacios públicos con motivos temáticos anuales. En un artículo en El Mundo se introducía esta información con el siguiente párrafo:

«Esto es un antídoto contra los muros tristes desperdigados por Madrid capital. Instrucciones de uso: artistas urbanos estampan sobre espacios públicos anodinos motivos temáticos coloristas. Posología: puede aplicarse en los 21 distritos de la ciudad. Contraindicaciones: no se han descrito» (artículo completo en El Mundo)

Pues bien, ya que esta es una página dedicada a las Contraindicaciones, que menos que señalarle al articulista un par de ellas o tres y con efectos secundarios que ya se pueden ir viendo.

A nuestro entender la primera contraindicación es la clara apuesta del PSOE por un arte terapéutico que decore nuestras calles, nuestros muros tristes, que se verán embellecidos por arte urbano que además tendrá un claro mensaje institucional ( para este año se propone como tema el IV aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes), es decir nos volvemos a encontrar aquí con un concepto del arte y de la cultura como cohesionador social y totalmente aconflictivo, algo que no es nada nuevo y que tiene mucho que ver con el concepto de Cultura de la Transición. La verdad es que es el sueño húmedo de cualquier gestor cultural: propaganda institucional y decoración de una tacada.

Tiempo de lamento: ¿Qué fue de aquel soviet de cultura en el que se iba a convertir la concejalía del defenestrado Zapata? parece como si Ahora Madrid, desgastada en las guerras culturales planteadas (y ganadas) por la derecha, viera en la Cultura un problema que generosamente parecen ceder a sus aliados socialistas, los mismos que también proponen la vuelta de La Noche en Blanco.

Segunda contraindicación: Los muros «legales». Es insostenible que por un lado la institución otorgue muros legales a los elegidos por un concurso mientras el graffiti está totalmente perseguido y multado. Esto nos muestra la esquizofrenia de las instituciones a la hora de relacionarse con determinadas prácticas culturales, que los elegidos sean acusados de cooptación y sumisión a los deseos políticos del gobierno de turno es el siguiente escenario natural que se produce.

Y esto último lo acabamos de ver con el evento «Pinta: Malasaña» ( que además viene de la época de la Botella), en el que dentro de los cánones de todo buen proceso gentrificador se ofreció a una serie de artistas urbanos que pintaran los cierres de los comercios de este barrio que una vez fue el epicentro lumpen-rockero de la ciudad y hoy es un parque temático para esparcimiento de hipsters. La respuesta fue inmediata y los graffiteros que aún reclaman el vandalismo como uno de los valores esenciales de su práctica fulminaron a base de potas todos los cierres decorados. Y en este punto recordemos que todo arte en la calle es efímero así que de poco vale el rechinar de dientes y mesarse los cabellos pidiendo multas y detenciones. Aunque lamentablemente las noticias ya informan de la detención de uno de estos vándalos graffiteros, es decir que a la decoración y la propaganda institucional, a la contradicción de multas para unos y permisos para otros, hay que añadir la labor policial que tan eficazmente parece cumplir el arte urbano institucionalizado contra sus opositores.

Por lo tanto, tercera y última contraindicación: El graffiti insitucionalizado puede convertirte en policía.

Y advertimos también un posible efecto secundario: la generalización de las «graffiti wars» entre apocalípticos e integrados como la que se acaba de dar en Malasaña.