La acción «Turning a Public Toilet Into a Spa» realizada por Rubén Santiago, consistió en la instalación, sin ningún permiso u autorización oficial, de una ducha equipada con sistema de hidromasaje en el baño público de la Plaza de George Orwell, en el corazón del barrio gótico de Barcelona.
Ademas de la ducha se disponibilizaba a los posibles usuarios gel de baño y champú ( ambos de fabricación propia) así como toallas que fueron repuestas con regularidad durante los tres días en que la ducha se mantuvo funcional.
La plaza de George Orwell (también conocida como Plaza del Tripi) constituye un caso único dentro de la actual organización urbanística y social en la ciudad de Barcelona.Alli conviven tres grupos diferenciados y antagónicos.
Por un lado, las fuerzas del orden público, que patrullan continuamente la zona y estacionan en la misma sus vehículos antidisturbios, vigilando el cumplimiento de la legislación vigente (incluida la reciente y contestada ley municipal de civismo).
El segundo grupo, conocido popularmente como los piratas, está formado por, indigentes, traficantes y consumidores que mantienen una presencia constante en la plaza.Son ellos los usuarios habituales del baño público, de reciente construcción y ya readaptado a los usos y necesidades de este grupo humano.
El tercer grupo, más heterogéneo que los anteriores, lo integran vecinos residentes, clientes y trabajadores de los establecimientos hosteleros de la plaza asi como turistas y transeúntes ocasionales.
Este grupo adopta el carácter de público, espectadores más o menos conscientes, más o menos activos, de las evoluciones que vigilantes e infractores desarrollan en una continua y compenetrada coreografía que solo ocasionalmente eclosiona en episodios de violencia o confrontación directa.
No obstante, el ambiente de observación mutua, de rotativa posesión del terreno se hace claramente perceptible en todo momento.
La instalación de la pieza se desarrolló pues de espaldas a las fuerzas del orden, contando con la complicidad de los residentes.
El incorporar un elemento funcional en el interior de un dispositivo oficial como este baño público supone un ejercicio de desobediencia civil e infiltración y en este caso, ha de ser generada desde la ilegalidad.
De este modo, para conseguir los necesarios suministros de agua y electricidad , el artista se vió en la necesidad de intervenir contundentemente los dispositivos antivandálicos con los que este baño público está equipado.
El sistema de ducha fue extensivamente usado por los habituales de la plaza en los tres días que se mantuvo operativo, antes de ser destruido por un grupo de turistas ebrios, y posteriormente retirado por el equipo de limpieza municipal.
Entre los usuarios del baño, las especulaciones sobre el origen de este inesperado equipamiento todavía se mantienen.