Articulo original en la revista NOTON y en Noton.web
¿Qué actividad o actividades desarrolla en el mundo de la cultura?
INTIMIDAD ROMERO: En la actualidad formo parte del colectivo UAFC, UnknownArtforChange, de «crítica crítica» y acción comunicativa. Nos movemos en el ámbito de la comunicación, medios y modos. Hace unos tres meses me he abierto un perfil en Facebook.
MARÍA RUIDO: He hecho casi de todo (desde gestionar hasta producir). Me definiría como productora cultural, y fundamentalmente soy artista, investigadora, editora y profesora en la Universitat de Barcelona.
LEFT HAND ROTATION: Left Hand Rotation es un colectivo artístico que desarrolla proyectos con aquellos medios y formatos en la frontera entre el arte y los demás canales. Por así decirlo consideramos que hacemos arte cuestionable (que no cuestionador).
CARLOS JIMÉNEZ: Yo soy critico de arte, comisario independiente y profesor universitario de Estética.
NURIA GÜELL: Soy creadora y trabajo en el ámbito del arte contemporáneo. A través de mis investigaciones artísticas analizo la ética de las Instituciones que nos gobiernan. Las respuestas que ofrezco en esta entrevista se basan en mi experiencia dentro de este ámbito de la cultura.
¿Cree que la industria cultural es un buen lugar para trabajar?
INTIMIDAD ROMERO: No, no nos gusta la industria cultural. La buena «cultura» no debería ser una industria, debería ser un marco de vida, no una realidad separada y menos con objetivos de beneficio económico. En términos de la fenomenología de S*****, el problema de la industria cultural es que reduce las distancias entre la relaciones-nosotros y las relaciones-ellos, y aumenta la colonización del mundo de la vida por sistemas abstractos en palabras de H*******. Como entendemos nosotros la «cultura», desde el punto de vista sociológico, no existe ninguna ocupación laboral fuera de este ámbito. Todo se reproduce en el escenario de la «cultura», incluso la interpretación del fenómeno natural. Verlo de otra manera, solo consigue que caigamos en la trampa de enfocar nuestros objetivos en ciertas esferas «separadas», como si habláramos de realidades diferentes. Todo para el hombre es «cultura». La reproducción social en el mundo laboral es un hecho cultural, aunque hablemos de un mecánico, un ingeniero o un odontólogo.
MARÍA RUIDO: Las industrias culturales son como cualquier otro aspecto del sistema de producción postcapitalista, traslucen sus complejidades y sus desigualdades. Las diferencias con otras áreas de producción y reproducción están en la valorización social y en la hiperflexibilidad del sector cultural. Somos víctimas de viejos prejuicios y de autoexplotaciones escondidas en forma de vocaciones y estereotipos decimonónicos que, aunque parezca mentira, tienen mucha vigencia y son alimentados por la academia y la institución arte con renovadas fuerzas. Respecto a si es un buen lugar de trabajo… bueno, lo primero que habría que hacer es normalizar nuestras actividades como «trabajo» porque al igual que otros sectores (cuidados, reproducción de la vida, trabajo sexual… ), aunque son sectores que han entrado de lleno en la industria de los servicios, no son considerados siempre como trabajo, y no siempre son asalariados o pagados de forma regular. Y también nosotros y nosotras mismas deberíamos considerarnos trabajadores/as, claro… y esto no siempre ocurre.
LEFT HAND ROTATION: Nunca hemos «trabajado» en la industria cultural, y es que ninguno de los componentes del colectivo nos consideramos profesionales de la cultura ni del arte. Left Hand Rotation sólo tiene sentido en el ocio y el tiempo libre, pues, como decía Careri, creemos necesario preservar del poder tiempo no productivo para construir nuevos espacios de libertad. Dado que aún vivimos en un sistema capitalista, no existe diferencia ninguna entre un trabajador de la cultura y, digamos por ejemplo, un panadero, si bien nosotros perseguimos una total desvalorización del arte en el sentido económico.
CARLOS JIMÉNEZ: La industria cultural es un lugar tan bueno o tan malo como cualquier otro lugar para trabajar, dependiendo de si consideras o sientes que tu pertenencia a la misma es fruto de una elección personal dictada por tus deseos o de la falta de cualquier otra alternativa a tu alcance.
NURIA GÜELL: Depende en qué términos hablemos: considero que para los artistas aún es un sector con unas condiciones laborales muy precarias, particularmente en España. Pero en función de mis intereses artísticos me resulta un buen lugar desde el que trabajar porque sus límites son más difusos que los de otras esferas y eso me permite cierta libertad que considero importante para mi investigación. Los trabajadores de la cultura tienen voz pública y gozan de la libertad que conlleva todo acto de creación; creo que estas dos características implican una responsabilidad con el momento social e histórico al que pertenecen.
¿Piensa que hay alguna diferencia entre la industria cultural y la industria del entretenimiento?
INTIMIDAD ROMERO: Prácticamente no, aunque pueden existir ciertas diferencias sí van enfocadas a clases sociales diferentes, pero aún con sus diferencias de presentación formal o estética, su función no cambia. Es interesante fijarse en las funciones latentes, como diría M***** Comparten el mismo «campo» mediante «habitus» distintos, en términos de B*******. Por tanto son dos partes que mantienen una funcionalidad a corto-medio plazo, para el mantenimiento del sistema social, en beneficio del «campo» actual. Al final no deja de ser, en sus dos posibles formas, una dinámica actor-espectador, exceptuando algunas rarezas. Una mera representación.
MARÍA RUIDO: No tengo claro que la haya, al menos se entienden como confluyentes y en algunos casos como lo mismo. Las llamadas «industrias creativas» han diluido una diferencia que debería existir. Generar cultura no es necesariamente «entretenido» en el sentido mediático del término, ni tiene porque serlo. Y también es verdad que todas y todos producimos cultura, así que tal vez la pregunta sería que es la cultura, y que entendemos hoy en día (60 años después de Adorno y Horckheimer) por industrias de la cultura.
LEFT HAND ROTATION: Parece que el objetivo de la gestión del patrimonio cultural a nivel institucional es la de rentabilizarse a sí mismo. Los museos y demás contenedores de cultura se gestionan como una empresa más, buscan la afluencia masiva del público con la única finalidad de recaudar o rendir cuentas y en ese sentido sus estructuras son idénticas a las de la industria del entretenimiento. Pero obviamente cultura y entretenimiento no son la misma cosa.
CARLOS JIMÉNEZ: En este momento estas dos industrias tienden confundirse, como lo demuestra el hecho de que instituciones culturales tan venerables como el Museo del Prado hayan cedido en su programación a la lógica del espectáculo. Y pienso que esta confusión es cuestionable porque se produce en desmedro de la dimensión crítica que es el rasgo distintivo de una autentica cultura.
NURIA GÜELL: Creo que conceptualmente hay una diferencia sustancial a nivel de objetivos pero que esta diferencia es cada vez más difusa debido a que la industria c ultural actualmente está sujeta a la ley de la oferta y la demanda de la economía capitalista, y esta lógica condiciona su actividad. Hay varios museos españoles que tienen más que ver con un centro comercial que con un espacio cultural, y esto se logra con el presupuesto que se debería destinar a cultura.
¿Qué función tiene la cultura en la sociedad actual? ¿Debería ser otra?
INTIMIDAD ROMERO: La cultura es en la actualidad el foco de dominación preponderante, sobre todo en las sociedades occidentales. Siempre ha sido el sutil fusil del poder y más desde el desarrollo de las ciencias humanas. No se muy bien que clase social habrá sacado, al final, más provecho de Freud o de Marx. Por supuesto debería ser diametralmente opuesta. Debería ser una cultura con objetivos claramente definidos, enfocados estos a la participación del individuo en la posibilidad de la creación de la sociedad en la que vive, para no verse avocado a la queja amarga de la impotencia, o sea a una «reproducción cultural» que le resta su creatividad para lo social, desde lo político hasta lo artístico. La circunstancia de la separación está acabando con el juego de la creatividad y por tanto en alguna manera con la esencia de la vida humana.
MARÍA RUIDO: Debería ser un espacio de producción de conocimientos y de trasmisión de conocimientos, un espacio crítico habitable por todas y todos, pero obviamente no lo es. Obviamente se está convirtiendo en «entretenimiento» ; pero claro, también hay otros lugares de producción y circulación de la cultura, donde sigue siendo activa y crítica. Territorios menos visibles, más colectivos y menos reconocidos institucionalmente. Ahí están las producciones – alteraciones – remezclas, etc… más interesantes y más críticas. En la red, por ejemplo, aunque claro, el intento de control y censura también está ahí (la perniciosa Ley Sinde, por ejemplo, que no es más que la traducción de los intereses de la industria cultural, «la voz de su amo» por privatizar el conocimiento y las ideas, y que traerá consecuencias nefastas).
LEFT HAND ROTATION: A día de hoy la cultura es principalmente un valor especulativo más, lo que parece haber desplazado a su función social.
CARLOS JIMÉNEZ: Es difícil reducir a términos simples la función de la cultura en la sociedad actual porque ella es compleja y poliédrica y, ademas, sus limites, como su propia definición, son muy borrosos. Pero yo apuesto por una cultura crítica y reflexiva, capaz de renovar nuestra sensibilidad y nuestras formas de representarnos un mundo cada vez mas azaroso e indeterminado.
NURIA GÜELL: Para mí la cultura es todo lo que conforma los valores y los códigos de una sociedad; pero si nos referimos a la «CULTURA» creo que su autonomía se ha interpretado demasiadas veces de forma que limita sus funciones, neutralizando sus contenidos y haciéndola inoperante para modificar algo más allá que su lenguaje.
En su opinión, ¿hay suficientes canales para que la gente reciba la cultura? ¿Habrían de ser mejorados? ¿En qué sentido?
INTIMIDAD ROMERO: Los canales están. La sociedad posee una capacidad tecnológica para el proceso de la comunicación como nunca. Además, estamos en un tiempo en que el individuo-medio occidental se posiciona como emisor de masas. Debemos buscar cambios legislativos serios, que permitan utilizar estos canales de la manera más adecuada, constructiva y justa. Hay que repensar las dimensiones público-privado, y que esta reflexión, nos ayude a formar una sociedad más democrática. Deberíamos tener acesso a toda la información que se genere, puesto que sino su concentración, será tan perniciosa como ha sido y está siendo la concentración del capital.
MARÍA RUIDO: Supongo que depende de donde vivas. Yo creo que hay una cierta sensación de «saturación», al menos en algunas ciudades. La cuestión sería si, como comentábamos antes, no estamos confundiendo cultura con entretenimiento. Y en todo caso, está internet, un buen lugar de intercambio y difusión, pero como decía en la respuesta anterior, a ese territorio (que tampoco ha sido virgen e impoluto nunca… eso también hay que decirlo) le queda poco tal y como lo conocíamos ahora. Caerá bajo los intereses de las grandes compañías, en esta incesante privatización de la vida y las formas de la creatividad humana, donde nada parece escapar al imperio del beneficio económico empresarial.
LEFT HAND ROTATION: Posiblemente no sea tanto un problema de falta de canales, como del contenido que circula por esos canales. Los canales en los que la cultura podría tener una recepción más masiva por lo general no son reflexivos y/o van ligados al mercado y a objetivos meramente económicos. Sin embargo hoy existen otros canales más efectivos, sin el potencial de alcance de los mass media, pero también sin su capacidad de distorsión del mensaje.
CARLOS JIMÉNEZ: Creo que los canales existentes son suficientes, aunque, como en tantas otras esferas de la vida social susceptibles de ser ampliados y mejorados. El problema esta mas bien en la gestión de esos canales que, con frecuencia, no está a la altura del profesionalismo y las exigencias de rigor propias de una auténtica cultura.
NURIA GÜELL: No creo que exista un problema con la cantidad de canales, ya que cada vez hay más canales disponibles gracias a las nuevas tecnologías. Creo que el problema está en la función que se les da a los canales hegemónicos, ya que en general no están acorde con las necesidades históricas ni artísticas del momento. Creo que los grandes museos tendrían que abrirse más a la investigación, reforzar la mediación entre sus propuestas y la ciudadanía y adaptarse a las necesidades que le surgen a las nuevas producciones artísticas sin limitarlas por cuestiones tradicionalmente establecidas.
¿Cree qué la gente da importancia a la cultura en su vida cotidiana?¿Debería dársela?
INTIMIDAD ROMERO: No, la realidad social se vive de manera similar a como se vive la realidad natural, hay una clara reificación de lo vivido socialmente, en términos de L*****. Vivimos la «realidad social» como la realidad de la lluvia. Los individuos tenemos muchas veces la idea de que solo usamos la cultura en ciertos lugares. Esto nos lleva a la aceptación de material comunicativo, absolutamente despreciable, a nuestro alrededor. La contaminación cultural. S in duda la gente debería dársela, pero uno de los problemas es el modo de medir este nivel de contaminación informacional, y sus consecuencias. No se educa en lo esencial, no se educa en la «cultura» desde un punto de vista sociológico. Es una cuestión del sistema educativo, de renegociación de los objetivos, una renegociación de la educación y la cultura. Al fin y al cabo una renegociación del poder y su dinámica.
MARÍA RUIDO: Creo sí, aunque tal vez no todas y todos entendemos la cultura de la misma forma. Puede que la gente no vaya a ver exposiciones, o a conferencias en instituciones. Pero es que tal vez estas «formas de la cultura» no tengan ya mucho interés, tal vez los museos, las galerías o los centros de arte ofrezcan productos culturales completamente obsoletos o alejados de los intereses de las personas.
LEFT HAND ROTATION: Es responsabilidad de los agentes de la cultura evidenciar la conexión entre lo cultural y lo cotidiano. En cierta manera es la cultura la que debería dar importancia a la vida cotidiana, si atendemos al dogma central de la teoría situacionista, donde la naturaleza de la realidad social y los medios para su transformación son encontrados en el estudio del poder, pero mirando de una manera prolongada y clara los gestos aparentemente triviales y los acentos de la experiencia ordinaria.
CARLOS JIMÉNEZ: Yo pienso que la gente común y corriente tiene en alta estima la cultura, sólo que con frecuencia está tan estresada o tan exigida por los ritmos vertiginosos del trabajo y la vida contemporánea que no logra dedicarle todo el tiempo y la dedicación que quisiera a la oferta cultural.
NURIA GÜELL: Creo que el sistema capitalista está diseñado para que la gente no dé importancia a la CULTURA. Personalmente la considero sumamente importante porque nos moldea la realidad y nos da herramientas para interpretarla y relacionarnos con ella de una forma crítica.
¿Considera necesario un cambio social?¿tendría la cultura algún papel que jugar en él?
INTIMIDAD ROMERO: El cambio social es constante, o sea el cambio se está dando, lo que es imposible saber es hacia donde va. Se ven distintas tendencias contrapuestas. Una sociedad más «democrática» en contra de una más «totalitaria» Indudablemente será la cultura la que dé forma al nuevo «estado social», influida por las condiciones medio ambientales y su interpretación. Dado que la industria del entretenimiento carece, a todas luces, de esos objetivos, la responsabilidad de la llamada «alta cultura» ,en estos momentos de tránsito, es muy grande. Es la última esperanza.
MARÍA RUIDO: Debería haber cambios, al menos si queremos conservar un mínimo de articulación social tal y como la hemos entendido hasta ahora. Y los trabajadores de la cultura tenemos que estar ahí, como los y las de otros sectores. No podemos mantenernos al margen de la vida y sus devenires. Precisamente por «no tomar posición», por no implicarnos lo suficiente en muchos casos es por lo que se nos mira como extraños, como ajenos. La generación, difusión y remezcla de imágenes es una producción política; no podemos olvidar o ignorar nuestra responsabilidad.
LEFT HAND ROTATION: Sí. Dar a cada individuo las herramientas para valorar si es o no necesario un cambio social.
CARLOS JIMÉNEZ: Si que hace falta un cambio social, en el sentido de ampliar y profundizar la democracia y de potenciar valores como la libertad, la creatividad y la solidaridad y fortalecer la conciencia de que la suerte de la vida en el planeta es responsabilidad nuestra. De los humanos, quiero decir. Desde esta perspectiva la cultura tiene que cumplir un papel crucial.
NURIA GÜELL: Sí, absolutamente necesario. Por supuesto que considero que la cultura tendría que ser partícipe de esta transformación, aunque creo que actualmente abunda una actitud «políticamente correcta» que evade las implicaciones.
El problema de confundir el conocimiento con la cultura es cuestión de industria. Pero el conocimiento no está en la cultura, sino en la civilización. Con la cultura no vamos mucho más allá del huerto. Con la civilización no vamos mucho más que a la barbarie. La cultura murió en la naturaleza.
Esa es la actitud! buen custionario.