De supuestos y policía
Por @Descansante
Dados los sucesos acaecidos en Vallecas el pasado 24 de septiembre, vuelvo a poner en duda, no a la actuación policial, sino a la policía misma. ¡Es, sin duda, una polémica que surge desde hace años que, proletarios y clases subalternas engrosan las filas del aparato represivo! Y, quitando la mitomanía de ese componente interclasista -que es el policía- como obrero, en el Estado español la historia nos enseña que sólo a través de una profunda división social del trabajo (relegar la seguridad a un órgano especializado), el auge de la propiedad privada (expropiaciones, cercamientos… por parte de la burguesía), la disputa entre la burguesía y la nobleza (necesidad de un aparato represivo ideológico) y el temor al proletariado y lumpenproletariado armado (los primeros policías en susodicho Estado fueron artesanos y pequeña burguesía que tenía que costearse sus propios trajes, limitando así la entrada a los desposeídos), sólo las filas obreras integran estos cuerpos cuando se ha generalizado y hegemonizado el orden burgués e ilustrado, cuando se ha normalizado y estabilizado el modo de producción capitalista.
Este proceso de transformación está muy bien definido por Nuño Negro en «Un monstruo indestructible» dentro de su acepción de la policía como «idea de futuro social», esto es, la integración y asimilación social de la necesidad de estos cuerpos. Pero, y al margen de la composición de este aparato, cabe, y es preciso, hacerse unas preguntas, unos supuestos:
Pongamos que los (barrios) pobres se manifiestan con más violencia que los ricos (herederos de modales ilustrados). ¿No supondría esto la asunción de que la policía está diseñada para contener esta violencia, es decir, a la forma de expresión de la clase obrera? Si los barrios obreros tienen un carácter violento en la expresión de sus demandas, la policía, encargada de mantener el orden (y monopolizar la violencia) sería visiblemente una institución de represión a la clase obrera, pues esta es (según qué tesis), más maleducada, más violenta, más informal. Luego la violencia de la policía está dirigida a la contención de la violencia obrera.
Sin embargo, supongamos que no es cuestión de modo, ni formas; que son idénticas en expresión, aunque no en contenido; es decir, supongamos que la forma de manifestarse es similar entre estos estratos sociales, que nuestras expresiones se pueden clasificar dentro de la «normalidad», que, fundida en la legalidad, concede la violencia y su monopolio a la policía. Entonces, y el citado suceso demuestra que, esa igualdad en formas se reprime con más -o más bien entera- fiereza en barrios obreros.
A modo de resumen, sean ‘los manifestantes obreros’ más violentos o no, la función de la policía es exactamente idéntica, y el análisis y conclusiones que podemos sacar de las experiencias para con este cuerpo son: si somos más violentos a la hora de manifestarnos que las clases pudientes, supone asumir que la policía (diseñada para contener la violencia) con-tiene a los obreros y a su expresión de manifestación; si son idénticos en violencia frente a otras clases, hay que asumir a este cuerpo con su continente necesariamente ideológico y de clase. Esto es que, poniendo cualquier supuesto, nunca la policía cuenta ni tiene un buen lugar más que en la burguesía o en su orden. Es una cuestión de clase, ¡disolución de cuerpos y fuerzas de seguridad, sean o no del Estado!