He aquí otra prueba de que Damien Hirst es el Andy Warhol de hoy, y que como aquel representa lo peor del desalmado mercado del arte.
El artista de 18 años Cartrain tuvo problemas el año pasado por el uso sin permiso de una imagen de Hirst (la calavera diamantina: For the love of god ) para la realización de unos collages, que fueron confiscados por la Design and Artists Copyright Society , tras una amenaza de demanda por parte del Young (cada vez menos) British Artist. Además Cartrain tuvo que pagar a Hirst doscientas libras de multa.
Cartrain como protesta robó unos lapiceros de una instalación de Hirst (Pharmacy) expuesta en la Tate, para después reclamar a la DACS su intercambio por los collages confiscados.
Ahora, Cartrain se enfrenta a una multa de 820.000 euros por el robo de los lápices.
via artinfo
No doy crédito… Los lápices los tengo yo.
Estoy seguro que todo esto acabará con la compra de toda la obra de Cartrain por Saatchi. Y además lo convertirán en el nuevo The most beatiful Young British Artist.
Tiempo al tiempo…
¡Qué pereza!
pereza no, apatia total.
q toston.
pereza, apatia…
el árbol (hirst, el escandalo) no deja ver el bosque (la sociedad del Copyright confiscando la obra)…
En un momento en que cada vez más el artista reutiliza imágenes producidas por otros, encontrarnos con estos hechos nos remite al control y la intocabilidad de ciertos iconos. en definitiva a nuevas herramientas de poder y censura y a un tema de mucho calado: el copyleft en las artes plásticas
Pero bueno si otros se siguen quedando en Hirst y el escandalo, es lo que siempre ha pasado cuando alguien señala la luna los tontos miran el dedo
Bien dicho, Carler. Yo creo que, más allá, no es una cuestión de copyleft o copyright sino de referencialidad pura y dura. El collage de Cartrain tiene una significación diferente que la pieza orinal (sic) de Hirst.
No se trata aquí de que el autor pueda dar o no permiso para la obra derivada con un licencia libre, más bien se trata de ver por qué un artista apoyado por un poderoso instrumento de márquetin tiene derecho para introducir en nuestras cabezas sus idioteces hasta el punto de que se convierte en una seña de identidad tanto social como individual y en un mecanismo de subjetivación y luego se nos prohibe trabajar libremente alrededor de ese significante concreto.
Dicho de otro modo, se nos prohibe expresar esa parte de nosotros que ha sido inducida por hirst. Podemos decir entonces que una parte de nosotros es propiedad del artista que no sólo es multimillonario económicamente hablando, también es el propietario de nuestras almas.
El triunfo de «artistas» como Damien Hirts es otro síntoma de la decadencia de la civilización occidental.
me parece que fallas el tiro… Hirst mas bien significa el triunfo de la civilización occidental, si contribuyera a su decadencia estaría realmente bien
Si Hirst hubiese estudiado en Cuenca, sería guionista en Muchachada Nuit?