El arte conceptual y Jackass

Bas Jan Ader era un relativamente desconocido artista conceptual que desapareció en el verano de 1975, cuando desarrollaba una performance titulada «En busca del Milagro», su proyecto artístico consistía en embarcarse en un pequeño bote llamado «Ocean Wave» con la intención de cruzar el Atlántico desde Cape Cod, Massachussets hasta Falmouth, Inglaterra. No sabemos si encontró su milagro ya que nada más se volvió a saber de él tras hacerse al mar.

De un tiempo a esta parte se ha ido recuperando y exhibiendo su obra, en España pudimos ver algunos videos suyos en Manifesta 5 en San Sebastián, hasta convertirse en un nuevo mito del arte contemporáneo. Y hoy mismo Manuel Rivas en su columna de El País, relata como «el 18 de abril de 1976, en las aguas irlandesas del Gran Sol, Manuel Castiñeira, natural de Malpica, en la Costa da Morte, encontró un pequeño bote de vela sin motor de apenas cuatro metros de eslora, de nombre Ocen Wave». El único rastro que quedaba de su tripulante era «un pasaporte a nombre de Bastian Johan Christian Ader», nombre completo del artista y profesor en la Universidad de California en Irvine Bas Jan Ader.
Años antes de su desaparición, entre 1970 y 1971, Ader había rodado una serie de videos bajo el titulo de «Fall» en los que se él mismo se colocaba en situaciones extremas: montando en bicicleta justo al borde de un canal de Amsterdam, sentado en una silla sobre el tejado de su casa, o sosteniendose de la rama de un árbol situado en una ribera hasta que sus fuerzas aguantaran, todos estos videos tenian un final similar: el «performer» cayéndo al canal, al suelo y al río.



Mucho se está escribiendo últimamente sobre Ader, la crítica de arte Gabriela Galindo considera que «Bas Jan Ader plantea la caída como una metáfora existencialista. El ser humano, que es libre por naturaleza, utiliza esa libertad para provocar su propia caída y con ella caen ideologías, historias, tradiciones y hasta el alma misma» pero «ante lo que podría pensarse, una de las acciones más contundentes del trabajo de Ader no fue una de sus caídas sino la pieza que representa una metáfora sutil de la caída, «The boy who fell over Niagara Falls». En esta obra se ve al artista sentado en una silla cerca de una mesa en la que está colocada una pequeña lámpara y un vaso con agua. Ader, sin mirar a la cámara lee un artículo del Reader¬ís Digest acerca de un niño que sobrevivió después de haber caído en las cataratas del Niagara. Ader lee la historia lentamente, haciendo breves pausas entre fase y frase para tomar un trago de agua. Cuando la historia concluye y se ha terminado el vaso de agua, se levanta y sale de cuadro. Esta obra contiene elementos que fueron importantes para Ader en la última fase de su obra: la caída, el agua, el tiempo y el riesgo de muerte». Los comisarios de Manifesta, Kuzma y Gnioni. presentaban así su trabajo: «La película «I¬ím too sad to tell you» (1971) muestra al artista deshecho en lágrimas, pero los motivos de su tristeza permanecen ambiguos. En este trabajo encuentra eco el simple pero inquietante hecho de «dejarse llevar» o ser sobrepasado por los sentimientos. La obra de Ader oscila entre lo racional y lo opaco para generar entonces un enigmático reflejo de la intención entendida como gesto. «Hablaré de cosas que a veces por casualidad son verdad» explicó el artista en uno de sus enigmáticos epígrafes. Y como comentario a sus muchas imágenes de pérdida y de rendición, añadió: «Mi cuerpo practica estar muerto»».

Pero quizás sea el cineasta Rene Daalder, que está preparando una película sobre Ader, quién haya apuntado con un simple titular de un artículo aparecido en la revista Contemporary (Bas Jan Ader en la época de Jackass) el porqué de la actual mitificación del artista, al conectarlo con la estéctica Jackass, el programa de la MTV posteriormente llevado al cine, en el que un desquiciado grupo de amigos, deciden ponerse en las situaciones más peligrosamente descerebradas que imaginemos: hacer equilibrios en la cuerda floja con los calzoncillos llenos de filetes de pollo sobre un acuario lleno de caimanes, probar la eficacia de un chaleco antibalas (aquí no estaría de más recordar el performance de otro artista conceptual, Chris Burden, que se hizo disparar en un brazo), usar el ano como disparadero de cohetes o dejarse moder el pezón por un pequeño cocodrilo.

Jackass no deja de ser una prolongación hasta el absurdo de la cultura del skateboard (de hecho algunos de sus actores son o fueron patinadores) que tiene como máxima » hazte famoso o muere en el intento» , haciendo referencia los más arriesgados trucos del skate, pero en Jackass se ha elimininado el monopatín lo unico que queda es el riesgo físico… como en la obra de Ader que cambia de escenario y herramientas pero mantiene la tensión del golpe, la mutilación o la muerte. Los deportes extremos, el puenting, los saltos y las acrobacias aéreas, como Jackass, son todos actos de desafío humano contra una energía mucho mayor: la que nos pone en el borde del desastre mortal mientras que simultáneamente nos recuerda la emoción de estar vivos, aunque sea en estúpidas empresas totalmente gratuitas… como la de cruzar el Atlántico en un bote de vela.