Otra vez Cartagena de Indias. En esta peculiar ciudad llena de contrastes (sociales) y colores (de piel) reside este simpático señor. Lamentáblemente no apunté su nombre y lo he olvidado, pero sí recuerdo que le apodaban «El Negro». Trabaja desde hace 8 años en el mantenimiento de la escultura de Fernando Botero sita en la plaza de Sto. Domingo, sacando brillo a sus manoseadas curvas.
Ejemplo deberían tomar nuestros ediles para la conservación de numerosas estatuas que sufren las inclemencias de la democracia.
joder casi que parece una obra de santiago sierra… algo asi con el de kooning borrado por rauschenberg pero en version remunerada y escultorica