El Perro/TESTMADRID

TESTMADRID es una iniciativa organizada por Bellas Artes de la Universidad Europea de Madrid (UEM) con la colaboración del Ayuntamiento de Madrid, a través de su Dirección General de Proyectos Culturales y del Museo Municipal de Arte Contemporáneo, ha propuesto a cuatro artistas investigar mediante acciones y prácticas artísticas de carácter efímero las características materiales, sociales y simbólicas del Antiguo Matadero.
En este marco El Perro propone el proyecto ECUATOPIA.
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Os invitamos a pasaros mañana a partir de las 20:00 horas, por la Nave de Terneras del Matadero (tras la Casa del Reloj, Paseo de la Chopera 10, Metro Legazpi o Delicias) a degustar una fritada con cerveza y escuchar reggaeton.


ECUATOPIA
Colonia Reggaeton
Los habitantes de Madrid hemos ido comprobando como las autoridades
municipales cuando hacen frente a diferentes problemas en el espacio
público, relacionados principalmente con la imagen de la ciudad (zonas de
prostitución, mendicidad, o drogadicción), los resuelven habitualmente con
las obras públicas. El paradigma es sencillo y altamente eficaz: si una zona
de conflicto es arrasada temporalmente por obras, sus usuarios se verán
obligados a desplazarse y así desaparecer de la visión pública. En este
proyecto se propone seguir una lógica inversa: construir para visibilizar lo
oculto.
En el libro «Vidas Desperdiciadas», Zygmunt Bauman (Polonia, 1925) nos habla
de que vivimos en la sociedad de lo superfluo, entendiendo este término con
un doble sentido, como lo referente a la «superficie», a la mera
apariencia, y como lo referente a lo «superfluido» ‚Äìes decir aquello que
discurre rápidamente‚Äì. Esta superfluidad genera desperdicios constantemente,
y ahora, más allá del desperdicio asociado al consumo se puede hablar de la
aparición de una gran cantidad de «residuos humanos». La producción de
«población superflua» —emigrantes, refugiados y demás parias(1)— es una
consecuencia inevitable de la modernización, y también se trata de un
ineludible efecto secundario del progreso económico y la búsqueda de orden,
característicos de la modernidad.
Pero la existencia de los excedentes humanos también es una ventaja para el
funcionamiento de las sociedades desarrolladas, ya que estos se constituyen
una suerte de lumpenproletariat actualizado. Su propia naturaleza superflua
los convierte en la mano de obra ideal para los trabajos menos
especializados (recordemos al anterior presidente del gobierno español en
Ecuador, José María Aznar, y más recientemente, a la actual presidenta de la
Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, dando un ejemplo de lo que es el
«efecto llamada», declarando públicamente en aquél país que los trabajadores
inmigrantes serían bien acogidos en España).
El distrito de Arganzuela en Madrid es el modelo perfecto de la inmigración
deseada: Es el séptimo de Madrid en población inmigrante y alcanza las 22.283
personas, un 20 por ciento de la población del distrito. Se trata además de
la zona donde hay más concentración de ciudadanos de nacionalidad
ecuatoriana. La comunidad ecuatoriana presenta un cierto grado de
resistencia a su integración con la comunidad de acogida, dado que su
abundante número ha hecho relativamente factible que reimplanten muchos
elementos de su cultura de origen en su nuevo espacio de convivencia,
cuestión que refuerza de forma muy significativa el modelo de inmigración de
ida y vuelta, el más oportuno para los intereses políticos que demandan una
fuerza de trabajo dispuesta a aceptar cualquier ocupación en cualquier
situación, pero que no quiere asumir los costes sociales de su acogida.
La práctica totalidad de los ecuatorianos valoran Madrid como lugar de paso
y a su vez realizan prácticas excluyentes de reapropiación del espacio
público, (el Retiro hace unos años, el sector del Lago de la Casa de Campo o
el Parque del Oeste) en el que sus procesos de socialización son totalmente
dirigidos a su propia comunidad.
Los vecinos nativos o integrados perciben estas resignificaciones puntuales
y llamativas del espacio público como manifiestamente agresivas, pero son
vehículos de autoafirmación cultural.
El proyecto Ecuatopía se centraría en la visibilización de las dinámicas
antes expuestas, en cierto modo su objetivo es el diseño crítico de «faros
culturales» que evidenciarían la existencia de un segmento de la población
de Madrid de carácter fluido pero imprescindible para el desarrollo de
determinados sectores económicos. El problema de hacer frente a estos
‘residuos humanos’ puede ofrecer claves para comprender algunas
peculiaridades, por lo demás desconcertantes, de nuestra vida en común,
desde las estrategias de dominación global hasta los aspectos más íntimos de
las relaciones humanas.
(1) Entre estos parias habría que situar a la llamada generación X, jóvenes
nacidos en los setenta en países desarrollados, en la que ha aumentado el
índice de depresiones, ligadas a una situación generalizada de precariedad
laboral, falta de lazos sociales sólidos y de confianza en compromisos
afectivos o profesionales duraderos. La reducción de las medidas de la
dignidad del habitar humano no es sino un ejemplo más del fenómeno de
saturación al que nos referimos. Los habitáculos temporales de la generación
X y los centros de permanencia temporal de los sin papeles homologan en un
mismo plano a unos y otros parias.

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