Freakylandia

Freakylandia es una exposición organizada por Eugenio Merino en la galería T20 (C/Arquitecto Cerdán Martínez 3, Murcia) que se inauguró el pasado día 2 y que permanecerá expuesta hasta el 10 e enero de 2006.
El frikismo en el arte contemporaneo a través de la obras de 17 artistas de distinto pelaje.
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COPYRIGHT Javier Núñez Gasco


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LA GUADIA CIVIL ES COJONUDA. Miguel Pueyo
Fenómenos de feria, raros y otras excentricidades
Por Victor Zarza
«Si el pintor quiere contemplar bellezas que lo cautiven, es muy dueño de crearlas, y si quiere ver cosas monstruosas y que espanten, o bien cosas bufonescas y risibles o, incluso, conmovedoras, de ellas puede ser señor y dios»
Leonardo Da Vinci
Cuando muere el escultor austriaco Franz Xaver Messerchmidt, su hermano, de nombre Johann, hereda todas las pertenencias que se encuentran en la humilde casa que aquél había adquirido en Bratislava, a modo de refugio o retiro, en el año 1777. La herencia incluía sesenta y nueve bustos ‚Äìalgunos sin acabar-, de la serie que pasaría a conocerse como Charakterk√∂pfe (cabezas de carácter), obra en la que había estado trabajando con suma dedicación durante los últimos trece años de su vida. Un visitante de excepción -pues el asocial y huraño Messerschmidt apenas recibía a nadie en su morada- llamado Friedrich Nicolai, nos ha dejado un impagable testimonio acerca del peculiar procedimiento seguido por el artista para realizar aquellas cabezas. Convencido de la existencia de una correspondencia anatómica entre determinados puntos situados en el abdomen y distintas partes del rostro ‚Äìrelación que él denominaba egipcia- éste se dedicaba a pellizcarse bajo las costillas para así obtener la mueca o expresión correspondientes, como un acto reflejo. El resultado de esta dolorosa operación, repetida una y otra vez, era trasladado con minuciosidad a la materia escultórica, dando lugar a esa delirante colección de supuestos autorretratos que el público tendría ocasión de conocer formando parte, significativamente, del capítulo de curiosidades que se exponía en el Prater, célebre parque para la diversión y el esparcimiento de la sociedad vienesa .
No hace mucho tiempo, paseando por ARCO, alguien me hizo el malintencionado comentario de que buena parte de lo que se mostraba hubiera encajado a las mil maravillas en aquellos barracones reservados a los fenómenos de la naturaleza que antaño solían acompañar a los circos. Observación esta a la que, en términos generales y a la vista de lo que por allí podía contemplarse, debo reconocer que no le faltaba razón. Estoy convencido de que sería posible elaborar una sustanciosa historia del arte contemporáneo ateniéndonos exclusivamente a esas obras que definiríamos como extravagantes, raras, inverosímiles, abyectas y, por qué no, gamberras y hasta monstruosas. Todavía (¡todavía!) nos encontramos orbitando en torno a la sospechosa leyenda del urinario que un taimado prevaricador se encargó de divulgar intencionadamente -generando con ello pérdidas irreparables- y anonadados ante un estólido tiburón suspendido en el interior de un tanque de formol; paréntesis dentro de cuyos márgenes ha quedado de manifiesto que cualquier cosa o situación son susceptibles de convertirse en arte o, al menos, de ser etiquetadas con ese marchamo. Pero no es esta posibilidad, con la que abría Adorno su Teoría estética, a la que pretendo referirme en este momento, tanto como al hecho de que todo aquello que tradicionalmente quedaba al margen del ámbito artístico, por razones de gusto y buenas maneras ‚Äìlo que nuestros antepasados llamaban decoro-, hoy ha pasado a ocupar un lugar notable entre las categorías estéticas vigentes ; un valor en alza, como dirían las gentes de las finanzas; y, si no, que se lo pregunten a los compañeros generacionales del artífice del mencionado escualo.
Para muchos, el origen de esta situación no hay que buscarlo sólo en el desparrame e iconoclasia al que se han venido dedicando los artistas, de manera cada vez más incontrolada, durante los últimos siglos ‚Äìal XX se accede todavía al calor de las altas temperaturas provocadas por la imaginación febril y morbosa de los simbolistas (Redon, Ensor, Kubin…), de quienes el surrealismo, «manierismo de nuestros días» ‚ÄìBataille dixit – sería digno sucesor- sino que hay que achacárselo de igual modo a las pésimas influencias tanto del cine como del cómic, medios en los que abundan los malos ejemplos: monstruos, seres extraños y amenazantes, alienígenas y toda suerte de especies de naturaleza inverosímil que constituyen esa fauna que alguien ha bautizado como «quebrantadores de límites» , precisamente de esos límites que deslindan entre la normalidad y el extravío, entre la certeza y la enajenación. Un espectáculo, sobra decirlo, nada edificante.
Vivimos un momento de acusada indolencia ling√ºística en el que las palabras que se instalan con mayor fortuna en el lenguaje habitual tienden a ocupar amplios campos semánticos. El término anglosajón freak, que en su variante castellanizada se ha convertido en friqui, define todo aquello ‚Äìbien sea ser vivo, cosa o situación- de carácter anormal, monstruoso, extraño, así como lo inesperado o caprichoso. Hoy en día, friqui puede ser tanto el aspecto estrafalario de un señor cualquiera que encontramos por la calle ‚Äìel tonto del pueblo de toda la vida, por ejemplo-, como los ambientes raros y algo inusuales que nos descolocan o el adjetivo que mejor califica la catadura moral y estética de lo más celebrado del cine español. Hasta hace bien poco, para casi todos, freak sólo era el título de un insólito film dirigido por Tod Browning en 1932, ante el que todavía era posible mantener unas distancias tranquilizadoras por más que la historia que en él se desarrolla resulte inquietante y desazonadora. Pero en la actualidad, lo friqui ha traspasado el ámbito virtual de las pantallas y se ha insertado en nuestra vida cotidiana: abusando del alcance de la sentencia wildeana, pervirtiéndolo, aquí cabría afirmar que la naturaleza se ha contaminado con ciertos productos de la imaginación humana.
Ahora se presenta una exposición que lleva por título un territorial Freakylandia, que pretende ser continente de obras extrañas, irreverentes, siempre subversivas, crueles y, desde luego, poco o nada convencionales, debidas a Mateo Maté, Eduardo Balanza, Carles Congost, Kaoru Katayama, Alfredo García Revuelta, Lluis, César Martínez, Eugenio Marchesi, Juan Pérez Aguirregoikoa, Javier Núñez Gasco, Oscar Seco, Miguel Pueyo, Avelino Sala, Domingo Sánchez Blanco, Cuco Suárez y Pelayo Varela, además de a Eugenio Merino, artista militante de estas disidencias de la razón y las buenas formas, quien, como organizador del aquelarre, nos propone un panorama heteróclito en el que es posible encontrar algunos de los aspectos más señalados de todo este tinglado que cada día gana más y más adeptos, para espanto de ortodoxos y, por contra, también para deleite de raritos, de buscadores de emociones fuertes o, simplemente, de modernos sin complejos, como el señor Charles Saatchi. Sólo nos queda decir aquello de que cada palo aguante su vela.
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AUTORRETRETE Cuco Suarez
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EL SUICIDIO DE WACO-CHAN Kaoru Katayama
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CACERÍA Eugenio Merino
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G8 EL FRENTE MACABRO INTERNACIONAL. César Martínez
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HACIA UNA NUEVA ESPAÑA Óscar Seco
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JAULA TRAMPA Marchesi
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JUGAR CON FUEGO Avelino Sala
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KIRK AGUJEREADO Juan Pérez Aguirregoikoa
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LAVANDERA NACIONAL Mateo Mate
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PANDA BEAR Lluis
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PEDRO CERDO Eduardo Balanza
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S/T Pelayo Varela
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POLITICOS Alfredo García Revuelta

11 responses to “Freakylandia

  1. Yo le pediría a Marchesi que parece que es un artista provocador, cuyas obras son irreverentes, siempre subversivas, crueles y, desde luego, poco o nada convencionales, que tuviera el valor suficiente para hacer lo mismo pero con un motivo musulmán.
    Hacerlo sobre motivos cristianos, no tiene nada de subversivo y menos de poco convencional.
    Saludos

  2. hola soy de argentina…me gustaria comentar sobre estas obrras, me parecieron bastante interesantes porque son una bofetada, tienen un sentido directo que cautiva
    saludos

  3. 7uy8y7u8h7y87uy8y7u8h7y87uy8y7u8h7y87uy8y7u8h7y87uy8y7u8h7y87uy8y7u8h7y87uy8y7u8h7y87uy8y7u8h7y87uy8y7u8h7y87uy8y7u8h7y87uy8y7u8h7y87uy8y7u8h7y87uy8y7u8h7y87uy8y7u8h7y87uy8y7u8h7y87uy8y7u8h7y87uy8y7u8h7y87uy8y7u8h7y87uy8y7u8h7y87uy8y7u8h7y87uy8y7u8h7y87u
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  4. Muy locas o muy geniales, como quieran interpretar; no las colgaria en mi livinng; por que no podria explicar lo que sintio para hacerlas; pero si en mi taller, por que se que sentiria para hacerlas.

  5. Marchesi que no es un artista provocador, cuyas obras no son irreverentes y subversivas,que viaje a kabul (afganistan) con un cerdito que se llama mahoma. entonces sera un provocador recordado en la historia, sino es un provocador más.

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