Golpe de estado en Grecia
Por Franco Berardi (Bifo)
Observando el día a día del FMI y del Banco Central Europeo, comenzamos a descifrar el escenario: el sistema financiero mundial está organizando un golpe de estado en Grecia, y para lograrlo humilla y condena a la miseria a millones de personas, empujándolas hacia un desastre humanitario hasta ahora inimaginable en Europa.
Cuando era joven, leí con horror cómo los habitantes de algunos pueblos polacos o alemanes pretendían no saber que a quinientos metros de sus casas se estaba enviando gente a los hornos crematorios. Hoy, en los pueblos italianos, franceses o alemanes hacemos como si no supiéramos que se está cometiendo un pogromo de dimensiones continentales contra el pueblo griego y, en otros lugares, contra la población migrante, forzada a la guerra por la locura beligerante de los franceses y ahora abocada al abismo.
La guerra que ya se intuía en las fronteras de Europa escala para estallar, en un futuro próximo, en cada ciudad. Los nacionalismos agresivos tienden a convertirse en mayoría en Italia, Francia y Austria, por no hablar de los Países Bajos y Hungría.
Las condiciones sociales derivan hacia la pobreza masiva y la precariedad generalizada. Es en este escenario donde planteo algunas preguntas.
Primera pregunta: ¿Puede la UE sobrevivir?
Respuesta: No puede sobrevivir por la sencilla razón de que la Unión no existe y nunca ha existido, aunque nos llevó demasiado tiempo averiguarlo. Desde Maastricht, la Unión no es más que un plan financiero para la depredación de la riqueza social y el empobrecimiento de los trabajadores. Lo demás son solo palabras; en eso hemos caído.
La agresión financiera y el intento de humillación del gobierno griego son una clara evidencia de la inexistencia de la Unión. El hecho de que no haya salido ningún movimiento de solidaridad con el pueblo griego es la prueba de que no hay ningún pueblo europeo. La agresión neoliberal ha destruido todas las dimensiones conscientes de la sociedad europea.
Pero a esto hay que añadir la estupidez de las políticas europeas hacia la población migrante. La capitulación del gobierno francés ante el chantaje nacionalista o la negativa generalizada a compartir cuotas de inmigración ponen de manifiesto que no existe tal Unión. La Unión Europea sólo es un conjunto de delitos financieros, cinismo político, ignorancia y cobardía.
Segunda pregunta: ¿Se puede reformar la Unión?
Respuesta: Mi respuesta es que no, porque el nacionalismo y el racismo son la fuerza dominante en todos los países europeos, con la excepción de España y Grecia. Nosotros —la izquierda, los intelectuales, la universidad, los que tendrían que haber impedido el regreso de la peste marrón en Europa— somos los responsables. Quien en 2005 invitó a holandeses y franceses a votar a favor de una Constitución Europea que suponía la consolidación de la violencia neoliberal tiene la responsabilidad de haber entregado a la derecha la hegemonía social que ahora emerge invencible. La “peste marrón” que asoló Europa en los años cuarenta del siglo pasado se extiende hoy unida por cada pueblo del continente.
Tercera pregunta: ¿Cómo se sale?
Respuesta: Los espíritus simples proponen una solución tonta: volvamos a la moneda nacional; como si el dracma o la lira pudieran resolver algo porque finalmente hemos podido devaluar la moneda y vender estufas en el desierto. Los espíritus simples como Bagnai no se dan cuenta de que el drama no se refiere a la importación y exportación, sino a la dicotomía entre una dictadura financiera global y la perspectiva de un renacimiento basado en el fin del régimen del trabajo asalariado. La mirada colectiva es incapaz de ver la posibilidad de este renacimiento, por lo que no habrá renacimiento. Y nadie sabe cómo se sale.
La clase financiera quería destruir Europa, y ahora Europa está destruida. Sin embargo, no hay manera de salir de una Unión que no existe. En el fin está el secreto del inicio. La política europea no ha sido más que un discurso hueco para necios. Mientras nosotros debatíamos sobre democracia, el poder financiero construía la única Europa que ha existido: un dispositivo de trasvase de ingresos de la ciudadanía a los bancos para reducir los salarios y precarizar el trabajo. La Unión no es nada más que esto, y no se sale por la vía política de una trampa que tiene una naturaleza puramente financiera.
Pregunta cuatro: ¿Cómo se transforma?
Respuesta: (que no tengo y que hay que encontrar): El desenlace más probable de esta historia parece ser la guerra. Y la guerra civil se deja entrever ahora no sólo en la frontera sur, donde los cadáveres flotan en el mar, y la frontera oriental, donde Putin ha anunciado el despliegue de cuarenta cabezas nucleares de nueva generación, sino también en la frontera franco-italiana, en la estación de Milán y por doquier en las ciudades europeas donde el odio nacionalista se está organizando.
Hay que prepararse para la guerra, entonces. Y aquí viene la pregunta más difícil de todas: ¿cómo se puede modernizar la vieja llamada a transformar la guerra imperialista en guerra civil revolucionaria?
Tostado de Comité Disperso
https://scontent.xx.fbcdn.net/hphotos-xfp1/v/t1.0-9/11709562_1164478326911312_3843685744068765563_n.jpg?oh=03e3a541d035212d73a1256091f83b6b&oe=561D6757
A algunos no les costó tanto tiempo darse cuenta, aunque sus soluciones quizás ya no valgan: https://m.youtube.com/watch?v=fHoV7fB2Yhc
Aunque los argumentos del texto me parecen bastante acertados, me ha sorprendido leer una frase tan poco afortunada como esta:
«(…)el nacionalismo y el racismo son la fuerza dominante en todos los países europeos, con la excepción de España y Grecia»
Joder, que salvajada, Franco Berardi, un poquito de porfavor que aquí somos tan racistas y nacional-centralistas como el que más… ¿Tienes algun amigo albano en grecia?