Marina Abramovich, la abuela de la performance según el crítico b-boy Hennessy Youngman, está estos dias haciendo una apología de 3 horas de duración de su biografía (Vida y Muerte de Marina Abramovich), mediante una opera (una wagneriana gesamtkunstwerk !la obra de arte total! ) puesta en escena en el Teatro Real de Madrid.
No deja de ser significativo que el día del estreno, mientras famosos (Rossy de Palma, Manuel Borja-Villel…), políticos( como la alcaldesa Ana Botella…) y amantes de la Cultura accedian a la ópera, los trabajadores de la institución llevaran a cabo una protesta denunciando sus condiciones laborales.
En el espectáculo se aplaudia la puesta en escena de una liturgia dirigida por una estrella del arte contemporáneo («una artista galáctica» como Beckham y Zidane, comentaba su galerista Efraín Bernal en una entrevista por tv) en busca de su beatificación absoluta mientras la lucha de clases hacía aparición en la puerta.
Se dice que Ulay (su excompañero sentimental y artístico) reprocha el acercamiento al teatro de Marina por meras cuestiones económicas cuando el teatro había sido el enemigo a batir por el crudo realismo de las performances de la pareja. Ahora mientras Ulay se muere de un cancer terminal, la Abramovich se eleva desde las tablas de la opera madrileña hacia el Olimpo de la alta cultura, acompañada por el actor hollywoodiense Willem Dafoe y el escenógrafo Robert Wilson, sobre el que Diego A. Manrique señalaba en su crítica: «Uno se pregunta si todo el arte de vanguardia de finales del siglo XX envejecerá tan penosamente como el de Bob Wilson. Aunque el problema del director teatral sea, paradójicamente, su triunfo, la aceptación general: sus descubrimientos han sido fagocitados por el Broadway más astuto. Si acuden a ver, ssssh, El rey león, comprobarán que algunos de sus hallazgos escenográficos, de iluminación o incluso conceptuales, ahora son moneda común en musicales para el gran público».
Sin embargo lo más reprochable es todo este tufo a «alta cultura» que apesta la credibilidad de la artista ¿no habiamos quedado en eso de que el arte no es cultura sino que está contra la cultura?.
La ópera del Teatro Real sin duda es un icono de la reaccionaria burguesía madrileña, la clase dominante que se refocila en estas producciones «modernas», que actualizan su expresión artística más refinada y querida, mientras sigue manejando las riendas del poder político y económico. Al tiempo que se nos hace creer que lo allí representado es la Cultura a la que debemos aspirar, la dirección del Teatro Real exige la devolución de parte del salario a los trabajadores, debido a un «error adminsitrativo». El representante de los trabajadores en el comité de empresa declaraba: «Estamos viendo cosas que no son normales. No puede ser que nos pidan un millón de euros y sigamos haciendo temporadas como si fuéramos ricos trayendo a personajes como Bob Wilson, que cobran un dineral y ha venido dos veces este año»,
De este modo la protesta de los trabajadores a la puerta del Teatro Real no solo puede ser entendida como una protesta por sus derechos sino también como una protesta contra el Imperialismo Cultural que perpetua su propia opresión, en el mismo sentido en el que el artista fluxus Henry Flynt lo definía en 1964:
!LA DOMINACIÓN DEL ARTE EUROPEO BLANCO PLUTOCRATICO TE TIENE ESCLAVIZADO! Si alguien es intelectualmente honesto no puede creer en la doctrina de la supremacía del Arte Europeo plutocrático y sus «Leyes del Arte». Son mitos arbitrarios mantenidos con la misma violencia represiva que oprime al pueblo. La dominación del arte patricio europeo, que en su origen es aristócrata y plutócrata, como podemos constatar en la etiqueta de los conciertos de ópera, nos condena a una asfixiante mentalidad cultural propia de snobs que buscan trepar por la pirámide social. Nos ata a la más parroquial mentalidad de pequeños comerciantes, tal y como es promovida por el Reader’s Digest: «La música que te ennoblece al escucharla».
Georges Maciunas
Pero para esto no hacía falta apoyarse en algo tan lamentable como lo escrito por Diego Manrique, un tipo que es un constante practicante de la canonización -cuantos artículos sobre Dylan se pueden hacer en un mes?- va a ser ahora el que fundamente las críticas a la misma. Pone a parir lo hecho por Wilson con los mismos argumentos que Boyero ataca las películas de Apitchapong: si no está dentro de mis preconcepciones sobre cómo debe ser la cosa, no me vale. Los críticos de cine y música de cualquier medio generalista son más ortodoxos con sus leyes del arte que cualquier crítico de arte en los mismos medios.
Llegué a este artículo porque alguien lo presentó en twitter como un ejemplo de no-razonamiento. Y ahora entiendo por qué, realmente no hay aquí nada razonado en la «crítica» a la Abramovic. Pura incoherencia
Sí, el tipo al que te refieres se hace llamar «encantatriz»
http://bit.ly/HQ5qUV
Y escribe tweets como:
«Yo sisifeo, tu sisifeas, el sisifea, nosotros sisifeamos…»
y
«Para mí escribir es una forma de pensar; el ornato siempre significa…»
La verdad, viniendo desde ahí la crítica uno se siente aliviado de su propia incoherencia.
A Marina Abramovich le importa un carajo la situación de los trabajadores del Teatro Real y se dedica a entretener a la burguesía para llenar su bolsillo. ¿Qué más hay que saber?
Brutal el texto de Henry Flynt, gracias por difundirlo.
Dafoe en el acto final de «Vida y Muerte de Marina Abramovich», registrado con mi Iphone el día del estreno, espero que youtube no lo retire.
http://www.youtube.com/watch?v=0wXiJgCRH4Y
Buenas tardes a todos y gracias por los comentarios. Algunas cosas:
Comentario 1: Coincido contigo en la repugnancia ante las canonizaciones. Simplemente me he servido de Diego A. Manrique por que lo que dice me parece muy significativo, sobre todo esa idea de la obsolescencia de las vanguardias devoradas por la industria cultural
Comentario 2: No me las quiero de dar coherente, pero vamos creo que hay una linea de pensamiento que más o menos cada cual puede ir entresacando, como por ejemplo hace c. en el comentario 4. Y como diría un obseso de la comunicación: La percepción requiere participación.
Comentario 3: gracias por el muletazo, impagable
Comentario 4: Añadiría la traición a unos principios estéticos radicales por parné (como parece apuntar el colega Ulay) y la obsesión de los artistas por convertirse en los santos seculares del capitalismo triunfante. Vamos el rollo de siempre: nuevas liturgias para alimentar la misma alienación.
Comentario 5: De nada. Harry Flynt también sostuvo la proclama de «Demolish Serious Culture» haciendo piquetes a la entrada de los conciertos de Stockhausen
Comentario 6: me quedo sin palabras…
http://bit.ly/JIUAOg
http://cultura.elpais.com/cultura/2012/04/19/actualidad/1334833038_112418.html
¿Canonización? Estais un poco desinformados. En el mundo de la dylanofilia, Manrique es detestado por sus críticas a Su Majestad Bob. Echar una mirada por los foros de fans
Antes muerto que acercarme por foros de ese apostol rizado del monoteismo electroacústico.
bob dylan es un sobrevalorado total,es un mediocre y lo peor es que no sabe tocar prácticamente nada bien. a lo mejor esto le salva. de anthony no nigo nada. Abramovic es una mediocre peor, porque los sueños serbios son fuertes.
Dylan es dios y mal hariais en nombrarle mucho por esta mierda…
Sí, Dylan es Dios, ¿estáis bien de la cabeza? Todo el mundo sabe que es una mierda tan grande como el cine asiático al completo
http://www.bajoaragonesa.org/elagitador/belen-esteban-arte-conceptual-del-pueblo-para-el-pueblo/