La cultura se ha convertido en el principal vector estratégico de la crítica social. Es tanto un mecanismo de orden, de ingeniería de consenso, como un mecanismo de revuelta intratable (como diría Bauman) cada vez más conscientemente utilizado como recurso operativo por movimientos sociales de distinta índole.
Entrevista a Antonio Méndez Rubio, en e-madrid.org