LAS LEYES LAS LEES. Exposición de Ramón González Echeverría en Cruce, C/ Doctor Fourquet 5, Madrid. Inauguración: viernes 19 de junio a las 19:00
Las leyes las lees
“…- Todos se esfuerzan por llegar a la ley- dice el hombre-;¿cómo es posible entonces que durante tantos años nadie más que yo pretendiera entrar?
El guardián comprende que el hombre está por morir, y para que sus desfallecientes sentidos perciban sus palabras, le dice junto al oído con voz atronadora:
-Nadie podía pretenderlo porque esta entrada era solamente para ti. Ahora voy a cerrarla.”
Franz Kafka
“ En los mundos desaparecidos fue posible perderse en el éxtasis, lo que es imposible en el mundo de la vulgaridad instruida. Las ventajas de la civilización son compensadas por la manera en que los hombres las aprovechan: los hombres actuales las aprovechan para convertirse en los más degradantes de todos los seres que han existido.”
Georges Bataille
En esta exposición se muestran diversas esculturas de las que se desprenden ideas acerca de las normas que ordenan y dirigen nuestras vidas. El término norma quizás sea demasiado suave para hablar de aquello a lo que nos referimos, la ley. La ley o las leyes están de una manera evidente presentes en cualquier acción pública o privada que llevemos a cabo. Somos conscientes de ese control ejercido sobre la totalidad de nuestras vidas y por lo tanto podemos diseñar estrategias que posibiliten, en mayor o menor medida, salvar dicho control. La cuestión resulta más compleja, el control es menos visible y menos evitable. Donde la ley actúa de manera más eficaz es en el lenguaje y aquí la salida no está visiblemente indicada.
“No hay nada menos inocente que las palabras, las armas más mortíferas que puedan existir”, decía Nietzche y algunos llevan tiempo envenenando conscientemente el lenguaje con ellas. Max Horkheimer describía la situación de esta manera, “ Desde los comienzos de la forma económica moderna se ha compelido a reforzar el lenguaje, sin duda enérgico, de los hechos económicos, que tienden a la subordinación bajo las relaciones de producción, no solo mediante la compulsión política , religiosa y moral, sino también mediante el estremecimiento respetuoso, embriagante, masoquista, ante personas y poderes sagrados y profanos.” El lenguaje impuesto estratégicamente ve reforzada su eficacia a través de la inmersión comunicativa, que dificulta el espacio necesario para la reflexión distanciada. El exceso de comunicación provoca incomunicación. La ley-lenguaje tiende a aletargar la mente. Para tratar de corregir esta situación de colapso se podría dejar que la acción tomase la iniciativa frente al pensamiento que después le seguiría de forma inevitable. Que la continuidad sea una característica del pensamiento no debe forzarnos a exteriorizar dicha continuidad en nuestras acciones a través de una discursividad comunicativa. La discontinuidad tiene un medio expresivo apropiado en la escultura. Se puede aprovechar el fragmento inmóvil escultórico para ayudarnos a liberar nuestros cuerpos del lenguaje coercitivo. El gesto retenido de la escultura, en lugar de su desarrollo explicativo, puede impedir su introducción y posterior disolución en el magma de la comunicación y convertirse así en material indiferenciado. Se trataría de explorar el espacio entre las palabras, dilatar, todo lo que podamos, el tiempo entre la emisión de una palabra y otra. En definitiva buscar la continuidad de los cuerpos y romper la falsa continuidad del lenguaje impuesto. Quizás en este espacio-tiempo, que se nos escamotea inmersos en el aluvión comunicativo, encontremos la manera de vivir, de vivir bien, que de eso se trata. Dejar lo dicho atrás y decir nada. Gracias, de nada.