En una situación global de crisis financiera, en la que Cuba como modelo político se nos aparece como alternativa existente, no era de extrañar que trabajos como los del argentino Diego Bianchi se plantearan desde la perspectiva de cómo el arte enfrenta tal crisis.
Su afirmación de que «La crisis es estética» se posicionaba contra el estatus del arte como valor especulativo utilizando basura y materiales pobres para la ejecución su instalación.
Si bien la formalización nos recordaba a otras poéticas como la de John Bock, sin duda el contexto de la bienal procuraba una lectura en la que este tipo de práctica artística en precario se opone a la espectacularización y especulación rampante en los ámbitos hegemónicos del arte contemporáneo.
El tono general de la Bienal parecía manejarse en una posición de complicidad revolucionaria entre artistas e institución, pero también empezaban a surgir sutiles notas discordantes.
Algunas se instalaban en terrenos movedizos, como era el caso del proyecto de la colombiana Milena Bonilla, que presentaba «Manuscrito siniestro», dónde podiamos ver la copia integra de El Capital de Marx escrito con la mano izquerda. Su reproducción fue editada e introducida en los puestos callejeros de libreros de La Habana.
Mientras otras asumían un posicionamiento más claro, como la escultura de Regina José Galindo, que se autorretrataba referenciando los innumerables bustos de Martí que proliferan por La Habana, si bien frente al héroe revolucionario, al guía de pueblos, al mito, al icono popular e ideológico oponía la representación de su propia individualidad.
…y de repente un NO, construido al sustraer esas letras del alfabeto, realizado por Astryd Stayro y Pablo Martín, en el marco de una intervención de arte público realizada con carteles en el centro turístico de la ciudad.
Pero paradójicamente quizás donde se hicieron más evidentes las tensiones entre resistencia e integración presentes en la Bienal, fue en dos proyectos muy similares, dirigidos los dos por figuras consolidadas de la plástica cubana, que además en este caso asumen el controvertido rol de artista-comisario. Nos referimos al proyecto de la brigada Martha Machado auspiciado por Kcho, y al de la Cátedra de Arte Conducta de Tania Bruguera. Que presentaban puntos en común al coincidir en dos características programáticas esenciales: ambos tenian una clara voluntad de alcance social y ambos contaban con la participación de sus respectivos discípulos.
Era lógico que dentro de las líneas de actuación que quería presentar la bienal tuvieran cabida actitudes de intervención sobre lo real, una muestra de determindas «estéticas de la emergencia» dirigidas a contaminarse con la situación social y política a partir de la acción directa.
La brigada Martha Machado estaba compuesta por jóvenes artistas reunidos por Kcho con la intención de intervenir en poblaciones afectadas por los huracanes para proporcionar ayuda a sus habitantes, bien para la reconstrucción de casas, o para lo que hicieran falta. Se presentaban en la bienal acampados en el foso del Morro.
Algunas tiendas estaban dedicadas a labores de pura intendencia: cocina, dormitorio femenino, dormitorio masculino… y otras funcionaban como sala de video o galeria (en ésta se exhibian pinturas realizadas por niños en talleres llevados a cabo por la brigada en sus diversas operaciones).
También funcionaba un taller donde los integrantes de la brigada estaban trabajando en diferentes esculturas, como ese petrolero-faro blanco que podemos ver en la imagen.
Hemos de decir que pese al ambiente castrense que parecía imperar, en realidad la hospitalidad y la fiesta estaban al orden el día como pudimos combrobar el dia de la inauguración, tras la conclusión del evento oficial con el salvoconducto de un par de botellas de Havana Club (pero eso es otra historia).
Kcho también comisarió una exposición titulada «Punto de Encuentro» en la que reunió a artistas con los que comparte una cierta complicidad. En el catalogo Kcho escribe sobre lo que le llevó a comisariar esa muestra: » En los últimos cuatro meses he compartido con un grupo de artistas: músicos, actores, bailarines, escultores, pintores, escritores,recorrieno el país para ayudar a mejorar con el arte las condicionesde vida y de espíritu de los cubanos, en lugares afectados -o no- por los recientes huracanes.
Sentado en una calle del municipio de Banes, en la oriental provincia de Holguín, y rodeado por una espesa niebla, pensando cómo poder ser más útil a mi gente, a la humanidad, me dispongo a escribir estas breves palabras.
Siempre he querido homenajear a la bienal de La Habana y a su trascendental labor para el arte, los artistas y el hombre, como un evento que con una nueva visión del arte y su circulación contibuyó de manera excepcional a cambiar la escena arística mundial, con un importante trabajo de búsqueda denuevos creadores y propuestas, en zonas del mundo que hasta ese momento eran sitios olvidados, oscuros lugares del mundo.
Estos conceptos transformadores no emanan de la nada, como la niebla que me circunda, provienen de una energía revolucionaria, de un mundo del arte mucho más democrático y abierto.
La Revolución Cubana decidió crear hace 25 años el Centro Wilfredo Lam, para estudiar su obra y ensentido general, el arte contemporáneo del llamado Tercer Mundo: está acción abrió una nueva puerta que permanece así hasta nuestros días, en que vamos a celebrar la Décima Bienal.
El mundo es un sitio más convulso hoy que cuando se generó ésta maravillosa idea, colmado de abusos, gueras, intolerancias raiales, invasiones, carencias, miedos, crisis económicas, epidemias, pobreza… Se han cerrado para la humanidad más caminos y puertas que las que hemos sido capaces de construir.
Punto de Encuentro es una exhibición que propone un intercambio diáfano y libre entre creadores que conciben el arte con un propósito estético, pero también como una gran herramienta de transformación, de negociación e intercambio entre culturas, naciones e ideales.
(…)
Punto de Encuentros, es esa nueva puerta,»
Por su parte Tania Bruguera tomó como «cuartel general» la galería La Habana. Donde comisarió Estado de Excepción, una muestra de trabajos de sus alumnos en la Cátedra de Arte y Conducta y en la que participaban también a varias figuras internacionales que habían sido profesores invitados. La muestra se renovaba cada dia con lo que se hizo una exposición diaria diferente entre el martes 24 de marzo y el miercoles 1 de abril.
Por hablar sólo de unos pocos ejemplos, el primer día Nancy Martínez presentaba «Secuencia de uno», una maquina tragaperras de la que podias obtener peluches de Fidel Castro, y el invitado Anri Sala, proyectó un vídeo en el cual interrogaba a su propia madre sobre su participación en el régimen comunista de Albania.
El dia 26 en los alrededores de la galería de La Habana, aprecieron carteles con la leyenda «Todo en orden» fruto de un intervención de Yaima Carranza.
El 28 de marzo Sislej Xhafa presentaba un performance en el que había contratado a un empresario cubano para estar cortando cebolla durante cuatro horas.
Pero es inabordable para nosotros dejar constancia de todos los proyectos que se presentaron en Estado de Excepción, unos 80 proyectos desfilaron por allá, un gran número de ellos «resistentes a integrarse». Muchos haciéndose una pregunta que Tania lanza en el catálogo: ¿Qué respuesta dar cuando uno mismo es el contexto que tiene que transgredir?.
Si Kcho proponía la acción directa de la brigada Martha Machado, el trabajo con la comunidad a través de los recursos del binomio arte-estado, Tania proponía una pura acción comunicativa, en la que muchas voces diferentes tendrían su espacio propio… idea que se prolongó en su propuesta personal para la Bienal, consistente en dejar un microfono abierto al publico en una institución oficial como es el centro Wilfredo Lam, para que quien quisiera se pudiera expresar libremente durante un minuto.Y de la que ya hablamós aquí.
La uníca condición, a parte de no sobrepasar el minuto, pues sino el orador seria desalojado por los asistentes vestidos de militar: dejarse poner sobre el hombro una paloma, como aquella que se posó sobre Fidel el día que dió su primer discurso en La Habana.
Luego el ministro de cultura de Cuba dijo aquello de:
«Ése es uno de los temas del arte crítico en Cuba. Estamos fomentándolo para reflexionar, que nos ayude a descubrir nuestras distorsiones, que nos ayude a defender la utopía.
«Cuando se hace crítica como lo hace Tania Bruguera, desde una posición de compromiso con el país, los resultados son realmente fecundos.»
Solo habablas de la Bienal Oficial,nada de las colaterales,ehh
Qué sucede??
Hablo de lo que vi, de lo que no vi no puedo hablar. Aún he llegado a esa sofisticación literaria, de la que hacen gala muchos críticos, para poder hablar de lo que no han visto
Saludos