Líderes de talla mundial

A veces en la historia reaparecen algunos acontecimientos. Repetirse no sólo una vez y en forma de farsa, ya que ciertos hechos, por mucho que se reproduzcan y que enmascaren no pocas tragedias, siempre que acontecen lo hacen no sin un tufillo de comedia. Antes de que alguien me acuse de demagogo, quizás con razón, aclararé que aquí no se trata de comparar a Hitler con Merkel, cuestión esta en la que, desde luego, no sería el primero pero que, sin embargo, no está en el marco de interés de esta pequeña reflexión. Es cierto que comparar a alguien con Hitler, así sin más y prescindiendo de una sólida argumentación, no deja de ser una táctica fácil y, a todas luces, abusiva, sin necesidad de acudir a la biempensante Ley de Godwin.

Al contrario, de lo que se trata aquí es de relacionar ciertas lecturas sospechosamente similares, aunque todavía no podamos saber si con el mismo grado de éxito en lo que se refiere a su imposición, relacionadas con dos hechos protagonizados, respectivamente, por Franco y Rajoy. Obviamente no se trata de su origen gallego o, aunque sea tentador, de ciertos vínculos, ¿herencia más bien?, ideológico-teológicos que se pudieran establecer entre ambos. No, la cuestión a la que me remito es la del tratamiento de la propaganda oficial, sean cuales fueran sus instrumentos en cada época, de las negociaciones internacionales con la Alemania del III Reich, en el primer caso, y con la Unión Europea, liderada, en sus intereses, por el mismo país, ahora gobernado por Merkel.
Así, la versión doméstica que se dio durante el franquismo, una vez terminada la Segunda Guerra Mundial y con la derrota del Eje, de la entrevista de Hendaya, en 1940, entre Hitler y Franco, retrató a este último como un hábil negociador que consiguió engañar al primero con la finalidad de salvaguardar los intereses patrios ante las pretensiones del Führer, de que España se implicará en la contienda. Del mismo modo, una parte importante de los medios nos muestran hoy a Rajoy como un líder astuto que no sólo ha conjurado el más que anunciado rescate sino que, tal como declaró el ministro Guindos, ha conseguido un crédito en «condiciones favorables» que, al ser su destinatario el sector bancario, no afectará al sector público.
Las mencionadas narraciones de ambos hechos resultan igualmente poco creíbles, debiéndose su autoría a una misma estirpe de farsantes. Respecto a la primera ha sido refutada por numerosos investigadores. En lo relativo a la segunda, los efectos que sobre la ciudadanía tendrá este no-rescate, no tardaremos en verlos. Mientras tanto, no serán pocos los medios que intentarán mostrarnos a Rajoy, y a su equipo de gobierno, como políticos responsables e inteligentes que han logrado un compromiso de la comunidad internacional, que beneficiará los intereses del país. La pregunta es: ¿En quién piensan cuando hablan en nombre del interés general?