(A propósito de la exposición de Jorge Galindo y un artículo de Francisco Umbral)
Es de sobra conocido el divorcio, o por decirlo mejor, el mutuo desconocimiento, entre la literatura de nuestros días y las artes plásticas contemporáneas en el panoramana de la cultura española. Ésta cuestión, en realidad no tiene, gran importancia, por mucho que sea deseable la permeabilidad entre disciplinas culturales. Fríamente, incluso, plantearse éste tema no deja de ser una estupidez, pero…
…es bien cierto que una serie de reconocidos escritores españoles (los de siempre) con tribunas en medios de comunicación, columnas y páginas de opinión, se caracterizan por su desprecio del arte actual y su manifiesta ignorancia sobre el tema. Me consta, por conversaciones de bar que son las fuentes más fiables de información, que incluso en una reunión oficiosa de alguna asociación de artistas, una reconocida «figura histórica» planteó que algo habría que hacer para poner coto a tal desmán,… no se muy bien cómo pensaba lograrlo ¿tal vez dándoles unas clases de historia del arte?. Y además que manía con que el arte ha de interesar al menos a los «intelectuales», pues no, de hecho ni siquiera les interesa a la gran mayoría de los «profesionales del arte».
Pero no empezemos a divagar, y volvamos a lo que estabamos tratando. ¿Se acuerdan ustedes de la exposición de Beuys en el museo Reina Sofía, allá por 1994 y de toda la crítica furibunda que despertaron sus obras conceptuales ( ya no otra cosa que «clásicos») por parte de este sector? Creo recordar las de Andrés Trapiello y Antonio Muñoz Molina entre las destacadas. Muñoz Molina no solo ha criticado sino que ha puesto de relevancia sus preferencias, como lo ha hecho su compañera Elvira Lindo también novelista y periodista, hace no mucho y en distintas ocasiones, ambos recordaban con embobada adoración las obras del pintor Miquel Barceló expuestas en la galeria Bruno Bischofberger en la penúltima edición de la feria ARCO en Madrid. Sin duda los cuadros más horrorosos de este pintor (unas marinas y un retrato del gorila Copito de Nieve que podrían definirse como «churretosas y almibaradas»), Barceló tuvo su disculpa mientras existia la transvanguardia, y ahora que no la tiene quiere continuar su propio mito en la periferia malinesa, como un Gauguin de nuevo cuño. !Viva el exotismo!
Hoy mismo en el diario El Mundo, Francisco Umbral, cañí pero distinguido, hombre de barbitúricos y coñac, antorcha de la literatura hispana y abanderado del periodismo más fino, se nos descuelga en su columna, «Los placeres y los días», con un intento de adscribir la pintura de Jorge Galindo (ahora expuesta en Madrid en la galería Soledad Lorenzo) a un movimiento artístico que el mismo acuña: «el ingenuismo». Veámos sus razones: » Jorge Galindo expone ahora en Madrid una nutrida muestra de su ingenuismo, aunque a él a lo mejor no le gusta que lo llamemos así (…) Galindo, nacido en los 60 o por ahí, es un chico serio, muy persuadido del secreto a voces y a voz en grito que lleva consigo. Y este secreto consiste en hacer bien lo que no es nada, la pura manualidad, un ingenuismo que viene de los precursores americanos pasando por la Gran Vía madrileña y sus grandes cartelones de cine. Galindo colecciona fotos de Hollywood, estrellas de los 50, pinta y repinta aquellos colores como intentando una panavisión, unos fotomontajes sencillos como de dibujos de niños y complejos como la Capilla Sixtina, Galindo hace todo esto con la demora y la seriedad de quién está haciendo una obra para los siglos. Un cartelón de cine supone tanta manualidad como Leonardo».
¿Y donde está el chiste? me preguntaran ustedes. Pues que encartado en este mismo periodico hay un suplemento de cultura, en el que a su vez hay un artículo del crítico Mariano Navarro sobre esta misma exposición de Galindo en el que se cita lo siguiente: » Leyendo la introducción de José Marín-Medina a la exposición de Jorge Galindo, caí en un hecho que, sin haber visto los cuadros,me había pasado inadvertido: los grandes lienzos que la integran no habían sido pintados por el artista, sino realizados por (…) un estupendo pintor especializado en carteles y anuncios publicitarios para fachadas de locales de cine».
Ahí lo tenemos señor Umbral, esto pasa por andar todavia arrastrando el concepto romántico de genio, de aura, y demás místicismos cabalísticos para enfrentarse al arte, aparte de una buena dosis de autoconfianza, por decirlo de alguna manera.
Como hemos contrastado, el señor Galindo no pinta esos cuadros a los que usted alaba su «manualidad» como principal virtud ¿a quién está glosando entonces? ¿al cartelista, gran artista sin duda o al artista que plantea un concepto?¿al que piensa o al que pinta?, a juzgar por su artículo elogia al profesional de los carteles pues es en la manualidad donde le ve el mérito al asunto, así que se ha equivocado totalmente ya que usted quería hablar de Jorge Galindo y habla de otro señor hasta el momento anónimo.
Por otro lado dios nos libre de todos aquellos que quieran ver aquí una desacreditación del artista que no pinta sus cuadros, no seamos paletos por favor, que ya tuvimos bastante con la imbecilidad de poner en cuestión la última exposición de Damien Hirst porque él no había pintado los cuadros sino que los había encargado a una serie de ayudantes, como si en la historia del arte no hubieran existido jamás los talleres. Ya sabemos desde hace mucho tiempo que el arte es la idea, ya decía Leonardo que la pintura es cosa mental, aunque ahora Umbral nos venga con las tonterías de la manualidad.
En el fondo esta metedura de pata que no dá ni para una buena columna, y le diría a aquella «figura histórica»: no hay que intentar enseñarles, lo que hay que hacer es no hacer ni caso, y acaso buscar otras plumas más lúcidas y menos rancias, que seguramente no estarán ni en la contraportada ni al lado de las editoriales de los principales diarios del país.
En fin, eso es todo… aunque hay algo que me carcome ¿es consciente el cartelista de la plusvalía que genera su trabajo cuando Jorge Galindo lo expone en la galería Soledad Lorenzo? ¿se sentirá suficientemente bien remunerado? ¿cuál es el nombre de ese anónimo artista que deslumbra a Umbral? ¿podrá con su manualidad llegar a igualar e incluso superar en el escalafón artístico a quién le hace los encargos?
Buen artículo.
√öltimas noticias: Soledad Lorenzo vende toda la exposición de Jorge Galindo.