Reflexión de Todo por la Praxis en torno a la reciente y exitosa inflación de los colectivos de arquitectura, a raíz de un polémico número de Arquitectura Viva dedicado al tema, en el que algunos de estos colectivos rechazaron participar
¿Matar al movimiento?
Nosotros como colectivo mamamos de las prácticas artísticas. Tenemos las referencias de Lutter Blisset, Wu Ming, y todo el universo situacionista. El colectivo en estos casos se entendía como un formato que se posicionaba políticamente frente a la idea del autor, que sustentaba toda una lógica de mercado. El artista y su obra sostienen una marca y avalan un producto. Frente a este modelo el colectivo se contrapone diluyendo la autoría y, por tanto, las lógicas mercantiles. La identidad múltiple es un estrategia de combate frente al concepto decimonónico de la autoría pero, a su vez, permite la apropiación por parte de cualquier individuo.
El individuo se suma a la colectividad como sujeto de una masa crítica sin prescindir de su autonomía. Entendemos que este es uno de los puntos en el debate planteado y es aquí donde creemos que tenemos que hacer unas consideraciones. ¿Es el colectivo una identidad que suplanta al individuo? ¿El colectivo es una nueva marca o identidad que reproduce el modelo tradicional? ¿Existe el peligro de desactivar el trabajo individual o, sin embargo, se potencia?
Nosotros entendemos que el colectivo se articula como una unidad líquida mutable y en constante transformación. Entendemos que la implicación tiene que ser articulada bajo un proyecto, no una marca. Siempre hemos entendido al colectivo como una identidad múltiple y apropiable, postulado como una estructura de trabajo abierta, primando en último término la identidad colectiva, el trabajo en código abierto, estructuras horizontales y la participación directa, frente a estructuras jerárquicas verticales regidas bajo los cánones tradicionales de la autoría.
Renunciamos a circunscribir nuestro trabajo en áreas profesionales concretas y cerradas como colectivos de arquitectos o como colectivos de artistas. Caer en dichas categorías nos parece reduccionista y simplista, dado que no se corresponde con el funcionamiento cotidiano en el que se comparte el trabajo con diferentes profesionales y usuarios de perfiles muy diferentes.
Creemos que es una tarea pendiente realizar un trabajo en el que se ahonde sobre esta cuestión para que de alguna manera el término «colectivo», con todos sus matices, pueda ser interpretado y entendido en sus múltiples aproximaciones y formatos. Puede ser un error caer en una definición muy categórica de lo que es y supone trabajar en colectivo, pero sí pensamos que puede ser un buen ejercicio recoger qué figuras y proyectos quedan recogidas baja la identidad colectiva. ¿ Alguien se anima?
Otro de los temas centrales del debate es la sostenibilidad y formalización laboral de los colectivos en el ámbito profesional. Y pensamos que aquí hay mucha tela por cortar. Por un lado, muchos de los colectivos han centrado su campo de actuación en el activismo, muy vinculados a los movimientos sociales. Por lo que su trabajo es una práctica informal al margen de su actividad profesional alimenticia. El tema es que estas prácticas tienden a normalizarse y existe un interés creciente por parte de muchos colectivos de conciliar su trabajo profesional con prácticas más militantes. Y es aquí donde esta el meollo de la cuestión y surgen preguntas y preocupaciones que pensamos que son compartidas.
¿Existe un mercado laboral que cubra estas expectativas o hay que inventárselo? ¿Cuáles son los instrumentos para que esta reivindicación tenga visos de realidad? ¿Existe el peligro de que la profesionalización tienda a desactivar algunas prácticas y reivindicaciones políticas? ¿En qué formatos y bajo qué entidades jurídicas se puede desarrollar este trabajo? ¿Existe una masa crítica que posibilite un cambio en los modelos y esto permita la introducción de nuevas prácticas?
Hay infinidad de cuestiones que surgen alrededor de este tema y nos gustaría compartir con vosotros estas inquietudes.
Y, por último, queríamos sumarnos a la reflexión que Juan Freire realiza cuando habla de los peligros de colocar la crisis como origen de este cambio de paradigma de las prácticas arquitectónicas. En algún caso se ha dado a entender que la coyuntura de crisis ha sido el motor de ola creciente de colectivos sin atender a los antecedentes existentes. Es cierto que esta coyuntura ha sido un catalizador pero pensamos que es un error reduccionista atribuirlo única y exclusivamente a una cuestión coyuntural de la crisis ya que este movimiento proviene de tiempo atrás. Parece que estas afirmaciones consideran que el creciente interés por los colectivos son simplemente una respuesta a las condiciones labores desde un punto de vista meramente instrumental sin tener en consideración el posicionamiento crítico que está detrás. Dejamos algunos interrogantes más:
¿Son los colectivos una respuesta frente a la crisis?¿son los colectivos una moda pasajera? Si es así ¿no deberíamos matar el movimiento?
Si estás preocupado porque eres arquitecto, en tus ratos libres activista y por esto tus amigos se meten contigo; y si encima conduces un cochazo y vistes ropa de marca, ¡tronko! ya no hay nada mas que debatir… esta claro que lo tuyo es pura tendencia, te has subido a un carro que no te pertenece.
Eres un arquitecto con sensibilidad ONGera
Muy oportuno el debate que se intenta abrir.
Demasiado cauto quizás, se echa de menos una denuncia explicita de la postura buenrollista y oenegera de los colectivos de arquitectos que bajo la excusa de la participación social han hecho y hacen el caldo gordo de las políticas culturales de la derecha triunfante, desde comisariados de Noches Blancas y reciclajes absurdos que nada reciclan (Basurama), hilarantes exaltaciones de la clase media (PKMN, !que se apunten al partido del Enrique de Diego ese!) a toboganes gigantes que ni siquiera se pueden usar (zuloark).
Y por lo que deduzco del texto parece que estan más que preocupados por empezar a cobrar por sus servicios sociales de pacotilla ahora que se ha cerrado el grifo del dinero publico