[…]El punto central se traslada así del trabajo a la vida, y la una niega al otro. El desprestigio del trabajo debería empezar a ser absoluto, y con él la ética del sacrificio, la esclavitud, la obediencia y la servidumbre. El lema sería: «¡TRABAJAR NUNCA!», y su aplicación inmediata, «¡EN ESTAS CONDICIONES MENOS TODAVÍA!».
Parece mentira con lo que algunos de este Blog os gusta trabajar, que insistais tanto en criticar el trabajo.
Viva la pereza y la procastinación!