Por Manuel Vilas // 08 de mayo de 2012
Un día exacto de la distopía, Madrid volverá a los tiempos del generalísimo Franco. Será el 18 de julio de 2313, cuando una conmemoración callejera, gigantesca y vintage reponga los símbolos del régimen pero, esta vez por fin, en su suprema y célibe verdad histórica.
Todas las ciudades españolas, tras la victoria del general Franco, se convirtieron en las ciudades más feas del mundo. Todas eran iguales y todas fueron víctimas de un mal gusto que hoy, muchos años después, evaporado aquel episodio histórico, puede parecernos incluso cómico, delirante y punky.
Todas las ciudades españolas exhibían en sus iglesias gigantescas lápidas con el nombre de los caídos por Dios y por España. Un montón de nombres de gente cuya existencia es discutible. Dicen los historiadores que había en aquellas lápidas nombres de relleno. Como los créditos de una mala película. Una serie B. La gran serie B en que se convirtió la historia de España, con un Alfred Hitchcock rodando con pasión, con alegría, con mando, y ese Alfred era Franco, un homosexual divino.
Pero ahora, en este año de 2313 sin esclavos y sin ejércitos, todo es susceptible de reordenación. Así que esta Delegación de Cultura del Ayuntamiento de Madrid ha decidido desempolvar los monumentos del franquismo. Queremos hacer una gran fiesta vintage. El próximo 18 de julio de 2313 Madrid volverá a ser franquista. Banderas, nombres de calles, estatuas ecuestres, símbolos fascistas, una gran fiesta histórica en la calle. La novedad de nuestros artistas es esta: serán reproducidas estatuas de Francisco Franco, sí, pero este saldrá desnudo, con sus maravillosos pezones hispánicos al aire, con su miembro viril expuesto ante la mirada de los obispos y de las monjas. Ya sabemos que la Historia es sexo y camuflaje sexual. Hemos añadido una foto y una vida virtual a los caídos por España. Es decir, nos hemos inventado vidas. A todos los fusilados les hemos creado una vida post-fusilamiento. Son vidas muy buenas, muy valiosas, muy sexis.
En realidad, el franquismo fueron cuarteles, iglesias, cines, bares y pisos baratos. Hemos construido una minitorre Eiffel con la cabeza de Franco en la cúpula. El franquismo puede ser retroalimentado. Pero qué fue el franquismo. No lo sabemos bien. De ahí la necesidad de esta fiesta vintage. ¿La Cibeles sigue siendo franquista? Creemos que La Cibeles era, en su origen, republicana, pero a veces dudamos. ¿Fue el Real Madrid el auténtico bastión simbólico de Francisco Franco y su régimen? Franco hizo sus minimonumentos en el corazón de los españoles. Allí donde había un paso de Semana Santa, una imagen del Crucificado, allí estaba él. Pero quién era Él.
Las monjas adoraban a Franco. Tenemos testimonios de ese amor. Todos los conventos de Madrid, durante el régimen, exhibían testimonios de adoración al generalísimo. Sabed que aquellas monjas se acostaban, por fin, tranquilas. Amor de gran fuerza el de aquellas maravillosas monjitas. Era un amor gravitatorio y sobrenatural y contagioso.
El Seat 600 fue el gran monumento franquista. Franco y el Seat 600. Allí estaba él. Mirad el Madrid de los años sesenta, está lleno de Seat 600, de Seat 850, de Seat 1500 y, por fin, de Seat 124. Por eso, este 18 de julio de 2313 el Seat 600 será nuestra consigna estética. Madrid se llenará de réplicas de aquel maravilloso automóvil. La gente fue feliz allí dentro, dentro de esos coches. Por ejemplo, el padre de un tal Manuel Vilas (un sacerdote de aquella época) tuvo un Seat 600. Y llevaba a su hijo al Seminario en aquel Seat 600. Y el sacerdote Manuel Vilas mejoró de estatus económico y se compró un Seat 850, llevando la Buena Nueva a los barrios periféricos de Madrid.
No estaba Franco en las estatuas ecuestres, estaba en el corazón de los españoles. Porque sabed que es verdad que Franco hablaba con Dios y con su mismísimo hijo Jesucristo. El verdadero monumento franquista era el corazón de un español, un corazón azul. Las monjas tenían verga, sí.
Franco soñaba con millones de monjas con pene. Pero eran miembros viriles eucarísticos. Un misterio de la Santa Cruzada. Pero qué es eso de la Santa Cruzada. Es esto: You Never Can Tell. Y miles de Seat 600, y el Valle de los Caídos como una Nueva Alianza del Cielo y de la Tierra. Porque en el Valle de los Caídos había orgías. Y alguien parecido a Jesucristo bajaba de los cielos y decía «qué bien, qué bien».
¿Pero qué fue el Valle de los Caídos? Básicamente, fue un lugar de encuentros en la Tercera Fase. Mientras en Estados Unidos los encuentros en la Tercera Fase tenían lugar con extraterrestres, los encuentros en el Valle de los Caídos ocurrían con santos clásicos de la Iglesia Romana. Descendían ellos, rodeados de ángeles victoriosos, y celebraban la majestad del Jefe del Estado. San Francisco de Asís, San Antonio de Padua, San Jaime de la Flor, Santa Inés de los Coroneles, San Juan El Gardel, Santa María de los Conejos, Santa Margarita de los Lodos, la Virgen del Pilar de Barcelona, la Virgen Monserrat de Tordesillas, la Moreneta de Alcalá de Henares, la Virgen Vigorosa de Donosti, todos y todas, todos venían al Valle de los Caídos. Y exaltaban la vida, el sexo, la cultura y la literatura. Se leían las Coplas a la muerte de su padre de Jorge Manrique en voz muy alta.
Entre aquellos ilustres estaba el Arcángel San Miguel, muy fan él del Valle de los Caídos. Se sentaba en los capiteles y extendía sus invisibles alas negras desde Extremadura a Aragón, desde Galicia a Cartagena, y meditaba en voz alta: vendrán otros hijosdeputa en breve. Hay arcángeles muy mal hablados, sabedlo.
¿Puede ser la Historia una enorme sucesión de hijosdeputa con creencias diversas? No lo sabemos. Por eso, esta concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Madrid ha decidido escoger el título de una canción de Chuck Berry como lema para la celebración de esta fiesta vintage que volverá a sacar los símbolos franquistas a la calle. Y esa canción es You Never Can Tell.
«Porque el Acueducto de Segovia, la Catedral de Burgos y la Sagrada Familia de Barcelona son la Trinidad hispánica del franquismo», eso gritaba el arcángel San Miguel colgado desde un capitel del Valle de los Caídos. Los huesos de Federico García Lorca están allí, en el Valle de los Caídos.
«Porque todos los españoles llevaban al Caudillo en su corazón», gritaba el Arcángel, desde su capitel del Valle de los Caídos. Aún están esos españoles por ahí, ya convertidos en sustancias subatómicas que aún propalan romances y sonetos.
El franquismo fue un estado de degeneración mental, dice ahora Max Vilas, comisario de la delegación de cultura del Ayuntamiento de Madrid, en rueda de prensa. Max Vilas se ha vestido como el generalísimo para la presentación a la prensa de este revival. Está guapo, sí. El franquismo no fue una organización política con competencias arquitectónicas. El franquismo fue, sobre todo, pánico al sexo. La consigna fundamental del franquismo es «no a la fornicación». Por eso Francisco Franco estuvo a punto de transformar la circularidad de las Plazas de Toros de todas las ciudades españolas en cuadriláteros. La circularidad de las Plazas eran, en un plano simbólico, representaciones de los Grandes Coños de la II República Española. No hay problema con los Coños si tienen dueño, es decir, un marido. El problema era, al decir de los franquistas, los Coños Liberados. Por eso Francisco Franco creó la Copa del generalísmo, un trofeo futbolístico de primer nivel, y apoyó el fútbol y no los toros. Los toros eran sexo. El fútbol era celibato. Franco pensó que el estadio de fútbol del Real Madrid, el célebre Santiago Bernabeu, se convertiría en el indispensable monumento al celibato de su régimen.
Franco nunca lloró por las noches porque en España no hubiese un Albert Speer, un arquitecto capaz de transformar Madrid en una Nueva Roma. Luego ya Francisco Franco se conformó con los arquitectos del Opus Dei. Y construyó iglesias de barrio y pisos de protección oficial. Dice Max Vilas, el Comisario, que se van a reproducir viviendas de ese tipo y que habrá una opción de revival franquista a tiempo completo durante una semana. Por un precio económico, el turista podrá vivir en un piso vintage del franquismo, y disponer de un Seat 600, que podrá aparcar a la puerta de su piso de protección oficial. La oferta es limitada, dice Max Vilas.
Si, concluye Max Vilas, hemos analizado el ADN de los restos del generalísimo y podemos confirmar que Francisco Franco era homosexual y que su régimen tendió al afeminamiento en sus construcciones arquitectónicas, del que es buen ejemplo el Valle de los Caídos. Sabemos que Franco hizo una Guerra Civil para calmar la ansiedad salvaje que le causaba su homosexualidad no resuelta. Su voz aflautada acabó pasando inadvertida gracias a la sangre derramada. La guerra y su régimen fueron su ansiolítico. De modo que, en esta fiesta vintage, no podría faltar una gran orgía gay. Muñecos con la cara de Franco, dispuestos para el amor. Vaginoplastias neofranquistas. Bigotitos ensalivados. Métele una lengua vigorosa al bigotito del general. Fusión de transexualidad y transpolítica. Se podrá hacer el amor con el general Franco, finalmente. Podrás fornicar con el franquismo. Copular con el aparato del Estado del régimen. Copular con el Ejército Español y con la Comandancia de la Guardia Civil. Es lo que todos estábamos esperando de la imaginación de este gran comisario, el imaginativo Max Vilas. La ciudad de Londres quiere contratar a este monstruo de las programaciones culturales avanzadas, a este Max Vilas. Quieren hacer algo bonito con la Reina de Inglaterra.
El autor nació en Barbastro (España) en 1962. Es narrador y poeta. Publicó, entre otros, los libros de poemas El Cielo (2000) y Calor (2008), de relatos Zeta (2002), y las novelas España (2008) y Aire Nuestro (2009).
(Visto en Wokitoki)