Aleksandr Brener, el vándalo.

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Signo de dolar pintado con spray verde por el artista ruso Aleksander Brener sobre el cuadro de Malevich «Cruz Blanca Suprematista» (Stedelijk Museum, Amsterdam)

Aleksandr Brener es sin duda un tipo de artista no muy frecuente en nuestros tiempos, su manera de relacionarse con el arte contemporáneo y sus actores tampoco. Me contaba Miran Mohar (miembro del colectivo esloveno NSK) que en un encuentro con Harald Szeeman en el que estaba Brenner, coincidió con el curador en unos aseos, Harald se estaba lavando la cara y Miran le preguntó que tal con Brenner, a lo que este respondió que se estaba lavando porque el ruso acababa de escupirle en el rostro.


Ese desplante al gran comisario señala de manera muy clara la postura iconoclasta de Brenner, que como podemos ver en este video, en el cual destruye una serie de obras expuestas en la galeria Marat Guelman de Moscú durante la inauguración de la exposición de su quinto aniversario en 1995 (curiosamente su propia galería), marca una fuerte relación entre su «obra» y su actitud personal, radicalmente activa.

La crítica ha definido su arte como acciones post-traumáticas, propias de la liberación emocional y el afán de provocación de ciertos artistas tras la caída del Muro. A lo que también podríamos añadir una voluntad de resistencia ante el triunfo del capitalismo salvaje que se les venia encima, como parece ilustrar esta acción, en la que Brener, situado en la avenida Lubyanskaya de Moscú gritaba a todo el mundo: «!Hola, soy vuestro nuevo director comercial!»

Durante la campaña rusa contra Chechenia, Brener apareció en la Plaza Roja de Moscú vestido de boxeador gritando hacia el Kremlin: ¡Yeltsin, sal!
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Cuando en 1997 pinto con spray verde un símbolo de dólar sobre la Cruz Blanca Suprematista de Malevich en el Stedelijk Museum y fue condenado a cinco meses de cárcel, no estaba llevado a cabo una recuperación del espíritu dadaísta de destrucción e irreverencia, es decir, no estaba haciendo exactamente lo mismo que Pierre Pinoncelli cuando con un martillo redujo a polvo uno de los urinarios de Duchamp, pues según el propio Brener declaró durante el juicio su pretensión no era vandalizar la obra sino establecer un diálogo con Malevich, aludiendo a la propias teorías del constructivismo sobre la interacción del arte con el espectador. En su defensa alegó: «La cruz es un símbolo de sufrimiento, el signo del dólar es un símbolo de comercio e intercambio. ¿Desde un punto de vista humanitario son las ideas de Jesucristo de mayor valor significancia que las del dinero? Lo que yo hice no fue contra la pintura. Veo mi acto como un diálogo con Malevich».
El abogado de Brener basó su defensa en que la acción del artista no había dañado la obra de Malevich restándola valor, en todo caso con la intervención de Brener el cuadro de Malevich se habría revalorizado al incorporar otra intervención artística. Independientemente de que Brener diera con sus huesos en prisión, lo que planteaba el letrado era cierto. Quizás no fuera cierto para un perito restaurador, que solo apreciaría como el esmalte del espray se ha introducido en los craquelados de la pintura provocando daños irreparables, pero para cualquier persona interesada en la crítica cultural el dialogo que Brener quería mantener con Malevich se había abierto y además había mucho de lo que discutir.
Mientras el gesto de Pinoncelli lo que hace es insertarse en la tradición iconoclasta del dadaísmo que busca rechazar el arte sacralizado, totalmente asumida por la historia del arte más ortodoxa, el de Brener pone en juego una nueva situación: la de hablar de tú a tú. La de eliminar la oposición: no soy un outsider, soy uno de los vuestros. Un gesto cercano a las estrategias de sobreidentificación basadas en las teorías de Zizek («La subversión no se realiza mediante la producción de distancia irónica acerca de los hechos sino tomando al sistema más en serio de lo que él se toma») que tienen como objetivo afirmar aquellos aspectos de lo existente de los que no se puede hablar abiertamente pero que subyacen en el orden simbólico dominante.
Justamente, hablar sobre el orden simbolico subyacente en la sociedad española parece ser que es lo que le llevó a aparecer en la rueda de prensa de la Manifesta de San Sebastián en 2004 aunque Brener estaba vigilado y fue sacado de la rueda de prensa en apenas unos segundos, por lo que nadie pudo ver qué había escrito o pintado en los rollos de papel que tenía junto a sus pies, aunque sí el cartel con la frase ‘Muerte al rey’ que exhibió una joven que le acompañaba.

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