Anamnesis/ Charity (El olor de la caridad) un proyecto de Democracia.

En el marco de Políticas de la memoria/Anamnesis de la Bienal de Sao Paulo-Valencia se ha presentado el proyecto de Democracia titulado Charity (El olor de la Caridad).
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Todas las mañanas en las afueras de Madrid, entre las 7:30 y las 8:30 AM, los supermercados del barrio de Vallecas ofrecen una mezcla reciclaje y caridad. Los alimentos caducados del día anterior son recogidos por ciudadanos que diariamente esperan a las puertas de estos establecimientos subrayando su condición de consumidores fracasados.
Los desperdicios generados por las grandes superficies sustituyen la caridad institucionalizada.
El control de calidad de las multinacionales se convierte en una suerte de Ejercito de Salvación para los ciudadanos: ecuatorianos, marroquíes y jubilados que justo aquí representan la identidad multicultural de Europa.
Este proyecto parte de una acción urbana en la que los contenedores de estas grandes superficies son pintados con la palabra «Caridad».
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A partir de ésta acción urbana, se ha elaborado un perfume: el perfume de la caridad. Este proyecto consiste en la presentación del perfume denominado igualmente «Charity», realizado en colaboración con la Colección Olor Visual y Darío Sirerol.
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El aroma «Charity» reproduce el olor a comida caducada, de este modo se enfrentan y complementan el documento visual de la recogida de productos alimenticios caducados con la sensación olfativa de alimentos putrefactos.
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La presentación del perfume se realiza en un recinto similar a los utilizados para guardar los contenedores de basura, donde se ha instalado una pantalla en la que se reproduce la documentación videográfica de la recogida de alimentos caducados de la basura.
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El perfume se vaporiza en el ambiente con un dispensador por convección y se presenta el producto envasado como un perfume comercial. El público puede adquirir una muestra del aroma en papel secante en una máquina de vending.
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6 responses to “Anamnesis/ Charity (El olor de la caridad) un proyecto de Democracia.

  1. muy bueno el proyecto, pero no sé si estoy de acuerdo con la idea de «su condición de consumidores fracasados». alguien que no puede comprar cosas básicas pueder ser o no ser un consumidor fracaso. a no ser que se entienda «consumidor» muy literalmente.
    un saludo,

  2. La idea de «consumidor fracasado» está recogida de las teorias sobre la «población superflua» de Zygmunt Bauman. Bauman opone a la tradicional «sociedad de los productores» a la nueva «sociedad de los consumidores». En la sociedad de los productores, los desempleados podrían estar temporalmente fuera de su estructura, pero su lugar era incuestionable y seguro, ya que el destino de los desempleados (el ejército de reserva del trabajo) era el de ser reclamados de nuevo para el servicio activo; sin embargo en la «sociedad de los consumidores» los consumidores fallidos, incompletos o frustrados pueden estar seguros de que habiendo sido expulsados del único juego de la ciudad, el del consumo, ya no son jugadores y por lo tanto ya no se les necesita, son población «superflua». Mientras que el prefijo «des», en «desempleo» sugiere una salida de la norma, nada semejante sugiere el concepto de «superfluidad». «Superfluidad» comparte espacio semántico con «personas o cosas rechazadas», «derroche», «basura»: con residuo.

  3. gracias por la explicación (y perdona mi ignorancia 🙁 ). no me gusta mucho como teoría general, quizá sí para explicar ciertos ámbitos… pero, en todo caso, ahora entiendo mejor la referencia en el texto.
    lo dicho, gracias.

  4. Si el tablero de juego del progreso económico es el único lugar legitimado, está visto que el residuo, lo superfluo, se convierte en utopía.

  5. Estimado Citycell:
    tu proceso mental seguro que ha sido muy interesante y complejo, pero por favor informanos de como has llegado a identificar residuo con utopia; porque tu lo resumes en una frase pero para el resto de los mortales creo que resulta bastante incomprensible

  6. Creo que hay un lugar común para todos nosotros donde rigen las leyes del mercado y del progreso económico. Etimológicamente es un «topos» donde sucede todo. Es un lugar poblado de productos donde juegan los consumidores. En este lugar no tiene cabida el desecho a menos que tenga algún valor comercial y es a esto a lo que me refiero.
    Si el mercado fuese una nación (que en cierta forma lo es) los desechos y residuos serían los exiliados del mismo. Están ahí pero como si no existieran. Son pero no están.
    A mi me parece que la utopía hoy es reciclar el residuo e incorporarlo al juego del mercado pero este mira hacia otro lado, y no es de extrañar, ya que sería contrario al propio mercado dotar de valor a aquello a lo que sus propias reglas han designado residuo o desecho.
    También creo que esta regla se aplica no sólo a los productos sino también a las personas y me refiero a las que denomina Zigmunt Bauman (citado por Democracia) como desclasados «underclass», (que tampoco tienen lugar).

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