El legado de Auschwitz.

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«Posiblemente, fue en la década de los 70 cuando la famosa frase de Adorno se retome de la manera más escandalosa posible. Si después de Auschwitz era pertinente replantearse el arte, tres décadas más tarde será el momento de hacerlo retroactivamente a través de la ambigua mirada a ese mismo horror de campos de concentración y humeantes chimeneas. Los hijos de la posguerra ya no lamentan un pasado que no es el suyo; de lo que se trata es de usarlo como coartada para cuestionar lo que realmente importa: el presente.
Como es sabido, la apología del «no future» es indisociable de un determinado contexto socioeconómico; a finales de los 70 la crisis energética hace estragos y el paro tiene visos de convertirse un problema endémico; por otro lado Mayo del 68 se ha desvanecido en el conservadurismo ideológico y en el inquietante aumento de la tensión nuclear entre bloques. A partir de ahí se puede entender el rechazo explícito a cualquier relato y proyecto común».


Así comienza el artículo «El legado de Auschwitz. La generación del shock sonoro» de Rafael Pinilla que podeís leer completo en SalonKritik
Ésta es una reflexión muy crítica con los pioneros de la música industrial y la ironía como elemento omnipresente en la creación artística contemporánea :«se podría decir que lo único que hay en juego en este tipo de estrategias es una suerte de ensayo impostado que -queriéndolo o no- se aleja de la auténtica transgresión; aquella que no especulará con el horror para construir una vida más plena. Mientras tanto, esa posibilidad se sustituye por un simulacro donde los demás son simples espectadores»), conclusiones que podríamos cuestionar por el potencial crítico de algunos de los creadores que nombra, como puede ser el caso del grupo esloveno Laibach, que a partir de su interés de analizar el formato del concierto de rock como una estructura totalitaria, en la que el cantante se asimila al líder de masas y en el contexto de la disuloción de Yugoslavia, las «acciones» de Laibach (que es como ellos mismos denominan a sus actuaciones) funcionaron como reveladoras puestas en escena de la retórica nacionalista que animaba a los políticos que terminarían desatando las distintas Guerras Yugoslavas
En cualquier caso ésta es una excusa como otra cualquiera para recordar a algunos de los grupos de los que se habla en el mencionado texto:

Throbbing Gristle – Discipline

Esplendor Geométrico – Moscú está helado

Laibach – Tanz Mit Laibach

Clock dva – the Operators

SPK – Slogun

One response to “El legado de Auschwitz.

  1. El problema de la música pop/rock es que aunque algunos creadores tengan ciertas pretensiones artísticas fracasan miserablemente en la base de la música que no es otra que su propio lenguaje. En un arte que es básicametne autorreferencial, lo que no se puede hacer después de las décadas de 1910-20, y mucho menos después de Auschwitz y el serialismo integral, es seguir pensando que la armonía funcional que estuvo en vigor desde el siglo XVII hasta principios del XX sigue siendo válida más allá de lo meramente decorativo y complaciente; es una contradicción brutal entre mensaje y lenguaje. Pero por algún motivo la música parece seguir siendo una de las artes más difíciles de interiorizar, si no no sería tan frecuente que gente con un nivel cultural elevado siga sucumbiendo a la atracción efectista de una serie de séptimas diatónicas pero sea insensible a unas series dodecafónicas, a las sutilezas microtonales de un Ligeti o un Scelsi, o las riquísimas modulaciones rítmicas de Elliott Carter.
    Ay, si Adorno levantase la cabeza y viese como su idolatrado Schönberg un siglo después sigue denostado por el grueso de la «intelligentia» occidental que pierde el «sentío» por «músicos» analfabetos musicales…
    Al carro de la cultura puede que le falte la rueda de la ciencia, pero sin duda también le falta la de la música.

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