Un icono que no se presta. La caradura de Calvo Serraller

Ya sabemos que cuantas menos iniciativas de participación real en la producción artística o cultural existen para la población, mayor es el furor con el que las autoridades políticas buscan celebraciones cuya única finalidad es la recreación del pasado cultural como un relato heroico y la escenificación de los episodios que habrán de convertirse en hitos para el futuro. A esa dinámica estamos ya tan acostumbrados, que ni siquiera nos damos cuenta de la desertización cultural que tal política provoca.


Acuciados por la necesidad de elaborar ese relato histórico que otorgue legitimidad a la actual política gubernamental, los gestores públicos de nuestro capital simbólico han encontrado en la celebración del 25 aniversario de la llegada del Guernica a España, una disculpa para maniobrar en torno a las colecciones pictóricas y para situar al Museo Reina Sofía en un escenario histórico definitivamente anclado en el pasado, en una continuidad ficticia con las colecciones del Museo del Prado.
Como es sabido, para tan magna conmemoración se ha encargado al profesor Francisco Calvo Serraller el comisariado de una exposición que tendrá sus sedes en el Museo del Prado ‚Äìporque el Guernica es una obra que le pertenece por voluntad de Picasso- y en el Reina porque es allí donde está instalado y tanto su estado de conservación como otros condicionantes políticos impiden su traslado.
Para amenizar el evento, parece que a Calvo Serraller no le resultaba suficiente la colección que tiene en el Reina, y ha decidido tender el puente que establecería el contacto entre las colecciones del Reina ‚Äìdefinitivamente cerradas a la producción artística actual- y las pinturas del Museo del Prado. Que casualidad, que allí también está instalado otro de los iconos pictóricos de nuestra genealogía artística en relación con el tema de la guerra, que el cuadro de Picasso escenifica en el Reina. Los fusilamientos del 3 de Mayo de 1808 pintado por Francisco de Goya y Lucientes en 1814 cuando el cardenal don Luis de Borbón era regente, para perpetuar por medio del pincel las más notables y heroicas acciones o escenas de nuestra gloriosa insurrección contra el tirano de Europa, aparece así como el cuadro idóneo para instalarse en diálogo con el Guernica, desafiando no sólo al sentido común ‚Äìdado que la exposición se realiza al alimón entre el Prado y el Reina, y la obra de Goya podría ser admirada igualmente en su ubicación actual- sino a la opinión de los restauradores que, en numerosísimos casos están alertando sobre el grave riesgo que conlleva someter a las obras de arte al trasiego que la moda dictada por las exposiciones temporales impone.
Nada hasta este punto nos sorprende excesivamente, ni resulta ajeno a la dinámica de celebraciones a la que la política cultural española nos tiene tan acostumbrados. Pero hete aquí que Calvo Serraller es un hombre ambicioso y por lo que se ve no tiene suficiente con realizar las exposiciones, sino que aspira a un imprimátur cuyas consecuencias entrañan graves riesgos para obras que pertenecen al patrimonio colectivo español. Además actúa con alevosía, por cuanto sus propias afirmaciones realizadas con ocasión de las presiones para desplazar al Guernica a Bilbao, al parecer dejan de ser válidas cuando de otro icono como Los fusilamientos… se trata.
En El País 13 de abril de 2006, sección de Cultura, pág. 29:
«Un icono que no se presta»
En 1998, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía publicó una monografía titulada Estudio sobre el estado de conservación del Guernica de Picasso, en la que se recogían los trabajos científico-técnicos llevados a cabo el año anterior por parte del equipo de conservadores y restauradores de la institución para evaluar el estado material del cuadro en ese momento. Como era de esperar, puesto que saltaba a la vista, el dictamen estableció la situación lamentable en la que se hallaba el cuadro y desaconsejaba tajantemente su traslado, si bien, por razones obviamente políticas acompañaba asombrosamente este consejo negativo con prolijas explicaciones acerca de cómo debería ser el traslado de llegar el caso. […]
Desde un punto de vista museológico, una obra como el Guernica no se presta nunca, aunque su estado de conservación fuera aceptable. No se hace con las obras maestras que constituyen hitos en una colección, porque mucha gente acude PARA contemplarlas donde están, y más aún cuando poseen una significación especial, sea histórica, simbólica o social.

Al respecto, conviene recordar que el cuadro de Goya está afectado por intervenciones de restauración, que para cualquier persona implicada en su gestión, resultaría muy difícil asumir honestamente los riesgos que una movilización conlleva. Durante el mes de marzo de 1938, ante el avance de las tropas nacionales hacia el Mediterráneo y con Barcelona bombardeada por la aviación italiana, Timoteo Pérez Rubio dio aviso urgente a Colinas e Iturburuaga para el traslado del Tesoro Artístico a Barcelona. Se emplearon diez días y una flota de 36 camiones. En el desplazamiento Felipe IV a caballo y Las lanzas de Velázquez, La carga de los mamelucos y Los fusilamientos del 3 de Mayo de 1808 de Goya sufrieron desperfectos de importancia desigual y tuvieron que ser intervenidos en los depósitos de Cataluña. En una memoria de 1949 el restaurador del Museo del Prado Manuel de Arpe y Retamino, que fue la única persona del Museo que estuvo junto a las obras durante los casi tres años que los cuadros estuvieron fuera de su ¬´casa¬ª, contaba extractando de una especie de diario que muchos restauradores posteriores han leído con estremecimientos: ¬´…el 7 de mayo de 1938 me llamaron urgentemente para que fuese a Perelada (donde se encontraban una parte de los cuadros del Prado)… el asunto era apremiante porque, con toda reserva se me dijo que los cuadros de Goya, La carga de los mamelucos y El tres de mayo… habían sufrido un choque en el transporte; que se habían roto y que yo sería el encargado de restaurarlos (…) Llegaron los cuadros liados en un cilindro, estaban destrozados y uno de ellos dividido en dieciocho pedazos (…)¬ª
Es evidente que en todo este trasiego, aparecen también responsabilidades de los conservadores del Museo del Prado. Al respecto nada sabemos, de los informes que obligatoriamente ha tenido que realizar Manuela Mena ‚Äì jefa de pintura española de la época a la que está adscrito el cuadro de Goya- acerca del estado de conservación de Los fusilamientos…, informes, que son preceptivos para autorizar el préstamo. Acaso como todo queda en casa, el traslado del Goya al Reina ni siquiera se considera un préstamo.
Pero dado que tenemos legislación vigente a la que podemos acogernos, no haré más que citarla. Está en el código penal, reformado en 1995.
Artículo 322 y ss. [Prevaricación ]
1. La autoridad o funcionario público que, a sabiendas de su injusticia, haya informado favorablemente proyectos de derribo o alteración de edificios singularmente protegidos (…) que por imprudencia grave cause daños en un archivo, registro, museo, biblioteca, centro docente, gabinete científico, institución análoga o en bienes de valor histórico, artístico, científico, cultural o monumental (…).
Las intenciones del comisario parecen intentar justificarse con argumentos curatoriales del tipo ¬´dos guerras, dos iconos¬ª o algo así. Como es natural, siempre desactivando el sentido contextual en el que se realizaron las obras, y barriendo para la causa de la espectacularización de la política cultural. Y también en este terreno tenemos cosas de las que discrepar con Calvo Serraller.
Resultaría mucho más barato y mucho más efectivo para el Reina ‚Äìaunque Paco Calvo no lo crea porque tampoco cree en el arte contemporáneo- si en lugar de ir hacia atrás buscando los referentes del Picasso, acercara hacia el presente la reflexión y la recuperación de la memoria histórica del momento en que se pinta el Guernica. No le voy a dar una lista de posibles obras de artistas españoles, realizadas recientemente, que enlazarían adecuadamente con el Guernica y la guerra -porque entre otras cosas para eso le pagan como curador- pero no me resisto a indicarle un par de títulos que hacen referencia o son consecuencia, de la violencia desatada a causa de la participación española en conflictos bélicos actuales. The democracy shop [Display, figuras de resina de poliéster y fibra de vidrio (El Perro, 2004)] se refiere a las prácticas militares de quienes ahora ocupan el lugar que en 1808 ocupaban los soldados franceses en el cuadro de Goya, y el video In memoriam [DVD, 4 min. 08 seg. (Fernando Baena, 2004)] hace referencia al dolor que las víctimas de los atentados del 11M sufrieron como supuesta represalia por la intervención española en Irak.
Julián Vidal

4 responses to “Un icono que no se presta. La caradura de Calvo Serraller

  1. Brillante análisis. Prevaricación… siempre tan cerca de las cacicadas a las que estamos acostumbrados en nuestro medio cultural

  2. » Mucho avanzaría la cultura si noticias así tuvieran en la prensa la misma difusión que el mercachifleo que las origina.

  3. Mientras la cultura popular se muere de asco, los politico-culturales se esfuerzan en ganar puntos políticos para ellos. Artículos así ayudan poderosamente a intentar cambiar este tipo de hechos y asi reforzar la verdadera cultura

  4. Paco Calvo tiene una cara que se la pisa pienso que como curador le habrán pagado unos buenos estipendios que posiblemente es a lo que va, más la bambolla. Un indocumentado copiador de investigaciones de otros. La gente olvidan pronto esto publico el ABC de Sevilla ABC de Sevilla pública (14.05.1994)
    “Sorprendido en un caso de corrupción, Calvo Serraller se ve obligado a dimitir Madrid. S. C.
    El director del Museo del Prado, Francisco Calvo Serraller, ha presentado ante la ministra de Cultura, Carmen Alborch, su decisión de abandonar el cargo, en el que ha permanecido tan sólo doscientos días, después del escándalo surgido a raíz del préstamo de las salas del museo para un reportaje comercial de sillas de diseño en una revista en la que su mujer es consejera editorial. Calvo Serraller ha anunciado su dimisión a través del diario gubernamental tras constatar en el Ministerio de Cultura que su gestión, considerada como ineficaz dentro del propio museo, no contaba desde esta semana con el respaldo, hasta ahora firme, de Carmen Alborch. Francisco Calvo Serraller despachó hasta ayer con el personal del museo sin siquiera anunciar a los que se reunieron con él que al día siguiente encontrarían en El país el anuncio de su dimisión.”

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