Viven entre nosotros: los nuevos enemigos de Hollywood // Marijn Nieuwenhuis

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Para el marxista italiano Antonio Gramsci, la hegemonía no es necesariamente algo que se logra a través de la fuerza o del poder económico. Gramsci teorizó acerca de una forma de poder que era más sutil y  de naturaleza encubierta: señaló que la gran función de las instituciones culturales es conformar inconscientemente nuestro sistema de valores a través de imágenes impregnadas de ideología. No sólo damos nuestro consentimiento a este proceso, sino que además realmente disfrutamos de tales experiencias y estamos incluso dispuestos a invertir en ellas nuestro tiempo y dinero.

Desde hace mucho tiempo ya, el formato cultural más dirigido al entretenimiento es el cine. El mayor promotor y el exportador financieramente más exitoso de imaginería visual y simbólica es, por supuesto, Hollywood. El éxito político de Hollywood se puede medir por su capacidad para universalizar sus principios en todo el mundo. Los reveses militares de las fuerzas estadounidenses en Vietnam, Irak y Afganistán no sólo han demostrado que Hollywood es un medio más barato para la obtención de la hegemonía global, sino que también nos hace conscientes de que la cultura es un instrumento de dominación mucho más eficaz y duradero de lo que cualquier complejo militar jamás ha deseado ser.

Históricamente ha existido poca ambigüedad en las películas de Hollywood en cuanto a quiénes son los buenos y quiénes son los malos. Las personas con buenas intenciones generalmente encarnan los principios universales del derecho a la vida, la libertad y la propiedad. Los que tienen licencia para ser asesinados son básicamente todos aquellos que por una u otra razón no están de acuerdo. La posición de los protagonistas y los antagonistas está claramente identificada. La delgada capa de ficción que cubre su identidad puede ser fácilmente revelada por su ubicación física o el medio ambiente. Moscú fue durante mucho tiempo la sede de los soviéticos. Los Alpes es el mejor lugar para encontrar nazis. Las cuevas de Afganistán son los invernaderos de los terroristas. Todos los terroristas son en realidad, por si se lo preguntaban, islámicos

Sin embargo estas posiciones e identidades territorializadas  poco a poco han comenzado a cambiar en las películas de Hollywood. Parece haber una idea cada vez más poderosa: el verdadero enemigo  se encuentra en nuestro mismo medio, y él (si, el enemigo suele ser un hombre) solía ser «uno de los nuestros».

Los viejos malos mueren jóvenes

Las películas de éxito (para Hollywood el éxito se mide en dólares) han presentado históricamente un antagonismo «chico bueno / malo». El restante 50 por ciento de la población perteneciente al otro género es, como ustedes saben, a menudo ignorada o se encuentra en extrema necesidad de ser rescatada. El mensaje contenido en estas películas es visto por un número de personas repartidas por el mundo sin precedentes históricos. La política está, por lo tanto, no sólo en las películas explícitamente políticas, como por ejemplo: La batalla de Argel¿Telefono Rojo? Volamos hacía Moscú o Apocalypse Now, también en Batman y 007 que llegan a miles de millones de personas que normalmente no se considerarían a sí mismas como interesadas en política.

Mucho se ha dicho sobre el hecho de que la década de los noventa y los primeros años del nuevo siglo fueron una época difícil para Hollywood. Los estudios se habian quedado sin ideas después de que el gran matón del Este había sido «derrotado». Los rusos fueron recibidos en un orden mundial liderado por Estados Unidos (pensemos, por ejemplo, en Armagedon o Independence Day, entre otros filmes). El mercado de los estereotipos nazis estaba cada vez más saturado,  60 años después de la Segunda Guerra Mundia los alemanes  mostraron poseer rasgos humanos (pensemos en Oskar Schindler), e incluso ya se puede hacer burla de ellos (Inglorious Bastards).

Los árabes desde el mismo inicio de Hollywood han sido vilipendiados y rara vez son (o nunca en absoluto) retratados como héroes de la misma manera que los hombres blancos. Los eventos del 9/11 no parecen haber empeorado el racismo institucionalizado ya existente. Los secuestros de aviones ya se habían mostrado docenas de veces antes de 9/11, y algunos de los secuestradores incluso afirmó haber visto algunas de esas mismas películas para su preparación. Si los hombres blancos buenos (y las pocas buenas chicas) de Hollywood quieren tener nuevos éxitos de taquilla, se necesitan desesperadamente nuevos malos.

Los últimos años parecen haber marcado un punto de inflexión para las fortunas de Hollywood. The Avengers (2012) recaudó más de 1.5 mil millones de dólares, Harry Potter y las reliquias de la muerte (2010 y 2011) y el último Transformers: Dark of the Moon (2011) lo mismo. Las tres películas ahora ocupan un lugar muy alto en la lista de las 10 películas más taquilleras de todos los tiempos. La última producción de Batman, The Dark Knight Rises, y el regreso de James Bond en Skyfall completan la lista que encabeza  Avatar.

Todas estas películas (con la excepción de Avatar) forman parte de una franquicia exitosa, ya existente y por lo tanto disfrutamos de lo que a la gente de marketing les gusta llamar «oportunidades de sinergia». Esto explica, sin embargo, sólo parcialmente su atractivo comercial y su posterior gran éxito financiero. La clave aquí parece más bien estar en la evolución de la identidad de los chicos malos. Vamos a echar un vistazo más de cerca la manera en que la política se ha infiltrado en estas películas dándoles forma. Mi teoría es que la crisis del capitalismo mundial ha cambiado de manera fundamental los parámetros de Hollywood para juzgar quién es bueno y quién es malo.

El contenido de las películas filmadas antes de 2008 parece no haberse visto afectado por la política contemporánea, sino que siguen cuidadosamente los pasos de sus respectivas tradiciones de franquicia y se centran en la lucha entre los reconocidos héroes y sus adversarios. Transformers: Dark of the Moon se basa en Transformers : Ghosts of Yesterday (2007) de Alan Dean Foster , que en gran medida reproduce un ambiente de Guerra Fría, trayendo de vuelta los conocidos temas americanos del derecho a la propiedad (particularmente el referido a coches bonitos y un gran número de armas de fuego) y el orgullo conservador que viene de la mano de un patriotismo henchido de una buena cantidad de dogmas cristianos.

Volviendo a The Avengers (2012) adaptación cinematográfica iniciada en 2005 pero basada en un comic que hizo su debut en 1963, la película contiene inevitablemente muchos elementos (como la agencia policial SHIELD) que igualmente son una reminiscencia de la época de la Guerra Fría. El último Harry Potter, que es uno de los proyectos multi-film más caros de la historia, se basa en el libro (escrito en 2007) con el mismo título. El tema de Harry Potter y las reliquias de la muerte tiene poco que ver con la geopolítica estadounidense, pero sí contiene muchos elementos que recuerdan los infames programas eugenésicos de los nazis.

La identidad y el carácter de los malos y  de los buenos era muy similar al de las películas que habíamos llegado a esperar de Hollywood. Los espectadores eran conscientes de que las películas se habían separado de una realidad política mediante la localización de la película fuera de los debates políticos contemporáneos. Los temas políticos en las películas, de los cuales hay muchos, sin duda eran  bastante predecibles y por lo tanto fácilmente consumibles. Los espectadores han sido entrenados durante largo tiempo para distinguir a los buenos de los malos.

Jaime Bond y Badman

Sin embargo, las últimas producciones de  Batman y James Bond  se realizan después (o durante) la crisis financiera,  y  al parecer sus directores participaron activamente en la realización de los guiones. Con el cambio de situación temporal las franquicias tienen ahora una dimensión política distinguible. No es difícil reconocer los firmes sentimientos morales del «re-diseñado» Batman.

Mucho se ha dicho ya sobre la política en Batman. El caballero de la noche libra una batalla heroica contra las masas que se han apoderado de las calles de la ciudad de Gotham. Una revolución ha puesto a  Gotham de rodillas. Ejecuciones revolucionarias de estilo francés se llevan a cabo y los mercados financieros son robados (pero por el tipo equivocado de personas). Afortunadamente, Batman está ahí para restaurar el orden natural de las cosas en Gotham, algo que resultó ser imposible en París hace casi 200 años. El aristócrata (no el capitalista burgues) interpretado por Batman vuelve a introducir consecuentemente el tipo de paz y de justicia que el neoliberalismo salvaje había interrumpido. La ciudad está de nuevo bajo el control de Batman (¿o es un secreto Benjamin Disraeli?) y todo muy pronto vuelve a su rutina cotidiana.

Las influencias políticas y literarias de Nolan (el director de la última entega de Batman) son ampliamente conocidas, pero lo que es más interesante es la verdadera identidad de sus villanos. Los malos no son geopolíticamente de otro lugar (por ejemplo, Rusia, Alemania, etc), sino que están entre los nuestros. Además no están dirigidos por una suerte de Che Guevara (el villano Bane), según lo sugerido por Zizek, sino que son retratados como víctimas de la lucha por la hegemonía entre Batman y Bane. No puedo recordar una sola escena en toda la película – que me perdonen si estoy equivocado – en la que Bane sea aceptado como la legítima vanguardia de la revolución. Bajo Bane y sus mercenarios despiadados, la vida en Gotham es en realidad peor de lo que era anteriormente con Batman. Las masas se presentan como mero telón de fondo (ruido) para el verdadero enfrentamiento, que es el que se da entre Batman y Bane.

La violencia brutal y la naturaleza opresora de  Bane casi nos hace olvidar que es un simple peón utilizado por el verdadero villano de la historia: Roland Daggett. Es Dagget quién representa la vanguardia antagonista, pero no de tipo progresivo. Es más bien el exponente de una forma extrema del capitalismo libertario. Batman y Daggett simbolizan dos modelos alternativos para la sociedad. Uno de ellos es profundamente aristocrático, moral, cristiano y conservador. El otro es secular, libertario de derechas, amoral y populista. Este es un enfrentamiento entre dos fracciones rivales dentro del mismo espectro político conservador: la primera es anarcocapitalista tipo Nozick (Daggett), mientras que la segunda es neo-victoriana y defiende la virtud moral, Dios y la nación (Batman). A diferencia de lo que sucedió durante la Revolución Francesa, las masas no están aliadas con la burguesía sino con la aristocracia. (N del E, argumento de The Dark Knight Rises)

En Skyfall somos testigos de un escenario diferente , pero el mensaje es muy similar. James Bond no es simplemente la vanguardia sexista, racista e imperialista del servicio secreto británico a la que nos habíamos acostumbrado. El elegante protector del conservadurismo victoriano finalmente admite su complejo de Edipo. Su única relación duradera con una mujer es la que tiene con M (esta vez interpretada por Judi Dench). Esta forma de amor a la madre tal vez indica un camino para explicar las profundas tendencias misóginas marca de la casa Bond.

La única mujer que Bond ama es su madre. Su relación con M, jefe del MI6, ha sido siempre controvertida, pero nunca ha sido tan explícita como en Skyfall. Bond se enfrenta a una dura lucha contra el ex agente secreto y super-anarquista Julian Assange (o Raoul Silva como se llama en la película), interpretado por el actor políticamente comprometido Javier Bardem. De hecho, parece una familia muy infeliz (sin ninguna figura paternal inmediata).

En Skyfall, Raoul Silva (resumiendo mucho)  es una víctima de M, cuya crueldad es característica de quién defiende los intereses soberanos del estado británico (interpretado por un Bulldog de porcelana). Silva está deseoso por humillar a M y quizás también por un poco de simple venganza. Obtendrá ambas cosas.

En el papel de Raoul Silva, Bardem más que encarnar un hermano desviado de Bond representa en muchos aspectos un Bond mejor y más progresista. Él es claramente el agente que estaba y está más avanzado: confiado, liberado de odio a sí mismo, sexualmente más potente y finalmente más efectivo que 007. La diferencia fundamental entre los gemelos es su relación con M. , Silva sabe que M es responsable de su sufrimiento pero Bond es impulsado ingenuamente por su sentido de la lealtad a M(adre).

Esta tensión se resuelve con la muerte de M. a manos de Silva. Silva sabe mejor que Bond qué ha causado su sufrimiento (y el de Bond). Después que Silva ha resuelto su asunto con M, se nos lleva a la escena final en la que a  Bond  le es presentado un M masculino (Ralph Fiennes) y vuelve a conectar con Eve Moneypenny (que ya no es una agente, sino una secretaria). Bond está ahora de nuevo bajo una jerarquía masculina. El orden paternalista y conservador de la sociedad se restaura y Bond es ahora capaz de retomar el control de su vida. (N. del E, el argumento de Skyfall)

En ambas películas The Dark Knight Rises y Skyfall, el enemigo está entre nosotros. Ya no se trata de una claro antagonismo de «ellos» contra «nosotros». «Ellos» son más bien quienes creemos que viven con nosotros y son como nostros. Este es también el tema de Avatar (2009), que sigue siendo hasta hoy la película más taquillera de todos los tiempos. Demasiado se ha dicho acerca de los elementos del imperialismo y el anti-americanismo en la película. Lo que tal vez se ha argumentado menos convincentemente es que nosotros, los seres humanos, somos presentados como la especie superior, dueños de nuestro destino y del de los demás.

El pueblo Na’vi, por su parte, se muestra como una suerte de especie humanoide indefensa y sin poder, que en última instancia dependen de nosotros para su supervivencia. En otras palabras, somos los chicos malos, pero eso no hace que los Na’vi sean necesariamente los buenos. Los Na’vi son incapaces de vencer y cambiarnos (ya sea por coerción o consentimiento). Esto en última instancia solo se debe a la mediación humana. Las voces conservadoras no son muy audibles en este Avatar liberal de izquierda, pero queda claro que la sociedad está siendo atacada por una fuerza que reside dentro y no fuera de nosotros.

Cadáveres animados

La idea de un «mal interior» en es el rasgo característico de las películas de zombis, cada vez más populares. Los zombies muestran todas las características físicas de los seres humanos. Cualquiera puede convertirse en un zombie. El género ha comenzado recientemente a retratar a los miembros de la familia como zombies peligrosos. La famosa escena de la serie de televisión The Walking Dead muestra, por ejemplo, cómo uno de los personajes principales (Andrea) se enfrenta a su hermana infectada.

Existe  una verdadera confusión sobre si el antagonista es realmente antagónico. Andrea mira hacia abajo y se esfuerza por descubrir un signo de su hermana en la no-muerta renacida. Un par de momentos más tarde le pone una bala en la cabeza. La distancia emocional que sentíamos con los zombies de George A. Romero parece haberse vuelto significativamente más pequeña en las últimas películas y series de zombis. Hay de hecho un creciente sentido de asociación emocional con los zombies.

El enfrentamiento apocalíptico con nuestro Otro antagonista se materializa en el blockbuster acertadamente titulado Guerra Mundial Z , que se basa en el bestseller de Max Brooks  Guerra Mundial Z: Una Historia Oral de la Guerra Zombie (2006). Los zombis de esta película ya no son los personajes lentos que conocemos de los años 70 y 80,  poseen tal velocidad sobrehumana que plantean una amenaza creíble para el orden mundial existente.

Se ha argumentado que la noción de la velocidad es importante en la película, ya que subraya la naturaleza de las epidemias. Aparte de la velocidad, las masas están sin líder y de acuerdo con el autor, eso es exactamente lo que  los «hace tan peligrosos.» Son malos sin líder, rápidos y furiosos. Estas características los diferencian de los alborotadores unidimensionales y serviles de The Dark Knight Rises. Es fácil identificar a las hordas de zombies en la difusión mundial de los movimientos de protesta en todo el mundo.

Brookes afirma en otro lugar que las masas sin líderes son «como una enfermedad, no hay racionalidad, no hay término medio, no hay negociación, sólo puro instinto de consumir y multiplicarse». El temor conservador sobre el destino del orden de cosas existente, racional y natural ha sido el sello distintivo de las películas exitosas de Hollywood. Los antagonistas que desestabilizan el orden ya no están fuera del sistema,  se muestran cada vez más entre nosotros.

Frente al espejo

Las películas de Hollywood muestran un temor creciente a la pérdida del orden. Los protagonistas luchan batallas heroicas, a veces contra ellos mismos, para defender valores que ya no son tan buenos. La identidad de los antagonistas ha ido cambiando durante la última década (creo que a causa de la crisis en curso del capitalismo global). El antagonista, por el contrario, ya no se muestra como alguién localizado en algún lugar fuera del sistema, sino que se imagina conviviendo con nosotros.

Hollywood es el producto de los mismos valores universales que utiliza para distinguir lo correcto de lo incorrecto y el bien del mal. Son estos los valores que parecen estar bajo ataque, no desde fuera, sino desde dentro. El desafío al orden ya no se libra en el exterior,  con el acelerado ritmo de la epidemia se ha infiltrando en el tejido de «nuestra propia» sociedad. El virus se propaga e infecta a los ciudadanos de a pie e incluso aquellos que más amamos no están a salvo.

Según Hollywood, no es solo que nuestras familias estén bajo ataque, sino que se ha hecho evidente que nosotros mismos somos la última amenaza para el orden social imperante.

Marijn Nieuwenhuis

Publicado en OpenDemocracy

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