El lado opresivo de la Ley Electoral

N.Z.A. decide objetar y no acudir a la mesa electoral de las elecciones Europeas de mañana día 25 de Mayo…

A N.Z.A le «toca» acudir a dicha cita como primer vocal… Nuestra amiga, que no piensa ir, presentó una alegación en la que explica su rechazo a asistir debido a «Motivos Ideológicos» el cual fue rechazado…. en declaraciones al diario Hoy, dice: «Con mi decisión sé que me expongo a un castigo de hasta un año de prisión o 24 meses de multa; lo dice una ley injusta, pero lo asumo. Mi motivo, objeción de conciencia por razones ideológicas y morales, recogida en el artículo 16 de la Constitución, la misma que nos garantiza vivienda y trabajo».

Y aquí os copiamos el texto que ha escrito para que queden claritas sus razones…

 

OBEDIENCIA O CASTIGO
El lado opresivo de la Ley Electoral.

Por qué me han citado a una mesa elecoral y por qué me niego a ir.

No hay conversación en el barrio que no contenga crítica política. Es más, a nadie le sorprende que sea la propia clase política quien más alce la voz. Y sí, sufrimos un sistema de gobernantes corruptos, de sonrisa recalcitrante, enfermos de poder, y además, sin compasión hacia sus congéneres… pero aun así, «hay que votarles». Mintiendo generarán nuevamente la esperanza de que serán ellos los que cambien, o incluirán a alguien nuevo en la «lista» del partido de moda que de verdad merezca la pena, o mejor aun, un partido nuevo y revolucionario. La suerte de mesías que hemos mamado, que nos dirija para no tener que hacerlo nosotros.

De todo esto estamos cansadas de hablar y vaticinamos que no llegará, que no es casualidad la corrupción generalizada, que el poder es así, corrompe a quien lo ejerce.

Delegamos nuestra soberanía en otras personas, y asumimos ser espectadores de nuestra propia vida y la de nuestros vecinos. Demasiado tiempo frente al televisor. Nos han robado el significado de demasiadas palabras. La política nace y se hace en toda relación humana, en nuestras tierras o en nuestras calles, y esa debería ser la relevante. La que se hace desde la cercanía y la implicación, entre todos y para todos. Sin esloganes, por favor.

Es más fácil dejarse ser gobernado por un total desconocido, que luchar por una convicción propia. Es más fácil ver la televisión que seguir estudiando, más fácil «entretenerse» con cualquier fruslería que esforzarnos por crear, por reivindicar nuestra voz y nuestras capacidades. Gana el camino fácil y el camino del miedo.

Con mi decisión me expongo a un castigo de hasta un año de prisión o 24 meses de pena multa. Lo dice una ley injusta -hasta en su sistema de recuento de votos- . Lo asumo. Mi «excusa», objeción de conciencia por motivos ideológicos y morales, recogida en el art. 16 de la misma constitución quenos garantiza vivienda y trabajo… La Junta electoral la desestima.

En cambio veo que sí se contempla la posibilidad de no asistir por «motivos religiosos», y soy incapaz de comprender por qué ciertas creencias se amparan y no otras. Si es por fe, yo también la tengo, fe en la capacidad de un pueblo para decidir por sí mismo, con movimientos asamblearios y autogestionados; creencia en que soberanía es «alma» de un pueblo y no debe venderse ni entregarse. Y desde luego, ninguna fe en el Estado.

También veo que se contempla la relevancia de un acontecimiento deportivo como hecho extraordinario para eximir a un hincha de un equipo de fútbol de su llamamiento a formar parte de una mesa electoral -portada del periódico “El Mundo” del 21 de mayo-. Me da profunda vergüenza que se estime un acto deportivo antes que una cuestión ética.

Si interesara tener paisanos conscientes, pensantes e independientes, se nos enseñaría desde bien pequeños a ser partícipes y capaces de tomar decisiones sobre aquello que afecta a nuestra vida. Se premiaría la crítica trabajada. Bienvenidas las voces discordantes que ayudan a tumbar antiguas hipótesis y crear nuevos puntos de vista. Pero no. Desde luego esa no es la educación que vivimos. Aprendemos bien a acatar y a no intentar llamar la atención más que por méritos académicos. Y demayores nos cambian pupitres por papeletas, ahí nuestra raya, hasta ahí nuetra voluntad, a no ser que quieras ser uno de ellos y ser entonces tú quien marca las pautas. Lo llaman carrera política.

No interesa la desobediencia, el Pueblo lo sabe, y al Estado no le falta ocasión para recordarlousando su “legítima violencia”.

En ciertos países están obligados a votar bajo pena de multa, nosotros aun no, podemos no ir, en el fondo no les afecta e incluso a algunos les beneficia. Aunque la mayoría absoluta no votase, nadapasaría.

Yo no voto, no me veo capaz de legitimar este modelo político, mi conciencia no me lo permite. No suscribiré el “si no votas no puedes quejarte”. Mi convicción es meridianamente opuesta, si votas, si decides que sea otro el que hable por ti, aceptando el “mal menor” es, a mi parecer, cuando la queja posterior se queda vacía. La abstención es una crítica en sí misma, la abstención activa, lo deseable.

A este sistema -aun con cada vez más detractores- no le faltan acólitos. No debería existir problema en encontrar suficientes voluntarios para formar sus mesas electorales.

No seré yo la única que haga primar sus principios este 25 de mayo. Ya los hubo antes y los habrá después. El objetivo no es “librarme” de un tedioso día cotejando la identidad de mis vecinos, yo ese día trabajaré igualmente, mi intención es ser borrada del censo electoral y que sólo forme parte de él quien quiera respaldar este estilo de política. Así como se consiguió constituir un ejército no obligatorio.

El castigo, sobredimensionado, como siempre que se intenta mantener a la gente mansa, abusando del uso del miedo que el poder puede inducir.

N.Z.A.

 

 

5 responses to “El lado opresivo de la Ley Electoral

  1. Habemus delito electoral: http://www.20minutos.es/noticia/2148888/0/parado/constitucion-mesa-electoral/sistema-corrupto/

    ¡Ole, parado salmantino!

    P.S. Me alegra ver en la foto que ilustra el artículo que en Valladolid tenían cortinillas, por eso de velar por el secreto del voto y no como en algunas mesas de Madrid, donde los ojeadores, al tiempo que simulaban colocar los bloques de papeletas, se dedicaban a interceptar visualmente el voto de los incautos.

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